Seis balas de la lucha armada en el cine
Jóvenes, guapos y armados, el
cine ha prestado mucha más
atención a los pequeños grupos
que tras el 68 se lanzaron
al asalto de los cielos, metralleta
en mano, que a los movimientos
de masas que se desarrollaron
en esta misma época.
Con una mirada, entre la
fascinación por la épica, la erótica
de la violencia, y el reproche
paternalista, he aquí algunos
de los muchos, y generalmente
no muy afortunados, filmes
sobre el terrorismo de izquierdas
en Europa y EE UU.
RAF: Facción del Ejército
Rojo
La banda armada más cool de
la extrema izquierda protagonizó
una anodina película de
2008, dirigida por Uli Edel, que
reconstruye sin gracia ni salero
la peripecia de estos airados
hijos del milagro económico
alemán.
Después del poderoso arranque
de la película, los enfrentamientos
entre policía y manifestantes
con motivo de la visita
del sha de Persia a Berlín del
Este, la película pasa a ser una
reconstrucción histórica tan
bien ambientada como tópica,
llena de personajes planos
y acartonados, y consolida la
versión oficial de unos terroristas
que deciden tirar más por la
calle del suicidio debido a su
cuelgue mental, que a los tejemanejes
represivos del Estado
alemán. Paradójicamente, ese
final puede ser lo más provocador
de una cinta previsible,
sobre todo para un público izquierdista
que seguramente esperaba
ver y oír la denuncia del
terrorismo de Estado.
The Weathermen Underground
Otro grupo tan cool como la
RAF, pero mucho menos conocido,
The Weathermen Underground,
nombre tomado de una
de las mejores canciones de
Bob Dylan, protagoniza este soberbio
documental de 2002 del
norteamericano Sam Green.
Una pequeña obra maestra que
nos sumerge en los turbulentos
años ‘60, cuando, al calor de
los acontecimientos mundiales,
mayo del 68 y las guerrillas del
Tercer Mundo, muchos jóvenes
activistas ven posible incluso la
revolución en EE UU, “traer la
guerra a casa” como dicen ellos.
¿Exceso de voluntarismo político
o de tripis? Un poco de todo,
ya que estos jóvenes blancos de
clase media radicalizados por la
guerra de Vietnam y el racismo institucional, comienzan mezclando
marxismo y acido lisérgico,
hasta que al ver cómo se
las gasta el FBI, y de ver cortar
las barbas de los Panteras Negras,
se convierten en una organización
seria y disciplinada,
más influida por el centralismo
leninista, que por los viajes psicodélicos
y la experimentación
sexual de sus inicios.
En su haber,
una impecable hoja de servicios,
multitud de bombas en
edificios gubernamentales en
diez años de existencia, y ninguna
víctima mortal. Tras entregarse
voluntariamente en los
‘80 (nunca los cazaron), pasaron
una breve estancia en la
cárcel, de la que la mayoría
salieron bastante airosos.
Bernardine Dohrn y su marido
Bill Ayers, líderes de la banda,
son ahora un modélico matrimonio
progre de profes universitarios
que vive a orillas del
lago Míchigan.
Salvador
El efímero y apasionado MIL
(Movimiento Ibérico de Liberación),
pequeña organización
armada de orientaciones autónoma
y consejista, pasará a la
historia por el cruel asesinato
en el garrote vil de uno de sus
integrantes, Salvador Puig Antich.
Rescatada del semiolvido
en la última década por diferentes
publicaciones e iniciativas,
la historia de Puig Antich,
sirve a Manuel Huerga para
realizar una interesante película
política, contada con garra
y ritmo y bien interpretada.
Aunque no está exenta de clichés,
tópicos y horteradas visuales,
tiene también unas
cuantas secuencias brillantes,
como la de los jóvenes y guapos
atracadores del MIL asaltando
un banco al ritmo de
Jethro Tull, o sobre todo la del
siniestro verdugo y la ejecución
a garrote vil. La película
disgustó a los autoproclamados
herederos del MIL, que la
condenaron por el presunto
vaciado de la carga anticapitalista
del grupo y por la mercantilización
de la memoria de
Salvador. Pero ¿alguien se
imagina una superproducción
similar sobre alguno de los sindicalistas
comunistas que protagonizaron
las huelgas contra
la Dictadura? Sospecho que no.
Juego de lágrimas
La comparación Irlanda del
Norte versus Euskadi, produce
a veces envidia, no sólo porque
el problema de la violencia ya
está allí en vías de resolución
total, a pesar de las terribles secuelas
que ha dejado en una sociedad,
mucho más dividida y
crispada, eso sí, que la vasca,
sino también por el buen cine
que los irlandeses han hecho de
su historia, incomparable con
la cutrez de la mayoría de las
películas sobre ETA. Juego de
lágrimas es una curiosa historia de amor entre un integrante
del IRA y una transexual con
el conflicto norirlandés como
telón fondo. Una película tan
marciana como interesante,
donde sobresale el buen hacer
de dos grandes actores, Forrest
Whitaker y Stephen Rea.
La segunda vez
Alejada de la espectacularidad
del cine sobre lucha armada, La
seconda volta es una película de
Mimmo Calopresti realizada en
el momento de la excarcelación
de muchos ex miembros de las
Brigadas Rojas. La película problematiza
la imposibilidad del diálogo y la reconciliación, tanto
tiempo después, entre los ex
brigadistas y sus víctimas, a través
de la historia de un profesor
universitario interpretado por
Nanni Moretti, y su frustrado
reencuentro con la ex activista
que hace años atentó contra él.
Se da la peculiaridad de que la
actriz que da vida a este personaje
Valeria Bruni, cuñada de
Nicolás Sarkozy, pertenece a
una familia burguesa que tuvo
que refugiarse en Francia de la
acción de las Brigadas Rojas.
Buenos días, noche
El asesinato del líder democristiano
Aldo Moro por las Brigadas
Rojas dinamitó el pacto que
los comunistas italianos querían
alcanzar con los sectores
más democráticos de la burguesía
italiana, reforzando a la vez
los aspectos más oscuros, represivos
e inquietantes de la República
Italiana. El asesinato, aún
no del todo aclarado, y que supuso
el principio del final de las
Brigadas, se presta a todo tipo
de especulaciones. Marco Bellocchio
se aleja de la parte más
política de la historia para centrarse
en las dudas de Chiara,
una joven brigadista implicada
en el secuestro del primer ministro
italiano.