Un camino trabado hacia la normalización
- EXPOCANNABIS EN LEGANÉS. La venta de semillas de cáñamo se ampara legalmente en la Convención de Viena de 1961. // Agustín Lacalle
La aprobación parlamentaria en
enero de 2004 de una ley que enumera
una lista de plantas prohibidas,
entre las que se encuentra el
cannabis, ha generado desasosiego
en las grow-shops, tiendas especializadas
en productos relacionados con
el cáñamo, expuestos a multas astronómicas
de hasta 280.000 euros
por la comercialización de productos
considerados ilegales. La venta
de semillas de cáñamo se ampara legalmente
en la Convención de Viena
de 1961 -suscrita por el Estado español-,
que permite la tenencia de este
tipo de semillas. Además, el cultivo
de plantas de marihuana es justificable
legalmente bajo tres supuestos:
uso ornamental, investigación científica
y preservación biogenética de
la especie. Sin embargo, se penaliza
la distribución para ser fumada, a
pesar de ser un hecho cada vez más
habitual. “Las leyes prohibicionistas
no han servido para nada, los
jóvenes tienen acceso a la marihuana
y pueden hacerlo en lugares
marginales donde entran en contacto
con otras drogas”, dice Luis
Higaldo, consultor especialista en
temas cannábicos.
Los propietarios de los growshops
se quejan de la criminalización
que sufren por parte de la
Administración. Se sienten acosados,
vigilados. Ahora están expuestos
a la arbitrariedad legislativa, a la
mayor o menor permisividad jurídica
sobre la venta de semillas de cáñamo.
“Somos pequeños empresarios
que arriesgamos nuestro dinero,
por eso pedimos que se regulen
nuestras actividades, que no existan
vacíos legales que sean utilizados en
nuestra contra”, dice María Eugenia
Rodríguez, presidenta de la Asociación
Central de Cáñamo (ACECA),
creada para hacer frente común en
las reivindicaciones del sector.
Algunas voces críticas señalan
que la despenalización es una utopía
mientras la ilegalización genere oscuros
beneficios a empresas y gobiernos.
Se penaliza a pequeños camellos,
comerciantes y consumidores
para no atacar la raíz de la cuestión.
Ante la dificultad de legalizarlo,
queda el recurso de la normalización
social del cannabis. Federico Calvo,
propietario de El Globo, un banco de
semillas abastecedor de grow-shops,
afirma que “normalizar el cannabis
es fiscalizarlo, si el sector genera dinero
y puestos de trabajo será más
difícil que lo repriman”. En sus folletos
publicitarios, El Globo explicita
que su único afán empresarial es invitar
a la gente a que participe en la
preservación de la biodiversidad genética
mediante la colección de semillas
de cáñamo. “Hay que actuar
siempre de acuerdo a la ley”, afirma
Calvo con una sonrisa.
En la feria también hay lugar para
diversas asociaciones que luchan
por la despenalización. La ENCOD
es una coalición internacional de
ONG por una política de drogas, que
difunde los conflictos jurídicos relacionados
con las mismas. Su función
de ‘lobby cannábico’ ha sido importante
para que el Informe Catania
fuese finalmente aprobado en el
Parlamento europeo. Dicho informe
solicita una revisión de las políticas
sobre drogas de los países de la UE
que debe basarse en la información,
la prevención y la reducción de daños.
Actualmente, la ENCOD centra
sus esfuerzos en el caso de Marc
Emery, canadiense que puede ser
condenado a muerte si es extraditado
a Estados Unidos, cuya justicia le
acusa de vender semillas de cáñamo
por Internet. “La Unión Europea debe
alejarse de las políticas represivas
marcadas por el Gobierno de EE UU
y ofrecer una legislación sobre drogas
coherente con la realidad de sus
sociedades”, dice Quim Serra, redactor
de la revista Cáñamo, que considera
que la aceptación social de la
marihuana debe ser utilizada para
obligar a la clase política a despenalizar
su venta y consumo.
Pero todavía quedan pasos hacia
su completa normalización e incluso
en las ferias del cáñamo los vigilantes
de seguridad realizan registros a
la salida del recinto. Los exhibidores
deben buscar constantes subterfugios
legales e ingeniosos asesores
jurídicos para continuar con sus actividades.
Así, se venden extractores
de polen para elaborar hachís como
separadores de especias o se organizan
cursos de cultivo de marihuana
donde la parte práctica se realiza con
geranios. Del encuentro surgieron
iniciativas como la construcción de
una urbanización ‘cannábica’ en la
Sierra de Gredos o el alquiler de un
terreno para promover el autocultivo
de 700.000 plantas de marihuana.
Pero fumar marihuana estuvo
prohibido una vez más en este encuentro.
Allí ‘sólo’ se enseñó a cultivarla,
a transformarla, a vaporizarla,
a iluminarla, a cortarla, a coleccionarla
y a conservarla. Otra cosa es
que en la práctica se fume. Robe
Iniesta, líder del grupo Extremoduro,
suele acabar sus conciertos
con la siguiente reflexión: “Ya sabéis,
estáis en un país libre. Eso sí,
¡que no os vean!”.
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