“Somos diez apuntando a un mismo sitio”
Es probable que te haya llegado el rumor de una banda madrileña de exquisito soul añejo con una puesta en escena incendiaria y adictiva que salda sus directos con “no hay billetes”. Esa banda que ha llegado a tus oídos acaba de autopublicar su segundo álbum bajo licencia Creative Commons: Dignity & Freedom.
Un punto de no retorno fue la selección de Heaven bells como banda sonora de un anuncio. ¿En qué medida os ayudó disponer de un tema vuestro sonando con insistencia en radio y televisión?
Para lo que más nos sirvió es para demostrar que siendo Creative Commons, independientes, puedes llegar a sitios o circuitos que antes estaban reservados sólo a los que están metidos de lleno en la industria. Hemos saltado esa barrera.
Una de las principales novedades es la incorporación de la vocalista Mayka Sitté. ¿En qué medida ha modificado esta sustitución los objetivos y la forma de componer y trabajar de la banda?
El sistema de trabajo sigue siendo un equipo de personas que trabaja para un fin común y que se reparte el trabajo en departamentos: el trabajo musical, extra musical y de toda índole. Luego hacemos pequeños grupos de trabajo. Es el sistema que hemos aprendido a desarrollar con el tiempo y el que se nos da mejor.
Para la grabación habéis apostado por Santi Martín (The Sweet Vandals) y su estudio Funkameba. ¿Grabar en analógico y a cinta magnética es una apuesta estratégica para recrear el sonido añejo que tenéis en mente?
Lo bueno del analógico es que lo que importa es cómo se ha grabado esa toma, la energía que ha habido. Lo que nos interesa es que cuando escuches un disco, escuches a Freedonia tal cual: lo que vas a escuchar ahí es lo que somos, no hay maquillaje. No hay retoque ni postproducción.
¿Cuál es la aportación de Santi al sonido de la banda y qué clase de consejos os ha dado para llevarlo a cabo con éxito?
Él es una parte muy importante del sonido de la banda, porque mezclar en analógico es súper artesanal: tú pasas la toma y haces un par de ajustes, pasas otra vez la toma y haces otro ajuste, pero según va pasando la toma, él va subiendo, bajando, va tocando y así se queda la toma. Si ésa le gusta, así se queda. La mezcla es única. Si luego quiere hacer otra mezcla, no le va a salir igual. Por eso él también forma parte del sonido de la banda.
El aspecto más destacable de la banda es vuestra impactante puesta en escena. ¿Cuáles son los elementos claves a trabajar para que ninguna persona que asiste a vuestras actuaciones se sienta defraudado?
Hacemos cada concierto como si fuese el último. No es una cosa lineal, ni siquiera es una cosa que empieza en un nivel y acaba mucho más arriba, sino que vamos pasando por estados de ánimo diferentes: uno muy alegre, el otro es dolor, el otro es amor, el otro es algo muy primitivo y afrobeat. Creo que si cierras los ojos en un concierto, al final es como si estuvieras viendo una película.
Uno de los aspectos que más sorprenden de la banda es que vuestras actuaciones se cuentan por llenos. ¿Podríais revelar las claves para conseguir suscitar tanta expectación entre el público que os sigue?
El boca a boca. El ser humano tiene algo muy bonito y es que, cuando algo te toca, necesitas compartirlo. Tuvimos mucha suerte de hacer el primer disco a través de un crowdfunding, de todo eso salió esa comunidad y se creó ese tipo de sentimientos que va más allá de la música.
¿Os habéis planteado embarcaros en una gira europea habida cuenta del tirón que tenéis en España?
Que Freedonia puede funcionar en el extranjero es algo que está muy pensado en este disco y nuestra ilusión es pegarnos una gira por Europa y por el mundo. Ojalá sea en este disco y, si no, será para el tercero. Nosotros no nos ponemos techo en ese sentido.
“Vuestro corazón está diseñado para vivir en libertad” es el alegato que abre Dignity & Freedom, toda una declaración de intenciones. ¿Hasta qué punto cantáis a esa sociedad ideal en la que soñáis vivir?
Nosotros somos reflejo de una sociedad en la que vemos que todo está decayendo, todo está destruyéndose, y es un alegato para decir a la gente que ha llegado la hora de ser valientes, de recuperar la libertad y la dignidad que nos han ido robando durante mucho tiempo.
¿Hasta qué punto representa la barrera del inglés un hándicap en este sentido cuando el mensaje que estáis lanzando es potente a nivel político y social?
El mensaje que estamos lanzando es a nivel humano: lo que decimos es lo que sentimos, lo que nos rodea nos afecta. Llegas a tu casa y te afecta lo que estás viendo, lo que estás viviendo, lo que están viviendo nuestras familias, nuestros amigos, y al final te pones a hacer un tema, unas letras, unas melodías. Eso mismo se vive en el local de ensayo, nosotros hablamos de todo lo demás. Siempre hay un poco de reparo para intentar no mojarte. No, esto no es cuestión de mojarse, es una cuestión de sentido común. Ha llegado la hora de cambiar todo esto, y pensamos que va a ocurrir. Van a producirse un montón de cambios. Se va a producir un cambio de conciencia: la gente va a aprender a pensar que, si nos juntamos, podemos hacer cosas muy grandes. Nosotros hemos ido aprendiendo poco a poco en la banda muchas cosas que son extrapolables a cualquier ámbito de la sociedad: la forma asamblearia, la organización horizontal, cooperativa, el hecho de que la gente, si se une, puede hacer lo que se ponga por delante. Y si te encuentras barreras –la SGAE y mil barreras que se nos han planteado–, las hemos saltado porque somos diez personas apuntando a un mismo sitio, y diez personas apuntando a un mismo punto, es mucha potencia.