Ciento cincuenta estudiantes lanzan una huelga de alquileres en Londres
El 25 de enero, un grupo de 150 estudiantes, inquilinos de las residencias de la University College London (UCL), entró en huelga de alquileres. Exigen que se baje el alquiler un 40%, una tasa que corresponde al 45% del alquiler que es puro beneficio para la universidad y que le supone una ganancia anual de 16 millones de libras.
Ya se ha demostrado que la táctica funciona: el año pasado, inquilinos e inquilinas de dos residencias obtuvieron más de 500.000 libras en compensaciones tras una huelga de alquiler en contra de las malas condiciones en que vivían. Estos estudiantes son los que han fomentado esta táctica en el nuevo curso, y ahora no quieren compensaciones, sino justicia.
La huelga se enfrenta a unos alquileres que se han convertido en una barrera a la universidad para todos salvo para los más ricos. Los alquileres de las residencias de la UCL han subido a un nivel muy por encima del préstamo del Estado con el que subsisten los estudiantes británicos. El alquiler más barato para una habitación compartida con una persona desconocida sale a 106 libras a la semana, y el más barato sin compartir habitación, a 136 libras. El 27,3% de estudiantes británicos, casi todos del primer curso, viven en una residencia de estudiantes.
La huelga también se enfrenta a la participación de la universidad en la burbuja inmobiliaria que desgarra Londres. La especulación ha subido los alquileres en el sector privado a niveles astronómicos, excluyendo a la gran mayoría del centro de la ciudad. Según los últimos anuncios de la inmobiliaria Rightmove, un piso de dos habitaciones en el barrio universitario, Bloomsbury, cuesta más de 600 libras (unos 790 euros) a la semana. Incluso en barrios bastante alejados del centro en los que viven estudiantes de la UCL, por ejemplo Turnpike Lane, un piso de dos habitaciones sale a 300 libras a la semana.
La administración de la UCL contribuye a esta burbuja, eliminando todo salvo las actividades más rentables (conferencias, centros de investigación al servicio del sector privado, residencias de lujo) del centro de Londres y buscando espacios nuevos en la periferia para actividades con fines sociales y culturales. Así, la UCL arremete también contra los barrios periféricos: un plan --que contaba con la colaboración de la Junta del distrito-- que hubiera implicado el desalojo de 700 personas de sus viviendas sociales en el este de Londres para construir un nuevo campus se paró en 2012 sólo a través de la acción directa. La palabra “gentrificación” la acuñó Ruth Glass, una investigadora de la UCL. Ahora contribuye a ella su antigua universidad, a gran escala.
Una larga historia
La táctica que han elegido los huelguistas tiene una larga historia en el Reino Unido. La huelga de alquileres más famosa fue la que se llevó a cabo en Glasgow durante la I Guerra Mundial, protagonizada por las mujeres de los soldados que luchaban fuera del país. Recibió atención nacional y, al final, se ganó a través de la intervención del Parlamento. En 1960 se organizó una huelga de alquileres entre los inquilinos del antiguo distrito de St. Pancras, donde se situaba la UCL. Las fuentes históricas hablan de estas dos huelgas como exitosas pero duras, en las que sus protagonistas tuvieron que resistir a muchos desalojos. En ese sentido, la huelga de la UCL tiene una gran ventaja: la dependencia de la universidad de su imagen social progresista hace poco previsibles los desalojos.
El 25 de enero, el colectivo propulsor de la huelga, UCL, Cut the Rent, planificó en una asamblea su primera reunión con el jefe de las residencias. En ella rechazaron que fuera este representante quien definiera el campo de negociación e insistieron en que la reunión se realizara en la residencia en que viven 120 de los 150 estudiantes huelguistas, y que todos ellos fueran invitados.
La campaña tiene dos tácticas clave, además del impago del alquiler. Primero, la comunicación puerta a puerta. Así se gestó la huelga, a través de conversaciones entre estudiantes en las puertas de sus habitaciones. Segundo, el troleo a los directores de la universidad, desde su uso irónico de la imagen del rector hasta su eslogan favorito: “UCL fucks you over [UCL te jode]”.
Por ahora la huelga tiene lugar en dos residencias, pero todo indica que podría producirse un “efecto dominó”. Charlie, que vive en una residencia que no está en huelga, explica que “hay un verdadero entusiasmo en la residencia respeto a la huelga. Queremos mantenernos al ritmo de esa marea”. Más de 150 inquilinos se han negado a pagar el alquiler del segundo cuatrimestre del curso, en total más de 250.000 libras, y puede que estas cifras aumenten mucho más en el tercer cuatrimestre, si la huelga no tiene éxito antes.