La globalización de la obesidad
- DIETA IMPORTADA. Los productos con un alto contenido en grasas y azúcares han colonizado Latinoamérica.
Tener hipertensión, anemia, procesos
infecciosos frecuentes o retrasos
en el crecimiento y, al tiempo,
obesidad. Esto resulta cada vez
más habitual en las periferias urbanas
de los países con mayor pobreza.
La llamada liberalización de
los mercados, con la consiguiente
supresión de aranceles en los países
empobrecidos y la colonización
de productos de los países enriquecidos,
ha tenido consecuencias,
además de en lo económico, en la
salud de las personas que viven al
sur de las fronteras y las barreras
comerciales. Un estudio publicado
este verano en la revista de acceso
abierto Globalization and Health
señala que desde que se liberalizó
el comercio entre Centroamérica y
Norteamérica, las importaciones y
disponibilidad de alimentos procesados
con un alto contenido de
azúcares y grasas han crecido dramáticamente,
con un aumento a su
vez de enfermedades crónicas asociadas
a la dieta, como las enfermedades
cardiovasculares y ciertos
tipos de cáncer.
Centroamérica ha sufrido una liberalización
extensiva del comercio
en las dos últimas décadas y ha firmado
recientemente el Free Trade
Agreement [Acuerdo de Libre Comercio]
con EE UU. La media de
aranceles en Centroamérica descendió
del 45% en 1985 a cerca del
6% en el año 2000 y el volumen de
importaciones se duplicó en poco
más de una década, de 1990/92 a
2000/05. Durante este periodo, por
ejemplo, las importaciones de queso
procesado, como el queso en lonchas,
creció un 3.215% hasta convertirse
en el 37% de la importación
total de queso de EE UU.
En las periferias del mundo
En el resto de Latinoamérica se han
vivido procesos similares. La denominada
transición nutricional de los
últimos 25 años ha consistido en comer
alimentos con más grasas y azúcares
y menos contenido en fibra y
nutrientes esenciales. Los altos precios
de las frutas y las verduras frescas
han convertido estos productos
de la tierra en alimentos inaccesibles
para las personas con menos ingresos.
El placer inmediato que proporcionan
los alimentos procesados con
grasas y azúcares, su capacidad para
saciar y su bajo costo hacen que estos
productos sean muy populares
en las periferias del mundo, donde la
información sobre lo ‘ecosaludable’
no llega y donde salir a hacer footing
puede ser un deporte de riesgo.