Siria: de la indiferencia al cinismo
El pueblo sirio está más desamparado que nunca a pesar de que EE UU estudia un posible ataque contra posiciones del régimen. La Administración norteamericana acostumbrada a mirar hacia el otro lado cada vez que se sugería la necesidad de una intervención en Siria ha cambiado de postura tras el ataque con armas químicas que tuvo lugar en el este de Damasco el 21 de agosto provocando 1.400 víctimas, entre ellas 400 niños. La famosa línea roja trazada por Obama no fue respetada y EE UU tiene que actuar. Eso sí, el ataque no tiene como objetivo provocar un cambio de régimen, y tampoco pretende cambiar el equilibrio en el terreno. En otras palabras, en caso de producirse, el ataque serviría para restablecer la línea roja.
El pueblo sirio está desamparado porque no puede esperar nada del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas paralizado por el veto, en este caso, de Rusia y China. El muy poco democrático Consejo de Seguridad está condicionado, como siempre, por los intereses de las potencias que lo integran. Ni la guerra que dura dos años ni los más de 100.000 muertos en Siria, entre ellos las víctimas de operaciones con armas químicas a pequeña escala han sido suficientes para abrir el paso a una intervención. Había que esperar un ataque de gran envergadura para ver este cambio de postura cuyo objetivo no consistirá en poner fin al conflicto.
El realismo político de los diferentes actores que están actuando en el conflicto ha llegado a niveles insostenibles. Por una parte, el régimen se agarra al poder a pesar de que la dictadura de Al Assad no está en condiciones de volver a gobernar el mismo pueblo que aplastó a lo largo de dos años, incluso si la oposición pierde la guerra. Hasta el 21 de agosto, EE UU e Israel preferían que la guerra siguiera su curso sin vencedores ni vencidos con el fin de provocar el mayor desgaste posible a actores como Irán y la milicia de Hezbollah sin apoyos el Líbano y completamente satanizada en el mundo árabe tras su intervención en Siria.
Hay que recordar que hasta hace poco Hezbollah tenía una popularidad arrolladora en los diferentes países árabes sobre todo después de la guerra contra Israel en el año 2006. Esta popularidad cayó en picado tras el comportamiento sectario de la milicia durante el conflicto. Tanto EE UU como Israel no quieren que se utilicen armas no convencionales en la zona sin que haya una respuesta, e Irán tiene que captar este mensaje. Las monarquías conservadoras del Golfo temen que Irán adquiera más poder en la región si el régimen sirio no es derrocado. El apoyo a la oposición no tiene nada que ver con el respaldo de las aspiraciones del pueblo sirio a la libertad. Salvo Catar, hemos visto como Arabia Saudí y otras monarquías del Golfo se apresuraron a apoyar el golpe de Estado en Egipto de una manera inequívoca. En dos años ha habido suficiente tiempo para que el conflicto degenerara.
Una oposición dividida
La oposición siria y el Ejército libre no pueden presumir de representar a todos los opositores sirios y mucho menos en el terreno. De hecho, hay grupos yihadistas que están luchando contra las fuerzas de Al Assad y, su mera presencia ha entorpecido en varias ocasiones el rearme de la oposición. Basta con recordar que justo antes de que la oposición siria pidiera armas a los países representados en la Conferencia de Amigos de Siria que tuvo lugar en Estambul el 20 de abril del 2013, el Frente al-Nusra rindió pleitesía a Aiman al Zawahiri, líder de Al Qaeda. Esta maniobra suscitó, obviamente, los temores que los países occidentales y supuso un revés muy serio a la oposición. En su momento, John Kerry insistió en que su país solo iba a aportar “equipamiento no letal” a la oposición. Los mismos yihadistas que cruzaban las fronteras entre Siria e Iraq con el apoyo del régimen sirio en plena de guerra de Iraq para luchar contra las fuerzas norteamericanas y británicas se convierten hoy en día en un argumento de peso que el régimen sirio y sus aliados esgrimen a la hora de llamar la atención de la comunidad internacional sobre lo que podría pasar en caso de un cambio de régimen en Siria. Al Assad lo ha dicho claramente: o yo o el caos. La oposición sabe que una victoria contra el régimen de Al Assad no va a ser suficiente. Habrá que neutralizar a estos grupos que tienen su agenda.
A esta guerra sucia no le falta su dosis de cinismo. A la hora de cerrar este artículo, John Kerry que está desplegando un esfuerzo colosal estos días para allanar el camino al ataque estadounidense en Siria se equivocó al abusar de la retórica cuando un periodista le preguntó por lo que tendría que hacer el régimen sirio para evitar el ataque: “Por supuesto, podría entregar hasta el último pedazo de sus armas químicas a la comunidad internacional en la próxima semana. Entregarlo todo, sin dilación y permitiendo un recuento completo”. Sergei Lavrov convirtió inmediatamente la metedura de pata de Kerry en una propuesta que el régimen sirio aceptó enseguida. Hay seis entrevistas programadas para que Obama prepare el terreno a su discurso del martes por la noche. El debate en el Senado ha sido aplazado de momento, todo para autorizar un ataque testimonial “increíblemente pequeño” como dijo Kerry. Los sirios han pagado un precio muy alto por echarse a la calle pidiendo la caída de la dictadura de Al Assad. Si la comunidad internacional es incapaz de respaldar estas aspiraciones, de defender al pueblo sirio por lo menos que le dé la espalda en silencio.