“Tu vida está aquí, y no tienen derecho a acabar con ella”
El sábado 1 de marzo nos reunimos con diez trabajadoras de Coca-Cola. Días atrás les propusimos esta entrevista colectiva para que pudieran contar cómo afecta a sus vidas el cierre de la planta de Fuenlabrada, anunciado por Coca-Cola Iberian Partners. Quieren hablar, porque cada una tiene una historia. Una historia muy diferente al “lado Coca-Cola de la vida”.
Marisa trabaja hace 25 años en atención al cliente. “Tengo dos hijos, estoy separada, uno ya está independizado pero vive en Alemania, es muy jovencito, malvive en Alemania. Y tengo una hija que está estudiando todavía”. Sobre las relocalizaciones que oferta Coca-Cola nos dice: “Yo ni siquiera me lo he planteado eso (…). Yo tengo aquí toda mi vida: mi casa, mi hipoteca, mi hija que está estudiando. Irme sola, no podría…”.
Teresa la interrumpe y explica que los puestos que ofrecen “son una trampa absoluta”. Ella trabaja hace más de 30 años en Coca-Cola. “Suponiendo que nos apuntáramos, luego se pueden permitir el lujo de decirte que no reúnes las condiciones del perfil que piden y entonces 'voluntariamente' te dejan en el paro… O sea, que por mucho que digan, ¡nos echan!”. El padre de Teresa trabajó en Coca-Cola toda su vida, pero ahora él y su madre están enfermos. “Yo no me puedo ir y dejar a mis padres solos. Mi hermana trabaja en Fuenlabrada también, y entonces las dos estamos con la misma situación. Ya no solamente es que tienes una hipoteca, o es el dinero, son muchas cosas. Es que tu vida está aquí, y no tienen derecho a acabar con ella”.
María tiene a su hija de cinco meses en brazos. El cierre de la planta de Fuenlabrada la dejaría sin trabajo no sólo a ella, sino también a su marido, que trabaja allí hace diez. “Yo estoy eventual pero mi marido está allí fijo. Y con lo que dicen de los traslados… ¿A dónde me voy a ir yo con dos hipotecas? Sobre todo que no sabes en qué condiciones te vas a ir. Nosotros tenemos que encontrar dos trabajos, no uno, y con un bebé de cinco meses, pagando vacunas, pagando de todo…”.
Los hijos de Eva la acompañan, y llevan puestas las camisetas contra los despidos en Coca-Cola. Mira a su hija cuando habla: “No sabemos lo que va a pasar. Ella me pregunta '¿Mamá dónde voy a ir? ¿Voy a seguir con mis amigos? ¿Voy a ir al mismo instituto que mi amiga desde los tres añitos?' ¿Y qué le dices a una niña de 11 años con su futuro por delante?".
Idoia es más joven que sus compañeras y está soltera: “Yo no tengo la situación de los demás compañeros, no tengo esas cargas familiares, pero yo no sé en qué condiciones me iría, ni que convenio, ni qué salario… Por lo tanto, yo me quedo en Fuenlabrada”. Ella es una de las primeras mujeres que ingresaron al sector de producción en la planta, que siempre fue una empresa “de y para hombres”, nos dice.
Gema se emociona después de escuchar la historia de cada compañera, y cuando habla expresa el sentir de la mayoría de las presentes: “¿Pues por qué me parece tan injusto? Porque yo tengo dos hijos, la mayor tiene cinco años, ¿cómo le explico yo a mi hija que se tiene que separar de su familia, de sus amigos, y hasta puede incluso que se tenga que separar de su padre? Porque yo tengo mi trabajo aquí en Madrid, el cual me costó muchísimo (…), me parece superinjusto que todos estos trabajadores, que a todos se les llenaba la boca de decir que trabajaban en Coca-Cola, ahora tengan que estar en esta situación, que te obliguen a irte a la calle, porque es un despido forzoso”.
Virginia está indignada y quiere desmentir las declaraciones del director de Relaciones Institucionales de Coca-Cola Iberia, Juan José Litrán, quien hace unos días dijo que Coca-Cola apoya la “generosa” oferta de Iberian Partners, ya que permite que "cualquiera que quiera trabajar tenga un puesto". “¡A mí me parece totalmente indignante que un señor de esa responsabilidad me diga esto! ¡Los de Madrid sí queremos trabajar! Lo que pasa es que luego tendrán mucha pasta para hacer unas campañas publicitarias y que en Madrid quedemos como unos vagos".
“Dicho todo esto, suponte que vamos a aceptar el traslado: vamos a tener que competir con nuestros propios compañeros por unos puestos. Pero imagínate que lo consigo y me voy con mi hija, tengo unos salarios que a lo mejor me van obligar a vivir en una pensión con derecho a cocina. […] O sea, que vamos a tener desarraigo económico, desarraigo de familia”. “Entonces yo como madre me siento indignada, entendemos que es por avaricia, la empresa Coca-Cola, que siempre se ha presentado como la empresa de la felicidad, nos ha convertido en infelices a todos, y simplemente por avaricia…”.
Mercedes es delegada de CC OO y nos cuenta cómo sigue la lucha: “Los trabajadores de Coca-Cola estamos de forma permanente en manifestaciones, promoviendo que la lucha se visualice, en medios de comunicación y demás. Y ellos esperan que esto se acabe el día 11 que es cuando se acaba su plazo. Pero no es así. Nosotros tenemos preparado un calendario de actividades que en principio llega hasta el 30 de marzo. Entre esas actividades tenemos marchas, concentraciones, concentraciones en la puerta de la embajada de EE UU, en la oficina central de Coca-Cola Iberian Partners. Todo lo que hemos estado haciendo seguimos haciéndolo, y sobre todo seguimos manteniendo nuestro campamento base, nuestro campamento cero, en Fuenlabrada”.
Teresa, Raquel, Virginia, Marisa, Gema, Idoia, Eva, María, Mercedes, Vida. Son trabajadoras de Coca-Cola o familiares de trabajadores y no quieren que nadie les robe el derecho a decidir sobre sus propias vidas. “Es que tu vida está aquí, y no tienen derecho a acabar con ella”. También comparten con millones de mujeres la lucha por poder decidir sobre nuestro propio cuerpo. En las primeras semanas de febrero las vimos en las manifestaciones contra la Ley Gallardón, por el derecho al aborto libre y gratuito. Las vimos junto a las mareas, trabajadores de la sanidad, apoyando las marchas del 22M, solidarizándose con los trabajadores de Panrico. La lucha sigue.
“¿Por qué vamos a estar el día 8 en la calle?”. La que habla es Virginia. “Porque pensamos. Pensamos y queremos decidir. Por lo cual yo invito a todas las mujeres a que ese día se nos vea. Porque tenemos, todavía, que luchar por nuestros derechos. Entonces, señoras, señoritas… ¡todas a la calle, a defender nuestros derechos!”.