Jondo
Texto de Adrián Morillo
A finales del siglo XVIII, es posible que antes, se comenzaba a conocer en un cuadrilátero de la Baja Andalucía cuyos vértices fueron Cádiz, Ronda, Écija y Sevilla, la práctica flamenca. Realizada por comunidades gitanas que se asentaron en el espacio territorial descrito, consistía en el relato entre los propios gitanos de las miserias y sufrimientos que padecían durante sus vidas.
Se trataba de una práctica marginal en Andalucía, desarrollada en reuniones familiares donde se cuidaba que no hubiera nadie que no perteneciera al clan. En estas ceremonias se compartía un cante que relataba las vicisitudes, miedos, angustias y sueños de los integrantes de este pueblo. Un ritual desnudo, carente de guitarras y baile, donde el cante, jondo, era el único medio expresivo posible, entendiendo jondo como la máxima expresión de la angustia nacida de la experiencia y la memoria. Un cante sin educar ni adiestrar, una voz quebrada e incontrolada que surgía del sufrimiento de quienes lo compartían.
Desde finales del siglo XVIII hasta la actualidad ha evolucionado mucho la situación social de la comunidad gitana que se instaló en la Baja Andalucía. La práctica flamenca se fue haciendo progresivamente pública a medida que los gitanos se fueron convirtiendo en parte esencial de la sociedad andaluza. Esta integración del pueblo gitano ha permitido que en la actualidad la práctica flamenca se haya convertido en un arte estudiable y abierto así como en un espectáculo integrado dentro de la cadena económica contemporánea, provocando no pocas mutaciones respecto a su práctica original.
El ritual de confesiones privadas se ha convertido en interpretación abierta frente a un público ajeno, el sentir jondo ha dejado de narrarse a través de cantaores para pasar a la voz de intérpretes que cargan con la memoria de las vivencias de sus familiares. La espectacularización ha traído consigo la omnipresencia de la fiesta y el jaleo en la práctica flamenca, llegando a identificarse como el ritual folclórico por antonomasia en Andalucía. En definitiva, la progresiva apertura del flamenco a la sociedad le ha hecho perder su características primigenias.
La situación actual del flamenco ha llevado a plantear que la expresión flamenca jonda ha dejado de existir. Esta percepción es la que ha impulsado que desarrolle el presente trabajo fotográfico, consistente en la búsqueda de una forma de asumir y afrontar la existencia por parte de los herederos contemporáneos de la tradición flamenca originaria de la Baja Andalucía a través de la sensibilidad flamenca jonda. Un trabajo en el que se muestra la presencia del desgarre jondo en la contemporaneidad pese a la evolución que ha sufrido la comunidad flamenca de la Baja Andalucía.