Portugal: de la revolución de los claveles a laboratorio de la Troika
25 de abril de 1974. Militares y claveles. Más allá de la noticia de rigor en cada aniversario de la efeméride (que no acostumbra a incluir muchos elementos más que los anteriores), el proceso político que pusó fin a la dictadura de Salazar en Portugal es un asunto bastante ausente del debate en nuestros movimientos sociales y fuerzas transformadoras.
Sin embargo, es en cierta manera una anti-transición: la irrupción política de las clases subalternas que hizo que (al menos temporalmente) la élites perdieran la iniciativa y el control de la situación.
El caso portugués es quizás el último coletazo del ciclo de conflictos de finales de los años 60 y principios de los 70 que hicieron que la revolución estuviera de actualidad en Europa Occidental. La (pen)última revolución de Europa (Sylone, 2016) es un esfuerzo por rescatar ese momento de bifurcación histórica detrás de los mitos.
Como el mayo francés, la revolución de los claveles no se puede entender sin el empuje de los movimientos de liberación nacional del tercer mundo. Un 10% de la población activa portuguesa participó en el conflicto armado para mantener las colonias (Angola, Mozambique, Cabo Verde, Guinea, Santo Tomé y Principe).
Un esfuerzo humano y económico que pusó en evidencia que, después de 48 años, el modelo económico, social y político del "Estado novo" no era rentable siquiera para la oligarquía portuguesa, rentista y centrada en la exportación a esos (escasos) dominios de ultrarmar.
No obstante, no fue la clase dominante portuguesa la que movió ficha. La situación de subdesarrollo del país era un azote para las condiciones de vida de la mayoría social y la conflictividad se disparó tanto entre el estudiantado como en las fábricas.
Cuando se rompió el eslabón del ejercito y el Movimiento de las Fuerzas Armadas dio un paso al frente, empezó una dinámica de protagonismo popular basada en la autoorganización que es el foco central del libro. No se trataba de conseguir una democracia liberal homologable a las europeas, sino de construir una democracia de nuevo tipo y poner bajo el control de las clases subalternas toda la vida social. Así surgen las comisiones de moradores que ocupan viviendas, las ocupaciones de fincas, las comisiones de trabajadores y de barrio que llegaran a reunir miles de personas y representar un (disperso) contrapoder.
Los autores Fernando Rosas y Francisco 'Chico' Louça, ambos fundadores y dirigentes del Bloco de Esquerda, reconstruyen los acontecimientos y debates del proceso revolucionario. Ambos participaban entonces en fuerzas al margen del Partido Comunista Portugués –Louça en la LCI troskista y Rosas en el MRPP maoísta–, por aquel entonces la principal organización, con mucha diferencia, dentro del movimiento obrero y popular.
La 'izquierda revolucionaria' haría su última demostración de fuerza con el 16% en las presidenciales de 1976 de Otelo Saraiva de Carvalho, dirigente del COPCON y representante del sector más radical del ejercito. De todas formas, el MRPP apoyaría a un militar conservador y afín al PS en esas elecciones.
Los dos años en que los portugueses "vivieron peligrosamente" se cerraron con la estabilización de la situación y la aprobación de la Constitución. Una constitución, sin embargo, que incluye la marcha hacia el socialismo de Portugal y blindaba la nacionalización de ciertos sectores estratégicos. Conquistas de abril que se empezaron a desmantelar con una contrarrevolución política.
Una de las batallas ideológicas más fuertes era domesticar el significado del proceso revolucionario. Transformar la caída de la dictadura en un regalo de los militares que se tuvo que frenar por intentos de pustch del PCP durante el Verano Caliente del 1975.
Uno de los principales límites del libro es que es más un conjunto de artículos que una unidad. Sin embargo, esta fragmentación sirve para que exponga las consecuencias del no triunfo de la revolución. Un largo proceso de contrarreforma neoliberal, cuuyo motor fue la integración de Portugal en la Unión Europea con un rol periférico donde todas las victorias del 74 fueron reversibles. Además, una contrarreforma aplicada tanto por el Partido Socialista como por la derecha (el Partido Socialdemócrata y el Centro Democrático Social). Una anti-transición con un resultado demasiado parecido al de ésta.
Louça cierra con los últimos años en que el movimiento Que se lixe a Troika volvió a entonar el 'Grandola Vila Morena' y no es extraño porque el país ha sido uno de los principales laboratorios de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional con una consecuencias sociales devastadoras. Paro, emigración masiva, millares de personas en situación de pobreza… Una situación demasiado similar a la que provocó el estallido que puso fin a la dictadura de Salazar.