Se expande la pobreza, crece el apoyo mutuo
La marcha de una economía capitalista suele valorarse en función de las variaciones de su Producto Bruto Interno. Entre 1994 y 2007 el PIB español creció anualmente una media del 4,2%, para descender a -2,8% de promedio en los cinco años siguientes (2008-2012). El balance del período 2007-2012 supone una caída del PIB del 13,3% en euros constantes, es decir, descontado el efecto de la inflación.
Habitualmente se menciona el papel del Estado o de las empresas en esta dinámica, pero la otra gran pata que configura el tejido económico es la “renta de las familias”, los ingresos y consumos que se realizan en el ámbito de los hogares. ¿Cuál está siendo el comportamiento de este segmento durante la crisis? Podemos conocerlo comparando la evolución de su renta disponible neta (la que queda una vez descontados impuestos), su ahorro total y su endeudamiento, valorados en moneda constante (siempre descontando el engañoso incremento de cifras que genera la inflación). En los dos primeros años de crisis (2008-2009) la renta disponible continuó incrementándose pero a menor ritmo (3,8%) y se redujo el endeudamiento (-1,8%) por primera vez tras un largo período de incrementos continuos; además, ante el temor de lo que se avecinaba se redujeron gastos y se incrementó fuertemente el ahorro (77%).
A partir de entonces la profundización de la crisis supuso un evidente empeoramiento de la situación: desde 2009 a 2012 la renta familiar disponible cayó un 12,7% y el nivel de endeudamiento continuó en descenso (-11,9%) pero ya no fue posible sostener los niveles de ahorro; por el contrario, la pérdida de empleos, la reducción de ingresos y el agotamiento de prestaciones sociales generaron una importantísima caída del ahorro de las familias (-60,2%). En definitiva, en época de vacas flacas se ingresa menos, se consumen los ahorros y no se piden/consiguen créditos. La consecuencia es una caída de los niveles de consumo y una reorientación del gasto.
Inflación y encarecimiento de productos básicos
Entre 2007 y 2012 el índice general de precios de consumo aumentó un 11,7%, pero sus distintos componentes han seguido un rumbo desigual. Centrándonos en los bienes de primera necesidad encontramos un encarecimiento notable de los combustibles, que incluyen la electricidad y el gas de los hogares (aumento del 46,4%), los servicios de transporte (26,2%), los gastos de enseñanza y distintos servicios relacionados con la vivienda (un 18% cada uno). También se encarecieron pero por debajo de la media general los alquileres, la conservación de la vivienda y los servicios médicos y dentales (entre 9 y 10%). En cambio, bajaron de precio las vestimentas (-1,8%) o los medicamentos (-6,9%) pero una parte de estos han dejado de estar financiados, parcial o totalmente, por el sistema nacional de salud, lo que ha supuesto un notable incremento del gasto final para los pacientes.
Teniendo en cuenta que entre 2007 y 2012 el volumen de la renta neta disponible de las familias en euros corrientes apenas creció un 1,2%, el incremento de precios en ese mismo período (12,7%) por encima de este valor significó un mayor gasto para los presupuestos familiares.
Dificultades crecientes y cambios en las pautas de consumo
La Encuesta de Condiciones de Vida del INE indica que al finalizar el ciclo de crecimiento, en 2007, el 26,8% de los hogares tenía dificultades para llegar a fin de mes; por tanto, la cuarta parte “vivía al día” en los maravillosos años de las burbujas, la especulación, el endeudamiento y el consumo creciente. Cinco años después el porcentaje alcanza al 31,8% de los hogares y al 33,2% de las personas.
Según la consultora Nielsen los españoles están entre los europeos que más han cambiado sus hábitos de compra en 2012 con el fin de reducir sus gastos: el 84% afirma haberlo hecho tomando distintas medidas (la media europea es de 62%, y en Alemania sólo alcanza al 35%). Casi la cuarta parte (24%) afirma que no le queda dinero una vez cubiertas las necesidades esenciales. Otro 21% señala que el excedente lo destina a pagar deudas o gastos de la tarjeta de crédito. Por tanto, el 45% no podría consumir nada más allá de lo imprescindible.
También el Eurobarómetro, realizado por la Unión Europea, muestra el incremento del grupo con dificultades para llegar a fin de mes: según esta fuente ha pasado del 38% en 2009 al 46% en 2012. Su última edición muestra un importante incremento de la población cuya situación actual se encuentra en una situación que le impide planificar su futuro, pues “viven al día”: eran el 47% en 2012 y un año después llegan al 54%.
Entre 2007 y 2011 en torno a un millón de personas engrosaron la población pobre, que pasó de 8,9 a 9,9 millones de personas. Y la cifra seguirá incrementándose pues el número de desocupados sin cobertura asistencial se incrementó en otro millón entre 2011 y lo que va de 2013. Además, se ha producido un vuelco en la composición por edades de la población pobre o en exclusión social: gana importancia la población en edad laboral debido al impacto del desempleo. Los últimos datos indican que la pobreza severa se ha duplicado desde 2007: hoy hay 3 millones de personas (1,5 antes de la crisis) que no tienen garantizada la subsistencia básica (sus ingresos medios apenas superan los 300 euros mensuales).
Las redes de contención: entre las ONG y la autoorganización
Ante la continua agresión de las políticas gubernamentales impulsada por los representantes del capital financiero a escala europea existe un amplio catálogo de prácticas solidarias que intentan solventar algunas carencias materiales y, especialmente, rescatar la dignidad de las personas afectadas fomentando la implicación ciudadana y la defensa colectiva de sus intereses. Por un lado, servicios asistenciales como los de Cruz Roja (atendieron en 2012 a 2,4 millones de personas), Cáritas (1,9 millones) o los Bancos de alimentos (1,3 millones). Por otro, diversas redes horizontales de ayuda mutua más allá de las relaciones de parentesco; entre ellas, cabe mencionar a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca en el terreno del alojamiento (más de 750 desalojos evitados, 712 personas realojadas), iniciativas en defensa de la sanidad universal y defensa de los derechos de las personas excluidas del sistema público de salud (como Yo Sí Sanidad Universal) o a diversas asambleas del movimiento 15M respecto a la distribución de alimentos o material escolar, como los que se analizan en estas mismas páginas.