Ordenando las cosas chiquitas: un homenaje a Galeano en Lavapiés
Texto de Albert Moreno
La Tabacalera se llenó pronto, colocando el cartel de aforo completo al cuarto de hora de abrir las puertas. Una concurrida asistencia se acercó a dar un emotivo adiós al escritor de “Las venas abiertas de Latinoamérica”. Allí estábamos los de allá y los de acá, entre ellos el entrenador de fútbol y amigo Ángel Cappa, el poeta Luis García Montero, el periodista José Manuel Martín Medem… Fernando León de Aranoa o Juan Diego Botto que cerró la velada con ese retazo del texto de “derecho al delirio”:
¿Qué tal si deliramos por un ratito? ¿Qué tal si clavamos los ojos más allá de la infamia para adivinar otro mundo posible? El aire estará limpio de todo veneno que no provenga de los miedos humanos y de las humanas pasiones. En las calles los automóviles serán aplastados por los perros […]
Los amigos de allá, los más antiguos como Ángel Cappa nos recordaba cómo Eduardo se apasionaba por el fútbol como todo buen uruguayo… Un tipo que se indignaba profundamente, comentaba el antiguo entrenador del Tenerife, cuando una alineación no respondía a sus criterios para afrontar un buen match.
Eduardo Galeano (seguidor del Nacional de Montevideo) fue uno de esos escritores de las cosas chiquitas, o más bien del cotidiano que puso sus sentidos en ese hermoso deporte, el fútbol, más allá de los grandes traspasos y los contratos multimillonarios. Amante de las cosas de la calle, hijo del Maracanazo, no podía dejar atrás un fenómeno tan humano como el balompié. El fútbol a sol y sombra, es uno de los libros de cabecera de los amantes de la literatura y del fútbol, como otro compatriota que nos dejo hace tiempo, Benedetti.
Fernando León de Aranoa, hizo hincapié en lo importante de contar historias, y en cómo no es tan fácil hacer buenos cuentos, cortitos… como los hacía Galeano.
El director de cine recordó el día que conoció en persona a Euduardo Galeano “¿y si mi defrauda?”, nos confesaba en la velada de ayer. Temeroso un día de que uno de sus autores preferidos no fuera la persona que había imaginado, pero no fue así. Galeano era un hombre cercano y sabio, nunca defraudó en persona. Él era como escribía y como pensaba, honesto con sus creencias y su forma de vida. En la plaza de Catalunya nos visitó al 15M, y con las palabras tantas veces leídas, nos dijo, como el que se toma una caña, tierno y cálido, que los grandes sueños comenzaban aquí, ordenando las cosas chiquitas.
Las cosas pequeñas, no los grandes espectáculos. El mundo estaba hecho de estruendos, nos decía, los poderosos nos escribieron la historia colocando monumentos de bronce de grandes batallas. Los Nadies, nosotros, no existíamos. Sólo en la historia oficial de la humanidad aparecían los prohombres y los grandes monarcas… ¿pero y los pobres, el vecino del quinto, el niño de la esquina que perdía la pelota cada mañana, la oficinista? A esas historias cotidianas, las de los seres que sufren la enorme explotación e injusticia de un sistema que no está hecho para ellos, se dedicó Eduardo Galeano. El escritor uruguayo no está ya con nosotros, y las injusticias continúan… esperemos no olvidar el legado y seguir escribiendo, seguir haciendo.