Los debates mediáticos, una guerra perdida
Si es cierto que, parafraseando
a Mark Twain, las
noticias de la muerte de la
izquierda son muy exageradas
(y algo interesadas), éstas
no se encuentran en el momento
más fácil de su historia. La izquierda
consigue tomar posiciones
claras en muchos asuntos
puntuales, pero no comunicar un
proyecto político global. Hay que
reconocer que en este momento
la derecha consigue comunicar
con el electorado moderado mucho
más que la izquierda.
Las razones
de esta falta de comunicación
son muchas, pero aquí nos
interesa una, poco analizada, mas
muy importante: en los últimos 20
años la derecha de mercado ha
conquistado el poder semiótico.
Es decir, el control de las formas
simbólicas y las estructuras en
que se enmarca el debate político.
Hoy estas formas son sobre todo
las de la televisión comercial,
creadas en una ideología de mercado
y, por tanto, adecuadas para
transmitir mensajes de mercado.
El problema que aquí se plantea
no es el control político de los contenidos
(aun si éste existe), sino el
control simbólico de los sistemas
de significación que producen
mensajes públicos. El aforismo de
McLuhan “el medio es el mensaje”
es una simplificación algo grosera,
pero la estructura semiótica de comunicación
sí determina los mensajes
que se pueden (o no) enviar.
La televisión pone el debate político
en un contexto espectacular
y competitivo. Lakoff y Johnson,
en su libro Metaphors we live by,
llaman esta metáfora “el debate es
guerra”. Se debate para ganar, para
dejar al adversario sin argumentos.
En el debate televisivo, rápido
y conflictivo, vale sobre todo
la inmediatez de afirmaciones aisladas;
el debate no tiene memoria.
Las prácticas discursivas de tipo
industrial que presiden a la producción
de opinión política imponen
intercambios rápidos, frases
lapidarias que no se adaptan a la
elaboración de una teoría política.
La importancia del titular
Los periódicos fueron, en el pasado,
un vehículo importante para
el discurso político de izquierdas.
Pero, a medida que aumentaba
la dependencia de la publicidad
y por tanto entraban en la lógica
del consumo, haciendo de
las empresas sus clientes y de los
lectores su producto, los periódicos
también cambiaron su modelo
comunicativo.
Los artículos se
han hecho más cortos y esquemáticos,
y la comunicación se ha
desplazado a los titulares. Hace
100 años éstos apenas ocupaban
espacio, hoy, a veces, la mitad del
espacio disponible para las noticias.
En esta estructura simbólica
es más fácil aceptar el statu quo
que cuestionarlo.
Hoy en día todo análisis de la
comunicación debe tener en cuenta
internet y las redes sociales. Los
movimientos sociales tienen el
mérito de haber comprendido enseguida
las posibilidades de internet
como instrumento de acción
política y social. Ya en 1999 la protesta
del movimiento antiglobalización
en Seattle se organizó sobre
todo a través de la red. Las
nuevas redes sociales, tales como
Facebook, proporcionan formas
aún más directas de participación.
Parece que la izquierda ha encontrado
un sistema de comunicación
y una estructura simbólica
para su mensaje, pero internet
también tiene sus limitaciones y
tendencias peligrosas. Con su
creciente comercialización, internet
va simplificando su semiótica.
Es emblemático el caso de Twitter,
un servicio de intercambio de
mensajes muy cortos. Internet es
un instrumento precioso para los
movimientos con sus mensajes
claros y limitados, y con sus necesidades
sobre todo de proselitismo
y organización. No es tan claro,
sobre todo en vista de su evolución,
si internet conseguirá superar
esta fragmentación, esta especificidad
y transformarse en un
instrumento de elaboración de
una teoría política.
El mercado ha creado unas estructuras
simbólicas adecuadas
para el discurso político de la derecha
de mercado, pero que no se
adaptan bien al discurso tradicional
de la izquierda. En el largo plazo,
la izquierda deberá utilizar los
medios de comunicación, sobre
todo los nuevos, de manera original,
deberá construir amplias redes
de recepción y debate, nuevas
formas de codificar su discurso
político, una nueva esfera pública
no sujeta a la simplificación y la
espectacularización del mercado.
En el corto plazo, hay que moverse
en un mundo en que el poder
semiótico está bajo el control
de la derecha. Ganar una guerra
de comunicación en estas condiciones
es imposible, pero sí se
pueden desarrollar estrategias de
“guerrilla semiótica”, utilizando
los instrumentos simbólicos de la
derecha de mercado para evidenciar
sus contradicciones.
Simone Santini, profesor de la
Universidad Autonóma de Madrid.