El lugar de los refugiados en la Grecia de Syriza
“Éste no es un buen sitio para ellos”. Así comentaba un funcionario del Ministerio de Salud griego la decisión de trasladar a un nuevo espacio a los 500 refugiados que durante todo un mes vivieron acampados en Pedion tou Areos, el parque urbano más grande de Atenas. Desde el 21 de julio, decenas y luego centenares de refugiados, muchos de ellos de Afganistán, se instalaron ahí de manera espontánea, durmiendo al aire libre sin ningún tipo de asistencia por parte de las instituciones.
La falta de respuesta institucional fue rápidamente reemplazada por las redes de solidaridad formadas por vecinos y activistas del cercano barrio de tradición anarquista de Exarcheia, centro focal de los movimientos sociales de la ciudad. Convocaron una asamblea y en menos de 24 horas el parque ya estaba lleno de tiendas de campaña, se organizaron grupos para la limpieza, la comida, la distribución de ropa, la atención sanitaria.
La falta de respuesta institucional fue reemplazada por las redes de solidaridad del barrio de Exarcheia
“Es la primera vez que pasa algo así. Hay varios ejemplos de solidaridad autoorganizada para los migrantes en Grecia, pero nunca había pasado algo tan fuerte”, dice F., psicóloga de la clínica autogestionada A.D.Y.E, un centro okupa surgido durante la crisis para hacer frente a la población que se quedó sin atención sanitaria. “Es como si toda una serie de redes sociales latentes se hubiera activado por esta emergencia. Y todo de manera espontánea. Quizá el trabajo que hemos estado haciendo durante todos estos años de crisis empiece a producir frutos. Nos estamos haciendo cargo de 500 personas en total autonomía, es brutal”, explican otros activistas de la misma clínica. Paseando por el parque se podían observar a equipos de vecinos recogiendo basura, repartiendo ropa y comida tres veces al día, organizando juegos con los niños y ofreciendo atención sanitaria en un ambulatorio improvisado en una gran tienda verde donde varios médicos y psicólogos atienden a los refugiados desde las diez de la mañana hasta las nueve de la tarde. Personas que ya hace años llegaron al país para buscar refugio desde Afganistán y otros países hacen de traductores entre los recién llegados y los voluntarios. Cada noche, en un solar okupado en el corazón de Exarcheia, en una asamblea abierta, las personas que participaban en el parque hacían un resumen de lo que había ocurrido durante el día, se coordinaban las tareas del día siguiente y, sobre todo, intentaban definir el sentido político de la solidaridad. “Es muy importante para nosotros subrayar el aspecto político de todo esto. Lo que hacemos es político porque no es caridad. Es otra cosa”, dice O., un joven participante de la asamblea.
Peticiones de asilo
Atenas ya fue en noviembre puerta de entrada para miles de personas que huían de la guerra en Siria y se ubicaron en la plaza Syntagma donde muchos montaron un campamento a la espera de sus peticiones de asilo y donde también se organizó una red de apoyo. Muchos de ellos serán, posiblemente, algunos de los cientos de refugiados que se concentran en las estaciones de Milán o de Belgrado. “En esa ocasión fue diferente, hubo presión estatal y la policía entró de madrugada y se lo llevó todo”, explica Dimitris Geronikos, uno de los voluntarios de Pedion tou Areos.
El Estado ha construido a toda prisa un campo de acogida para los refugiados en la periferia de la capital
Mientras las redes de solidaridad convertían Pedion tou Areos en una especie de gran aldea autónoma, el Estado se ha ocupado, en esta ocasión, de construir a toda prisa un campo de acogida en la periferia de la capital. La preocupación más inmediata de Syriza era, por un lado, ofrecer un ejemplo de hospitalidad “humana” y marcar una diferencia con la gestión represiva y los abusos de los precedentes gobiernos, cuyos campos de refugiados parecían cárceles masivas. Y, por otro, según denuncian colectivos libertarios, sustraer los refugiados a la influencia de los movimientos sociales, tendencialmente hostiles a Syriza, en un espacio tan visible y central como el parque Pedion tou Areos.
El domingo 16 de agosto, los refugiados fueron finalmente trasladados al nuevo campo, donde la policía no puede entrar, los migrantes pueden salir libremente y están alojados en pequeñas casitas con aire acondicionado, camas, cocina y lavabos con ducha. El campo es finalmente “el buen sitio”, escaparate de la nueva política migratoria del gobierno, espacio “sano y adecuado”. “De hecho, lo han construido en Eleonas, el área más fea de Atenas, y no por casualidad”, explica V., un activista de Steki Metanaston, el centro social que coordina las actividades de solidaridad para los migrantes. Eleonas es un área industrial en gran parte abandonada, a 5 km de la inquieta Exarcheia, famosa por la presencia de una gran comunidad gitana, el elevado desempleo y por ser el sitio escogido para acoger la futura y muy controvertida primera mezquita de Atenas. De hecho, es en este contexto que Amenecer Dorado ha podido florecer aprovechándose de los conflictos religiosos entre vecinos griegos por un lado y migrantes musulmanes y gitanos por el otro. El “buen sitio” es evidentemente un lugar socialmente marcado donde los indeseados pueden y deben encontrar alojamiento. Desde los colectivos señalan además la “clara función de disciplinamiento” que supone la construcción del nuevo campo de Eleonas: desvía los flujos migratorios hacia áreas poco visibles, neutraliza la posibilidad de una politización de los refugiados por parte de los movimientos sociales centrados en la lejana Exarcheia y tranquiliza a la opinión pública a través de una narración mediática donde el gobierno soluciona una “emergencia humanitaria” en el pleno centro de la capital. Una “solución” que, sin embargo, afecta a 500 personas, menos del 0,4% de los refugiados actualmente presentes en Grecia según los datos de la ONU. A pesar de las diferencias con los gobiernos precedentes, las estrategias de marginación e invisibilización espacial de los migrantes quedan intactas. “Yo tengo un piso aquí al lado y por culpa de estos inmigrantes ya no tiene el mismo valor que antes. ¿Por qué el Gobierno les deja vivir aquí, como animales?”, confesaba un usuario del parque de 60 años antes de que se inugurara el nuevo campo en Eleonas. Preguntas sumamente importantes en época de campaña electoral.
Negociaciones atascadas en las cuotas de la UE
La crisis de los refugiados, en su mayoría sirios, vivió el 21 de agosto a un nuevo punto álgido, después de que la policía macedonia atacara con gases lacrimógenos y granadas aturdidoras a miles de personas que intentaban cruzar la frontera desde Grecia. Mientras tanto, las negociaciones en el seno de la Unión Europea parecen atascadas, en parte por culpa del Gobierno español: de los 4.288 solicitantes de asilo que le asignó Bruselas sólo acepta acoger a 1.300.