Cuando el arte cuesta la vida
En septiembre las ciudades europeas
esperan la llegada del
otoño. El mundo de la cultura
se reencuentra en salas y eventos.
La televisión comienza
nuevas series y anuncia coleccionables.
Las páginas de las
secciones culturales hablan de
los próximos estrenos y ofrecen
nutridas agendas. El 25 de
agosto queda lejano y suena a
vacaciones. Pero hay que recordarlo
y contar lo que pasó.
Aquella tarde, en Sololá (Guatemala),
Lisandro Guarcax, director
del grupo Sot’zil y líder
maya kachikel, se dirigía a la escuela
oficial de Chuacruz de la
que era director y educador.
A finales de julio, Lisandro
había estado con su grupo, y
con la poeta K’iche’ Rosa
Chávez, el ceramista Carlos
Chaclán y el músico Ranferí
Aguilar en el Festival Internacional
de Pueblos Indígenas
Riddu Riddu, en el norte de Noruega.
Era la primera delegación
guatemalteca que participaba.
Chávez y Guarcax hicieron
además junto a otros artistas
un seminario sobre el cambio
climático desde el punto de
vista de pueblos indígenas
El 26 de agosto, el cuerpo del
Lisandro Guarcax aparecía en
la aldea Los Encuentros, Sololá,
con una soga en el cuello,
atado de pies y manos y con señales
de tortura. Los grupos
criminales abundan en Guatemala
y en gran parte de Centroamérica
y están ligados al
narcotráfico, a la oligarquía terrateniente,
a la Policía, al
Ejército y también a las empresas
transnacionales.
Hacer y decir determinadas
cosas cuesta la vida, y más si
eres indígena. Guarcax era
guía espiritual, investigador de
arte maya prehispánico, profesional
del teatro, la música y la
danza kaqchikel, y también padre
de un niño de siete años y
de una bebé recién nacida. Su
asesinato es político y racista.
“Todo apunta a que la razón de
su muerte está vinculada a su
pertenencia al grupo Sotz’il”,
afirmó la periodista Carol Zardetto
en El Periódico.
Con Lisandro son tres los
miembros de la familia Guarcax
asesinados. Sus primos Ernesto
y Carlos Emilio, también del
Centro Cultural Sotzil Jay, fueron
asesinados en 2009.
El mundo de la cultura está de
luto y consternado por su muerte.
Artistas, organizaciones indígenas,
sociales y campesinas
acaban de redactar un comunicado
público de denuncia: “Este
hecho criminal inaceptable afecta
profundamente a la cultura y
al arte en Guatemala, visibiliza
una vez más el clima de violencia
y zozobra que vivimos, la represión
y criminalización brutal
hacia los pueblos y las voces generadoras
de conciencia y la intolerancia
hacia un mundo distinto”.
El documento, que se puede suscribir enviando un
mail (tucorazonflorece [arroba]
gmail.com), exige al Estado de
Guatemala y al sistema de justicia
nacional e internacional que
su muerte no quede en la impunidad
y que se agilicen las investigaciones.
En 2009, las muertes
por violencia superaban las
6.450 personas.
Guatemala sigue desangrándose.
Pierde a su gente cada
día. Arrastra la segregación de
los pueblos indígenas y el racismo
de Estado, arrastra el genocidio
reiterado. Guatemala
también arrastra la impunidad,
el saqueo y la indolencia de organismos
internacionales.
- Escena de la ‘Danza de los Nawales’. El calendario sagrado maya consta de 20 nawales. Esta danza representa armonía, respeto y unidad entre la naturaleza y el ser humano GRUPO SOTZ’IL
Romper el ninguneo
Cuenta la historia maya que en
El Tablón de Sololá los primeros
abuelos kaqchikeles, Gagavitz
y Zactecahu, recibieron en
Iximche’ el fuego como símbolo
de la sabiduría por parte del dios
murciélago Tzotziha Chamalcan.
La gente de Sololá guarda
mucho respeto al Sotz’il (murciélago).
De ahí el nombre del
grupo que dirigía Guarcax.
Hablando con los abuelos y
abuelas de El Tablón, el grupo
Sot’zil aprendió a construir instrumentos,
a bailar y a contar
historias kaqchikeles con música
de marimba, flautas, pitos,
tambores, ocarinas, códices,
chinchines, caracolas... Su intención
con el teatro era “representar
las cosas trascendentales
para nuestras comunidades”,
expresó Guarcax. Su primera
danza no se estrenaría en
un teatro, sino ante el círculo
de ancianos de Sololá.
El artista maya huía de algo:
“Nunca convertir nuestro arte
en un folclor. La única forma de
que nuestra propuesta no sea
folclorizada es construirla a partir
de un sentido político”. El
grupo Sotz’il habla de política
desde la percepción de la cosmovisión
maya: “Sólo así es posible
la reivindicación de la cultura
original a través del arte”.
En 2001 el grupo creó el centro
cultural Sotz’il Jay. Con
otros colectivos de arte han impulsado
en Guatemala un movimiento
de la Juventud Indígena
que promueve el arte del
pueblo maya a través de la investigación
y la práctica del teatro,
la danza y la música.
El periodista Javier Payeras
escribió: “En poco tiempo [Lisandro
Guarcax] logró que
Sotz’il consiguiera romper con
los paradigmas de discriminación
y ninguneo que aún prevalecen
en el re-colonizado panorama
cultural de nuestro país.
Artistas de origen indígena que
han llenado de asombro a su
público, apostando por un teatro
experimental que emerge
de las raíces más profundas de
eso tan propio y tan exacto que
es la poesía”.
Sobre el interés creciente que
el centro ha provocado en niños
y jóvenes, Guarcax contaba: “A
veces nos preguntan ‘¿Así era
cómo bailaban los antiguos mayas?’,
la respuesta es no. Somos
mayas, pero nuestra danza se
ubica en la duodécima era de
nuestro calendario. Nuestra
danza es maya, respeta mucho
los elementos de nuestra cultura,
pero no se puede comparar
con otro tiempo y otro espacio”.
Además de un gran repertorio
de música maya kaqchikel,
el grupo Sotz’il ha montado dos
obras teatrales que han transcendido
Guatemala y Centroamérica.
Su primer trabajo fue
Kaji’ Imox, una obra épica, homenaje
a la vida y a la resistencia
de los Ajpop, últimos gobernantes
kaqchikeles, Kaji’ Imox
y B’eleje’ K’at, ante la invasión
de la ciudad de Iximche’ por el
español Pedro de Alvarado entre
1524 y 1530.
Para Víctor Barillas, que dirigió
la obra, la manera de hacer
teatro de Sotz’il es distinta:
“Tuve que quitarme todo el conocimiento
del teatro tradicional,
hubo que desoccidentalizar
el teatro para lograr presentar
una dramática propia y
congruente con el discurso de
lo que heredaron los abuelos.
Una evolución en la manera
que se transmiten las tradiciones
y las historias en la modalidad
oral”.
El grupo también montó Ajchowen
(El Artista), basada en el
libro sagrado Popol Wuj, donde
se cuentan las aventuras de Jun
B’atz (primer hilo del tiempo) y
Jun Ch’owen (primer sonido),
los creadores de las artes según
la cosmología maya. Y las danzas
Jun Ajpu’e Ixb’alamkej, y La
danza de los Nawales. Además
de participar en el Festival Riddu
Riddu de Noruega, el grupo ha
producido su primer disco, Jom
kamasotz.
Estas semanas miles de personas
le dicen a Lisandro
Guarcax “tu corazón florece”.
Sirvan estas páginas de homenaje
y también de denuncia.