La búsqueda de un nosotros
Uno. Zubiak, acciones
e incursiones
en los puentes de
Bilbao, surge en el
marco de Periferiak para
dar una dimensión corporal
a unos encuentros anuales
que tienen como objetivo
crear espacios de pensamiento,
de reflexión y de acción.
Desde que arranca en
Livorno (Italia) en 2003,
Periferiak ha propuesto seis
encuentros en Bilbao y Donostia,
en los que Joaquín
Jordá, John Holloway, Paolo
Virno, Belén Gopegui,
Giovanni Arrighi, Santiago
López Petit, John Berger,
Gianni Celati, Marina Garcés,
Ruper Ordorika, Raúl
Zibechi, Emine Sevgi Özdamar
y Ramón Vera, entre
muchos otros, nos han permitido
descodificar y actuar
en el presente.
Puede decirse que cada
encuentro se ha convertido
en un laboratorio de lenguajes
y saberes híbridos,
en los que se ha tratado de
mantener una concepción
activa de irrupción en lo cotidiano.
Sin embargo, llega
un momento que ésta nos
exige una presencia del yonosotros-
cuerpo. Las ideas
necesitan pasar por el cuerpo
para hacerse experiencia.
Se trataría, por un lado,
de experimentar un nosotros
a ritmo real, que
nos proporcione un
sentido más exacto de
la realidad. Y por
otro, de romper el
aislamiento al que nos
lleva no sólo el ritmo
de dominación de la ciudad,
sino también la ilusión
de comunicación
de la virtualidad
tecnológica.
Así se gesta
Zubiak (puentes,
en euskera)
o la necesidad
de crear un nosotros
a través de la
representación.
Dos. En el fondo buscamos
dar una respuesta
colectiva, práctica
y directa a una pregunta:
¿quiénes somos nosotros?
Creadores, pensantes,
paseantes, almas
errantes, que rechazamos
ser reducidos a meros consumidores
y objetos de las
propuestas culturales y políticas
que se nos proponen,
dentro de una dinámica
aparentemente imparable
de banalización y espectacularización,
y a los que
además nos asusta tener
que convertirnos en homo
economicus si queremos
llevar adelante nuestras
propias propuestas.
Frente a la ausencia de
foro, cuando las instituciones
son cajeros que
financian la empresa
del silencio y los ciudadanos
somos su eco
que se hace empresa,
pensamos los puentes
como lugar de (des)encuentro.
Siguiendo
a John Holloway,
decidimos pensar
el presente desde la
perspectiva de un grito
que supere la autoreferencialidad
y que quiere
situarse en la perspectiva
del hacer.
Participan en las reuniones
actores de La
Ressistans, la Fábrica de
Teatro Imaginario y los bailarines
Jorge Lastra, María
Ibarretxe y Amaia Pascual,
entre otros. Iniciamos, asimismo,
un recorrido histórico
y socio-político por los
puentes de Bilbao con el arquitecto
Iñaki Uriarte. La
mayoría fueron dinamitados
durante la Guerra Civil,
pero buscamos también los
otros archivos, las microhistorias
de los puentes. El resultado
de todo este proceso
son acciones que pasan a
llamarse Zubiak I, II, III...
Las compañías establecidas
renuncian, de esta manera,
a sus nombres. Las acciones
se van alternando con las
conferencias, los talleres y
los conciertos que presentan
los encuentros.
Tres. La segunda cuestión
que necesitamos responder
colectivamente: ¿Qué está
pasando en Bilbao? La obviedad
abofetea: ha pasado
de ser una ciudad-fábrica a
una ciudad-marca cuyo objetivo
sería recuperar protagonismo
y atraer inversiones
con operaciones como el
Guggenheim, buque insignia
y marca indiscutible de
la ciudad. Lo que en la actualidad
está sucediendo en
Bilbao es sólo un eslabón
más de la (ausencia de) política
cultural que se impone
en el País Vasco y, claro está,
en el resto del Estado español.
Dada la extensión del
tema, podría decirse en líneas
generales que está desarticulada
y no tiene la coherencia
suficiente.
La habitual tendencia a la
extravagancia de Bilbao se
vive como insultante cuando
ni siquiera puede ser explicado
a la ciudadanía.
Léase, por poner sólo uno
de los muchos ejemplos, el
Rally que en julio del año
pasado tomó el presupuesto
y las calles de una ciudad
que un día Brecht describiera
como luchadora.
Cuatro. “El antagonismo no
se articula en una dialéctica
teatral de la victoria y la derrota.
Sí podemos pensar, en
cambio, en términos de desequilibrios,
de puntos de
ruptura, de desocupación,
de vaciamiento... Ahí es donde
podemos encontrar la
fuerza de un nosotros antagónico
capaz, ya no de ocupar
la escena, sino de vaciar
el teatro (...). El poder se
muestra entonces en toda su
crueldad, ridiculez y mezquindad”,
explicaba la filósofa
Marina Garcés en 2005.
Buscamos ser cuerpos
opacos, por los que pasan
ideas, gritos, pensamiento,
dolor, heridas, y más allá
de la centralidad del ‘yo’
nos situamos en la periferia
de nuestra propia identidad.
Para Cortázar un
puente es un hombre cruzando
un puente, si cambiamos
‘puente’ por ‘periferia’,
todo se convierte un
punto de fuga incesante
que da paso a la experimentación
y a lo probable.
En la actualidad, el tema
que La Ressistans compuso
e interpretó a ritmo de hip
hop durante una de sus acciones
sobrevuela un precario
devenir: “Ciudadanas,
ciudadanos (...) hagan juego
en la ruleta mediática
(...) my Bilbao is very moderno
(...) Noche guerrera,
aullar lobos, inventar la luna
llena, ángeles que exterminan
la vulgaridad, la ciudad
mentira (...) No existe
alto el fuego para top dinero...”.
Precariedad que prevé
posibles incursiones más
improvisadas y fugaces,
menos anunciadas, para recuperar
junto a otras experiencias
el sentido más profundo
de la acción-performance
y expresar la potencialidad
necesaria para
agujerear la realidad.
REVOLUCIONES ESPACIALES
_ Las performances, happenings,
actions o body art emergen a finales
de los '60 y '70 como nuevos
géneros escénicos que cuestionan
los espacios convencionales de
representación. Una acción podrá
ser cualquier situación que involucre
cuatro elementos básicos: tiempo,
espacio, cuerpo y relación intérprete-
espectador. En el intento por
redefinir las formas escénicas, la
propuesta original del happening
artístico tiene como tentativa producir
una obra efímera, que busca la
participación de quien mira como
sujeto activo. Se produce en lugares
públicos como irrupción de la
cotidianeidad y reapropiación del
espacio público. Un ejemplo cercano
de experimentación espacial es
el proyecto Spiral, coordinado en La
Rioja por Chris Baldwin.