El rompecabezas de la memoria
La doble vida del faquir debe su título a una anécdota curiosa, punto de partida del filme: el descubrimiento de una película amateur de aventuras protagonizada por los niños de un orfanato catalán y rodada en el verano del ‘37, en plena Guerra Civil. Las imágenes de este singular documento dan pie a un juego de rompecabezas en el que se propone participar a los espectadores, compuesto por piezas muy diversas; la principal de ellas, claro está, es la Guerra Civil, vista con los ojos de quienes entonces eran niños. La memoria infantil de un verano en el que los tiros de la guerra quedaban amortiguados por la distancia permite reconstruir una época y dos modos de vida muy diferentes (el de los niños del orfanato, que viven de la caridad, frente al de las hijas de un marqués que tenía una masía cercana al lugar: una forma sutil de hablar de las dos Españas) que coincidieron gracias al empeño de un hombre fascinado por el arte de contar historias.
Por el camino se revela la búsqueda personal de la directora, que se persona y explicita su presencia en la narración, pues su padre fue uno de los huérfanos protagonistas; y finalmente, con una mirada esperanzada, el reto de recordar y retomar la memoria histórica y hacer de ella un bagaje para las nuevas generaciones. Mezcla de narración documental con procedimientos que se acercan a la ficción, La doble vida del faquir es deudora de las películas de José Luis Guerín y Joaquim Jordá (quien ejerce de solemne maestro de ceremonias); y constituirá una estimulante experiencia para quienes amen el trabajo de estos dos grandes maestros del documental.