Rimando en clase: así son los talleres de hip hop de Pau Llonch
Por su capacidad de jugar con el lenguaje y de transmitir mensajes mediante las rimas, el hip hop es un estilo musical que se presta a una intervención de carácter crítico que lo desmenuce y ponga en manos de sus principales consumidores un instrumento para divertirse, formarse y dar rienda suelta a su creatividad de una manera constructiva.
Así lo entiende Pau Llonch, miembro del grupo At Versaris, quien lleva varios años impartiendo talleres de hip hop en institutos y centros culturales catalanes.
"Es un formato variable, en número de sesiones o duración, pero donde mejor está funcionando es en los institutos. Lo común en todas las sesiones es hacer una reflexión crítica sobre temas como la discriminación, ya sea homofobia, racismo o xenofobia, tanto en la historia como en la actualidad, y también en lo más micro: lo que supone poner etiquetas, generalizaciones, rumores, que tienen que ver con la emigración fundamentalmente. Luego ya entramos en la parte más musical, más técnica. La primera es una invitación para que les apetezca rapear sobre eso", explica a Diagonal.
El resultado más notable de su actividad es el vídeo Canvia el punt de vista, fruto de un taller en institutos de Sabadell en 2014. A partir de ahí, Llonch ha notado un crecimiento importante en la demanda de sus servicios. En La Báscula, un centro de la Zona Franca de Barcelona, está programado todos los miércoles hasta diciembre, lo que le permite hacer un taller con más continuidad y profundidad.
El esquema básico de estos talleres incluye una parte de capacitación musical en la que les da "algunas instrucciones –o más bien consejos, trucos para poder hacerlo 'guapo'– centradas en la estructura rítmica de los versos, la estructura melódica, recursos lingüísticos y literarios. Analizamos rimas que les puedan motivar".
La parte más potente del taller, reconoce Llonch, es la final, cuando los alumnos tienen tiempo para escribir sus versos, ya sean cuatro, ocho o un par de párrafos. Y si se tercia y están por la labor, que salgan a hacer una demostración a sus compañeros.
La ruptura de la formalidad y la horizontalidad de las clases ordinarias son dos de los factores que más gustan a quienes asisten a ellas. "Es cierto que desde fuera es más fácil llegar con la música y dar el taller y que resulte atractivo, pero sí que deberían incorporarse prácticas así a los programas educativos".
Para Llonch, los talleres "no son clases magistrales sino espacios en los que compartes tu experiencia. Intento ser lo menos categórico que puedo, lo importante es fomentar su creatividad. Una de las mejores cosas es cuando te vas y ves que los chavales están rapeando en el patio lo que han rimado en el taller".
"En la socialización secundaria de adolescentes, la música es muy importante, como fue un factor de politización para nuestra generación, por ejemplo"
Con su experiencia, Llonch analiza la relevancia de los mensajes vehiculados mediante la música y el efecto que puede tener sobre quienes la escuchan a determinada edad: "En la socialización secundaria de adolescentes, la música es muy importante, como fue un factor de politización para nuestra generación, por ejemplo. Intuyo que ese planteamiento crítico no es hegemónico en la música que escuchan y consumen los chavales hoy en día. El hecho de que escuchen música o tengan una sensibilidad musical no quiere decir que eso sea positivo en sí mismo. Ahí está la tarea de las actividades pedagógicas que se puedan desarrollar. Sin forzar, hay que buscar referentes apropiados. Por ejemplo, utilizo a Shadia Mansour porque reúne muchas cosas: es una mujer que rapea, que es árabe, palestina. Con ella se puede abrir mucho el foco de lo que quieres enseñar".