“Ninguna expresión artística es indiferente a lo que pasa en la sociedad”
- VETERANOS. En la imagen, un concierto de Asian Dub Foundation, que lleva 10 años sobre los escenarios.
Anthony Roman
(bajista y vocalista
de Radio 4) afirma
que gran parte de
los ingresos conseguidos
con su exitoso disco Gotham!
(2002) se destinaron a
diferentes causas benéficas
y, durante su estancia en
Reino Unido, participaron
voluntariamente en una
campaña de prevención del
sida. “Fuimos a institutos de
Londres y dialogamos con
adolescentes, pero no nos
consideramos mejores que
nadie por haberlo hecho.
Sabemos que nuestro modo
de hacer algo socialmente
relevante es mediante la música”.
Precisamente Londres
es la ciudad que vio nacer a
Asian Dub Foundation
(ADF) hace más de una década,
colectivo musical que
da un paso más al fundar
Asian Dub Foundation Education
(ADFED), una asociación
que ofrece la posibilidad
de estudiar música a jóvenes
sin recursos. “Es una
entidad independiente en la
que hay gente de todo tipo
interesada en aprender música.
No es un coto cerrado a
una sola clase social, sino
una escuela abierta a cualquiera.
Nosotros nos conocimos
en un proyecto educativo
parecido y decidimos
montar el grupo, por eso creemos
que es importante continuar
en esa dirección”, desvela
Sonic (guitarrista de
ADF). Gracias a esta iniciativa,
profesores parados reciben
un sueldo por enseñar a
jóvenes cómo abrirse camino
en el difícil mercado musical,
ya sea con su grupo o
sumándose a las filas de los
propios ADF, como sucedió
en 2002 con la incorporación
de dos nuevos cantantes
(Aktar y Spex) reclutados de
dicho proyecto. “No nos limitamos
a enseñarles música.
Es muy importante que
sepan sacar partido a su talento,
pero más aún que sean
capaces de gestionar bien
el dinero que ganan. Queremos
transmitir la idea de
autosuficiencia para construir
libertad, que aprendan
a resolver sus problemas
para no depender de
las políticas gubernamentales
actuales”.
Independencia es una
constante en el discurso del
grupo británico, pero no entendida
desde una visión
global sino como algo más
práctico y cotidiano que debe
empezar por uno mismo.
“Cuando no eres capaz de
corregir tus malos hábitos
resulta estúpido pensar en
cambiar el mundo. Ser independiente
hoy en día es
esencial para salir adelante
y poder enfrentarte en
igualdad de condiciones a
gobiernos que desconocen
las necesidades reales de la
gente y optan por medidas
nada conciliadoras”.
Bush y Blair
Residentes en Londres y
Nueva York, era inevitable
que los sucesos ocurridos el
11-S y el 7-J cambiasen sus
parámetros compositivos
hacia una visión más global
de los problemas sociales.
Cuando los estadounidenses
Radio 4 formaron el grupo,
ninguno de sus componentes
había salido de su país
natal. No sería hasta 2003
cuando, gracias a su gira europea con parada en el festival
madrileño Festimad, conocieron
en primera persona
la realidad lejos de sus
fronteras. “En Nueva York
ves las cosas diferentes al
resto del mundo, crees que
nunca te va a pasar nada
porque estás protegido de
todo. Esa visión tan ingenua
de tu entorno se viene abajo
con el 11-S, dando paso al
miedo generalizado y a un
falso sentimiento de hermandad
ciudadana”, explica
Roman. Esta situación
motivó al líder y compositor
a crear el tema No reaction,
una dura crítica a la apatía
predominante en Estados
Unidos. “El neoconservadurismo
de Bush está restringiendo
cada vez más libertades
y permanecen indolentes.
Las decisiones de
nuestro Gobierno nos producen
auténtica vergüenza
no sólo como neoyorquinos,
sino como personas”,
comenta Roman sobre la
extraña relación de amorodio
hacia su país natal.
Con un título tan explícito
como Enemy of the enemy,
Asian Dub Foundation analizó
mediante nuevas composiciones
cuál era el estado
de la banda después de la invasión
de Iraq. “Hoy en día,
términos como ‘amigo’ o
‘enemigo’ están interrelacionados
y generan mucha confusión,
tanta que ya ni sabemos
quiénes son nuestros
verdaderos enemigos”. Este
mensaje entraña altas dosis
de visceralidad y desencanto,
el mismo que sufrió el
propio grupo al sentirse engañado
por el primer ministro
británico Tony Blair.
“Blair invita a las estrellas
del brit pop que invaden los
tabloides a cenar en su casa
de Downing Street para ganarse
el voto de los jóvenes.
Reconozco que le voté por
sus promesas de mejora social
y nunca jamás volveré a
hacerlo. Hablaba de viviendas,
salud y transporte; pero
se ha reencarnado en la figura
autoritaria de Thatcher
y defiende sólo intereses
económicos particulares”,
asiente resignado el guitarrista.
