Sudáfrica 2010: el Mundial de las incógnitas
- El coste de las obras de los estadios se elevará hasta cerca de los 2.000 millones de dólares / Brian Snelson
Del 11 de junio al
11 de julio de
2010, Sudáfrica
acogerá la XIX
edición del Mundial de fútbol.
Previamente, en junio
del presente año, será la sede
de la Copa Confederaciones.
Este evento, que
convoca a las selecciones
ganadoras de los torneos
continentales, quiere servir
para despejar las dudas sobre
la solvencia del país para
organizar la cita mundialista;
incógnitas que acechan
en múltiples frentes.
El primero en dudar fue el
propio presidente de la FIFA,
Joseph Blatter, cuando
ya en 2006 alertó sobre el
lento progreso en la construcción
y renovación de los
diez estadios que serán sede
del Mundial. De este modo,
en 2007 y 2008 tuvo lugar
una carrera contrarreloj en
la que las noticias sobre el
lento avance de las obras se
unían a las filtraciones de la
FIFA respecto a la existencia
de un plan B para desplazar
el Mundial a otro país.
Incluso se llegó a especular
con la posibilidad de que
Brasil, sede en 2014, adelantara
cuatro años su cita.
Finalmente, parece que
los estadios de Ellis Park,
en Johannesburgo; Loftus
Versfeld, en Pretoria; Royal
Bafokeng, en Rustenberg,
y Free State Stadium, en
Bloemfontein, verán la luz
en 2009.
La segunda gran sombra
está relacionada con la seguridad:
la que rodeará al conjunto
del evento y la de los
propios estadios. Respecto a
la primera, la organización
responde con cifras: de los
192.000 policías con los que
contará el país, 30.000 estarán
dedicados al Mundial.
En cuanto al interior de los
estadios, y tras la muerte de
22 personas en un campo de
fútbol de Abidjan (Costa de
Marfil) el pasado 29 de marzo,
los organizadores insisten
en que Sudáfrica es diferente.
“Esto no sucederá en
el Mundial porque las entradas
se ponen a la venta con
mucha antelación y porque
las fuerzas de seguridad impedirán
que los que no las
tengan se acerquen a los estadios”,
explicó el delegado
de la FIFA en Sudáfrica,
Danny Jordaan.
Sobreprecio
La incógnita más difusa alude
a la rentabilidad. El coste
de las obras de los diez
estadios se elevará hasta
cerca de los 2.000 millones
de dólares, muy por encima
de lo presupuestado. El crecimiento
de la inflación y la
depreciación del rand (moneda
local) han contribuido
a este sobreprecio, de modo
que las nueve ciudades sede
han debido endeudarse
con créditos adicionales.
Las voces críticas alertan
sobre el hecho de que tanto
las grandes urbes como el
propio Gobierno deberían
dar prioridad a las políticas
de integración social, educación
y salud; en particular,
insisten en la necesidad
de aumentar los fondos destinados
a atender la pandemia
del VIH / SIDA.
Los efectos de la crisis
económica ya se han dejado
notar sobre la venta de entradas.
En concreto, las empresas
que gestionan los forfaits
perciben un freno en la
demanda europea, que, sin
embargo, contrasta con el
buen ritmo de la venta en los
países africanos. Para la
Copa Confederaciones sí
parecen evidentes los efectos
de la crisis: de las
640.000 entradas disponibles,
hasta la fecha sólo se
han vendido 200.000.
Guión
La estrategia de promoción
del Mundial dará comienzo
tras la disputa de la Copa
Confederaciones y apelará a
los valores del evento.
Cuando se cumplen 20 años
del comienzo del fin del
Apartheid, el país que fue
símbolo del aislamiento internacional
por sus políticas
de discriminación racial acogerá
durante un mes a equipos
de 32 naciones, una representación
intercontinental
de razas y culturas.
Sudáfrica recibirá el foco de
los medios, que querrán contar
cómo ha evolucionado el
país y el rol crucial que juega
como cabeza económica
de la región. Y en ese relato
el fútbol se pergeñará como
un elemento de unión por
encima de las diferencias.
Es un discurso conocido
y reiterado que tal vez alcance
en Sudáfrica su cota
extrema. No en vano, el
precedente del Mundial de
rugby celebrado en este país
en 1995, considerado como
un elemento clave en la
unión de blancos y negros
en torno a los símbolos comunes
de la nación, puede
ofrecer una idea de la dimensión
simbólica que le
espera al Mundial de fútbol.
En aquella cita, la imagen
del entonces presidente
Nelson Mandela entregando
la Copa de campeón
al capitán de la selección
sudafricana sirvió como
emblema de la reconciliación.
La adaptación al cine
bajo la dirección de Clint
Eastwood de El factor humano,
el texto de John
Carlin que retrata la figura
de Mandela a la luz de
aquel Mundial de Rugby,
dibujará el terreno de juego
para contar el Mundial
de 2010.