La deuda del fútbol
“Menuda borrachera que estamos sufriendo”, decía
uno de los personajes creados por Kiko Amat
en su genial novela Cosas que hacen BUM. Al leerlo
solté una carcajada, pero a la vez me dio que
pensar. La borrachera se generó espontáneamente,
ella sola, sin que el intoxicado hubiese hecho
nada, simplemente la sufría. Nada diferente
del “menuda crisis estamos sufriendo” tan habitual
hoy, aunque naturalmente la carcajada en
este caso es sustituida por la rabia y la indignación.
Resulta que estas cosas suceden porque sí,
son estructurales, “han sucedido unos despidos”,
ellos solos. Son situaciones que no hay forma de
evitar, aquí no hay culpables, arrimemos todos el
hombro para salir cuanto antes y blablablá. Todo
esto viene por el titular de moda estas semanas:
“El fútbol debe 750 millones de euros a
Hacienda”. Sí, por lo visto un deporte, un entretenimiento,
tiene una deuda escandalosa con todos
nosotros. Sin responsables ni culpables.
Recurriendo al tópico, fútbol es fútbol, nada
más, y lo que un grupo de empresarios hagan
con la excusa de este deporte es responsabilidad
suya, no del fútbol. Los deudores son los Gil,
Lopera, Lendoiro, Agapito y demás empresarios
de fama más que discutible. Sin embargo a ellos no se les señala, porque, igual que en la sociedad,
en el fútbol se privatizan los beneficios, y
cuando hay pérdidas, éstas son “del equipo” o
“del fútbol”, obviando que quien nos roba tiene
nombre y apellidos, tiene una responsabilidad
que no puede socializar junto a sus deudas.
Es el problema de no poder señalar a los culpables.
Porque entonces en vez de burbujas,
de crisis, y demás términos que admiten una
falsa culpabilidad colectiva, quizás tendríamos
que hablar de estafa. Y asumir que a uno le están
tomando el pelo es muy duro, haya balón
de por medio o no.
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