“Actualmente sólo Lula
me resulta esperanzador”.
Aclarando conceptos
Sin restarles mérito, el mensaje
propuesto por ambos no
dista demasiado del ofrecido
por The Clash hace más de
tres décadas y son plenamente
conscientes de ello.
“Nuestro mensaje no es nada
nuevo, es más viejo que
nosotros mismos y que la
propia música. Estas creencias
tienen cientos de años,
lo único que ha cambiado es
la forma de transmitirlas”,
reconoce el líder de ADF al
defender que entre arte y política
siempre ha existido
una dualidad indisoluble.
“Ambos términos están ligados
intrínsecamente. Ninguna
expresión artística es
indiferente a lo que pasa en
la sociedad. Arte y política
no se pueden separar, la diferencia
es que nosotros reconocemos
que nos afecta y
otros no, por eso dicen que
somos un grupo político”.
Esa etiqueta resulta especialmente
incómoda para
Radio 4, que consideran más
acertado el término ‘grupo
social’. “No tenemos ningún
propósito dogmático. El público
que viene a nuestros
conciertos busca diversión y
no presta excesiva atención
a las letras, otra cosa es lo
que hagan en sus casas.
Pretendemos hacerles pensar
pero no les obligamos a
cambiar de opinión”.
En sus inicios ADF coincidieron
con la eclosión de
bandas que fusionaban
rock y electrónica como
Prodigy o Chemical Brothers,
provocando que
parte de la prensa especializada
intentara colocarles
en el mismo movimiento a
pesar de sus más que evidentes
diferencias. “La crítica
debería olvidarse de los estereotipos
para referirse a nosotros.
No podemos ni queremos
controlar lo que piensan
de nuestra música, pero por
esa época pensaban que
transmitíamos un mensaje
agresivo sólo por el color de
nuestra piel, sin fijarse en
nuestras letras. Están más
preocupados por la forma
que por el fondo”.
Diez años después permanecen
vivos, con ilusiones renovadas
y recibiendo críticas
con la misma indiferencia.
“Ahora nos ven como unos
pesados que usamos demagógicamente
el compromiso
político y presumimos de
cargar el peso del mundo a
nuestras espaldas, cuando
seguimos haciendo lo mismo:
expresar lo que pasa por
nuestra cabeza. Ser músicos
nos da la oportunidad de amplificar
nuestro pensamiento”.
Haciendo balance de todo
este tiempo de lucha dentro
y fuera del escenario, el
guitarrista Sonic señala: “Si
ha servido para iniciar algo
de verdad, por mínimo que
sea y aunque sólo funcione
con una persona, nuestro
propósito quedaría justificado”.
Al margen de la empatía
con el público, siempre se
agradecen las nuevas y necesarias
vías que proponen
ADF o Radio 4 dentro del cada
vez más plano y conformista
pensamiento musical.
RADIO 4
Siempre vinculados a Nueva York,
cuentan con amplias trayectorias en
bandas underground. Apuestan por
otra vuelta de tuerca al punk rock
de estribillos contagiosos (The
Clash, Gang of Four) y acertadas
dosis de reggae. En 2002 arrasan
en las pistas de baile gracias al single
Dance to the underground y se
integran en la nueva escena neoyorquina
capitaneada por Interpol o
The Strokes, compartiendo con
ambos su gusto por las guitarras
bailables y los trajes caros. Tras ese
aspecto de banda efímera se
esconden cinco inconformistas que,
mediante la música, desean cambiar
su contradictoria ciudad.
EL PRODUCTOR
Expertos en mezclar estilos tan dispares
como punk, pop, reggae o
dub sin perder el rumbo ni la identidad,
los ocho componentes de ADF
tienen diferentes nacionalidades y
se conocieron en proyectos sociales.
Su sonido rupturista no desmerece
a sus composiciones, la mayoría
basadas en casos reales. En
1997 publicaron el single Free Saptal
Ram, dedicado a un paquistaní
condenado a cárcel por defenderse
de un ataque racista en Londres
ante la pasividad de la policía. En
1.000 mirrors la voz de Sinead
O’Connor reproduce el testimonio
de una mujer acusada de asesinar
a su marido después de ser humillada
y maltratada durante años. Se
inspirarían en un cortometraje de
François Bergeron sobre la inmigración
europea para crear Fortress
Europe y volverían a vincularse al
cine para componer la banda sonora
de la película El odio, dirigida por
Mathieu Kassovitz. Compartieron
giras con los desaparecidos Rage
Against the Machine y aún conservan
una gran amistad con su vocalista
Zack de la Rocha, participando
con él y su mujer en proyectos solidarios
en Asia y Latinoamérica. En
2003 actuaron junto a Radio 4 en
Festimad y este verano volvieron a
coincidir en Sonorama.