Detrás de la cortina de la “operación humanitaria” de Calais
“Una jornada histórica”. La prefecta del Paso-Norte de Calais, Fabienne Buccio, anunció con estas palabras el inicio del desmantelamiento de la Jungla de Calais, el mayor campamento improvisado de migrantes y refugiados de Europa, situado en esta localidad de poco más de 70.000 habitantes del norte de Francia. Entre el 24 y el 26 de octubre, 1.250 policías y numerosos funcionarios y voluntarios humanitarios participaron en el vaciamiento de este bidonville por el que han pasado durante los últimos 15 años miles de personas migrantes antes de afrontar el sueño casi imposible de llegar al Reino Unido a través del túnel del canal de la Mancha. Una “operación humanitaria”, según la calificaron las autoridades francesas, que permitió evacuar a 5.596 migrantes –unos 1.200 menores entre ellos– delante de la atenta mirada de los 900 periodistas acreditados para cubrir este acontecimiento.
Tras abandonar el campamento de Calais, los refugiados evacuados han sido repartidos en los más de 400 centros de acogida y orientación de inmigrantes repartidos por todo el territorio francés. Ahora podrán vivir bajo un hogar digno y recibirán la información necesaria para pedir el asilo en Francia. Esta realidad contrasta con el devenir de aquellos que prefirieron abandonar el campamento por sus propios medios. Su suerte ha sido, en algunos casos, el encarcelamiento en centros de detención administrativa (el equivalente de los Centros de Internamiento de Extranjeros en Francia) y, en otros, dormir en una tienda de campaña en la otra Jungla francesa, el campamento en la zona de la estación del metro de Stalingrad, en el nordeste de París.
Una evacuación precipitada e improvisada
“El desmantelamiento del campamento de Calais ha sido una operación política realizada antes de la elección presidencial de 2017 para mostrar la eficacia con la que el gobierno gestiona la llegada de inmigrantes”, asegura François Gemenne, experto en cuestiones migratorias y profesor de ciencias políticas en la Universidad de Lieja y en Sciences Po París.
La evacuación de la Jungla se ha producido, sin embargo, “de forma improvisada y con cierta precipitación”, critica François Guennoc, el vicepresidente de la asociación Auberge des Migrants, presente en Calais desde 2009. Al haberse querido evacuar el campamento en sólo tres días, hubo numerosos inmigrantes que se quedaron sin ser atendidos. “El dispositivo para evacuar Calais produjo un efecto llamada que provocó la llegada de nuevos refugiados procedentes de otras localidades del norte de Francia y de Bélgica. La mayoría de ellos se quedaron sin que sus dossieres fueran atendidos”, explica Guennoc. Los responsables de Auberge des Migrants estiman que a finales de octubre había unos 200 menores y 100 mujeres en la Jungla que no habían recibido ningún tipo de atención de las autoridades.
El vicepresidente de esta asociación, François Guennoc, critica también la escasa previsión con la que el Gobierno de Manuel Valls ha puesto en marcha los centros de acogida a los que son destinados los refugiados de Calais. “De los 450 centros que existen en la actualidad, 283 han sido abiertos de forma urgente durante este mes de octubre, afirma Guennoc. Esto hace que nos encontremos ante situaciones muy desiguales. Hemos conocido el caso de un grupo de refugiados que fueron acogidos en un centro en el que no había calefacción y sólo recibieron un par de botellas de leche para alimentarse”.
La otra Jungla francesa, el campamento de Stalingrad
Pese a estas precarias condiciones, los refugiados evacuados de Calais pedirán, probablemente, asilo en Francia. De hecho, el 70% de los residentes en la Jungla que lo solicitan obtienen una respuesta positiva, según la Oficina Francesa de Protección de Refugiados y Apátridas (OFPRA). La mayoría de ellos proceden de países inmersos en sanguinarios conflictos bélicos o que padecen una dura represión política, como Siria, Afganistán, Sudán o Eritrea. No obstante, conseguir el derecho al asilo en Francia comporta un proceso largo, lleno de controles y procedimientos burocráticos. Esta larga espera “puede provocar que los refugiados decidan volver a Calais y reconstruir el campamento”, advierte Gemenne.
Una peor suerte acompaña, en cambio, a los inmigrantes que abandonaron la Jungla por sus propios medios. Con el objetivo de persistir en su sueño de llegar al Reino Unido o bien por el miedo de ser enviados al primer país de la Unión Europea en el que fueron identificados (como exige el reglamento de Dublín), “buena parte de los 10.000 residentes de Calais prefirieron irse del campamento antes de que empezara el dispositivo de evacuación”, explica Guennoc. “Creemos que una parte de ellos ahora están durmiendo en el campamento de Stalingrad”, añade.
Tras un incremento considerable del número de llegadas durante estas últimas semanas, más de 2.000 refugiados de origen sudanés y afgano, mayoritariamente, duermen en las calles del este parisino, conviviendo con el frío, el hambre y la suciedad. Esta situación ilustra la falta de recursos de las autoridades francesas para acoger a los solicitantes de asilo en París. Aunque la alcaldesa de esta ciudad, Anne Hidalgo, haya iniciado una campaña para promover París como un lugar de acogida de refugiados, la única medida prevista es la inauguración en noviembre de un nuevo centro de acogida, que acogerá entre 600 y 900 personas.
A la espera de una verdadera solución
Asimismo, más de un centenar de inmigrantes que pasaron por la Jungla han sido encerrados en centros de detención administrativa, según la asociación Cimade. “Durante estos últimos meses, se han producido numerosas detenciones para alejar a los refugiados de Calais”, critica Rafael Flichman, el portavoz de la Cimade. Éste denuncia que 300 plazas han sido reservadas en los CIE franceses para afrontar el desmantelamiento de la Jungla.
“En Francia, existe una imagen negativa de la inmigración, ya que una parte de la sociedad la asocia a la construcción de campamentos improvisados como el de Calais o Stalingrad”, explica Gemenne. Este politólogo advierte que el desmantelamiento de la Jungla “no implica ninguna solución estructural a la cuestión migratoria”. Mientras que los Estados europeos continúen con su política de encerramiento y Francia proteja su frontera con el Reino Unido de la misma forma que Turquía lo hace con la UE, “la única forma para instalarse en Europa será a través del asilo”. La OFPRA prevé que en 2016 haya 100.000 peticiones de asilo en Francia, una cifra récord para este país, pero muy alejada del millón de peticiones que recibió Alemania durante el año pasado.