Amores imposibles
Ennis del Mar, un rudo
joven cuya vida parece
condenada de antemano
a discurrir sin más horizonte
que la supervivencia,
emprende un viaje sin retorno
a la montaña Brokeback.
Allí se enamora, contra todo
pronóstico, de Jack Twist,
con el que pasa un verano
pastoreando ovejas.
Dirigida por Ang Lee, que
es capaz de hacer películas
tan interesantes como La tormenta
de hielo y perpetrar bodrios
como Hulk, Brokeback
mountain retoma un argumento
muy querido por el cine,
el de los amores imposibles,
aquellos que desafían
con su mera existencia la norma
y la ley. Lo interesante es
que un cineasta asiático es capaz
de hacerse con los códigos
del cine clásico norteamericano
y adecuarlo a la medida
de los tiempos: ahora, la
frontera que se impone entre
los enamorados es la homofobia.
Ennis no sólo ha de hacer
frente a una sociedad conservadora
y estrecha de miras, sino,
y sobre todo, al modelo de
hombre que le han enseñado
a ser, en un conflicto que le
enfrenta al abismo, sin referentes
a los que agarrarse.
Los pocos homosexuales de
los que alguna vez tuvo noticia
acabaron muertos, apaleados
en un sangriento ritual
de reafirmación machista.
Lee cuenta, además, con
dos grandes bazas: una, el
contraste entre el hermoso
paisaje de las montañas, espacios
abiertos donde tienen
lugar los escasos momentos
de felicidad de la pareja, frente
al entorno gris y angosto en
el que se sucede el resto de su
vida, simulacro de ‘normalidad’.
Y otra, sus magníficos
intérpretes, en especial un
Heath Ledger que consigue
expresar con tan sólo unas
miradas y balbuceos la desolación
de alguien a quien, del
ser amado, al final tan sólo
queda una camisa sucia.