"Si tenéis una alternativa, me llamáis"
Nieves, una administrativa de 39 años en paro que vive en la localidad de Camas (Sevilla), cuenta que antes del 15M no participaba en ninguna asociación o movimiento social. Hoy forma parte de varias comisiones de las asambleas que surgieron con las acampadas indignadas en mayo de 2011. Tras dos años de movimiento, explica que una de las frases que escucha a antiguos conocidos de las asambleas, desenganchados “pero nunca del todo”, es “cuando tengáis una alternativa, me llamáis”.
Alternativas no les faltan a las asambleas, pero esta sensación es compartida por individuos y colectivos: una agenda sobrecargada de citas que no llegan a prender o que no son tan masivas como la exigencia de la coyuntura social y económica recomienda. En las últimas semanas, al margen de manifestaciones como la del aborto, de convocatorias para evitar desahucios o la huelga de educación, se han convocado distintas movilizaciones “a la manera 15M”. El Jaque al Rey (28 de septiembre), Fuera la Mafia, Hola Democracia (el 5 de octubre) o Toma tu Ágora (el día 19) han sido las últimas manifestaciones de un largo ciclo en el que se dejan ver signos de cansancio. Así lo interpretan Diana Trigueros y Jesús Ramos, quienes participaron en el grupo motor de la convocatoria del 19 de octubre, una movilización que, recuerdan, fue el resultado de un consenso que pasó por más de 60 asambleas de barrios, pueblos y grupos de trabajo de MAdrid.
La menor participación en las últimas convocatorias y su escaso eco territorial son algunos de los síntomas de un ciclo en el que la “actitud 15M”, como la define Trigueros, se ve interferida por distintas propuestas que “no se comparten”, señala esta activista. Frente a esto, Trigueros y Ramos defienden un modo de hacer lento porque se produce tras un periodo de discusión en el que se nivelan las voces, en las que se participa desde distintos espacios. Fue el caso del 19O, una manifestación cuyo lema, recorrido y difusión en redes sociales fueron decididos en las asambleas.
No es un problema sólo de número. El panorama de las asambleas sigue siendo abigarrado al menos en Madrid, donde la organización a menudo se estructura por proyectos como los bancos de tiempo o los bancos de alimentos, o por afinidad temática: ahí están las coordinaciones sobre vivienda que ya alumbraron la primera recuperación de un piso del ‘banco malo’ en esta región. En Sevilla, Nieves cuenta que la diversidad de asambleas, “las que ya estaban y algunas que han ido surgiendo”, ha hecho necesario incluso una asamblea coordinadora específica de las que se encuentran en la zona del Aljarafe, en el área metropolitana de la ciudad. Pero en Madrid, otra activista detecta que “las reuniones se vacían de jóvenes de entre 25 y 35 y sólo vamos quedando los mayores”. Así se lamentaba en twitter una veterana militante del barrio madrileño de Chamberí.
Huelga social
En el abanico de prácticas que se están llevando a cabo son recurrentes algunos conceptos que las distintas iniciativas “tunean” y tratan de adaptar a su contexto. Tras la celebración de un encuentro de movimientos europeos en 2012, el concepto de ágora ha sido adaptado por el grupo motor del 19 de octubre y fue retomado en Roma, en la segunda edición de Ágora99, que tuvo lugar el fin de semana del 1 al 3 de noviembre. Asimismo, la idea de “huelga social” planteada desde el Hub Meeting de Barcelona también ha sido adaptada para plantear “una superación de la huelga sindical que incluya dentro de ella todas las partes sociales excluidas de lo laboral”, según explican desde el Comité Disperso de Barcelona.
Al margen del recorrido de algunas de estas propuestas, el hecho de que se repliquen y se trabaje sobre ellas en distintos lugares muestra que “el 15M nunca fue un actor, sino una forma de actuar; por eso uno de los lemas que han circulado este año alrededor de su segundo aniversario ha sido ‘no hemos vuelto, porque nunca nos hemos ido’”, resumen desde el Comité Disperso. “No es un sello, es un actitud de escucha, abierta a la transformación”, abunda Diana Trigueros, quien recuerda que una fortaleza –y una debilidad para quien se sitúa fuera del 15M– es que desde el comienzo se trató de un movimiento crítico y autocrítico.
El debate organizativo también ha estado atravesado por lo electoral. María Velázquez, una trabajadora cultural que participa en la asamblea 15M de Valladolid, percibe que esta discusión se da además en una cuenta atrás. “Este curso es complicado porque junto con la mayor represión que supondrá el nuevo Código Penal se van cerrando también las opciones electorales”, explica. Algo que, asegura, no es bueno porque “tras el bipartidismo de PP y PSOE no sería bueno un bipartidismo de IU y UPyD”. Pero el debate es complicado y las tergiversaciones o exageraciones de algunos medios sobre presuntas –o reales– opciones electorales con marca 15M no ayudan. “El 15M es una golosina para los partidos, porque a día de hoy tiene un apoyo del 78% de la población, más que el año pasado”, concluye Ramos.