Antes de empezar el texto queríamos aprovechar para disculparnos. Cuando iniciamos este proyecto nos comprometimos a seguir una periodicidad quincenal o mensual como mucho. En los últimos meses esto no ha sido posible, por diferentes razones, de índole personal, laboral, etcétera. Aunque hemos valorado esta situación y hemos tratado de poner los medios para evitar que no se repita, no podemos asegurar que podamos alcanzar dicha periodicidad. En cualquier caso lo intentaremos. Y ahora, sin más preámbulos…
Inmediatismo
En primer lugar, deberíamos evitar caer en el juicio inmediato. Las reflexiones sobre estos procesos de participación institucional siempre deberían ser a medio plazo.
Por ejemplo, la valoración de la gestión de las instituciones del estado capitalista ha de mirarse con cierta perspectiva y no entusiasmarse con que la nueva Alcaldesa vaya en Metro o sea capaz de paliar, y habrá que ver hasta que punto, problemas como el de los desahucios o la pobreza energética. Aquí los partidarios suelen entrar en un juego clásico: es el de acabar justificando lentamente los muchos compromisos y claudicaciones que se van haciendo a lo largo de la legislatura. Sería interesante que algunos se atreviesen a trazar ahora las líneas rojas que, para ellos, harían de esta experiencia un fracaso.
Tampoco tendría sentido esperar una “traición” en las primeras semanas. Salvo que venga así de casa, es poco probable que un nuevo concejal o diputado se lance a una orgía de mariscadas, corrupción y cocaína por el simple hecho de sentarse en su nuevo sillón. Por ejemplo, cuando se habla del proceso de institucionalización de Los Verdes en Alemania, hay que recordar que fue un proceso que duró años, no semanas. Desde que Joschka Fischer entrara en el Bundestag en 1983 hasta que participó en el bombardeo de Kosovo pasaron 16 años aunque, por supuesto, Los Verdes ya llevaban completamente integrados desde mucho antes. También es cierto que, como todo el mundo sabe, los programas electorales están hechos para incumplirse. Forma parte del juego de la Real Politik y la gente lo toma como tal por lo que nadie suele sorprenderse. Obviamente no lo estamos justificando, este es uno de los motivos de nuestro rechazo a lo institucional-electoral, simplemente decimos que aunque debamos señalarlos y denunciarlos, no es de esperar que tengan una gran eficacia de deslegitimación institucional.
A dos semanas de las elecciones…
El objetivo principal de este blog no es tanto un análisis crítico de lo electoral sino una crítica de la participación institucional y una reflexión acerca de la posibilidad de construir caminos alternativos. Por tanto, nuestra valoración de lo ocurrido el 24M se va a centrar más en lo que pueda ocurrir desde esta perspectiva que en analizar cómo se ha llegado a esta situación. Por motivos de tiempo, espacio y, sobre todo, de cercanía geográfica nos limitaremos casi exclusivamente a Madrid. Aunque muchos aspectos serán comunes, muchos no serán generalizables ni pretendemos que así sean. Esperemos que los compañeros de fuera de Madrid encuentren útiles este análisis para el que hagan en sus propias ciudades.
Como imaginamos todo el mundo sabrá, el resultado del 24M en Madrid tiene dos puntos clave: en primer lugar, el derrumbe del PP, dueño y señor de capital y comunidad desde hace 26 y 20 años, respectivamente. Por otro lado, el espectacular resultado de Ahora Madrid que, no sólo llevó a cabo el ansiado sorpasso al PSOE, sino que no quedó lejos de ser primera fuerza política en la capital. El resultado es que Manuela Carmena fue investida el pasado día 13 alcaldesa de Madrid, con el apoyo del PSOE, con el que ha suscrito un pacto de gobierno. Repasemos ahora algunos aspectos de este resultado:
La participación va por barrios
En el mundillo libertario en general nos gusta fijarnos en las cifras de participación electoral. Nosotros no damos, a día de hoy, especial importancia a la abstención como táctica o como principio (aunque este es otro debate) pero estas cifras dan una idea de lo que ha pasado en Madrid.
En primer lugar hay que mencionar el desplome del PP, que ha sido generalizado. En las autonómicas, la pérdida de votos del PP está entre un 40% en los barrios con rentas más bajas y un 20% en los de rentas más altas y lo mismo pasa en las elecciones locales. El PSOE también cae en todos los distritos pero, curiosamente, su patrón es el opuesto: cae más cuanto mayor es la renta promedio del distrito.
Mucho se ha mostrado ya el mapa de votos pro distritos que muestra un Madrid dividido en dos. Ahora Madrid gana en todos los distritos del sur además de San Blas y Centro, mientras que el PP consigue mantenerse como primera fuerza en los del norte. El PSOE desciende hasta la tercera y cuarta posición en algunos casos, pudiendo entonces dar gracias por situarse al final como llave de gobierno gracias a la segunda posición de Ahora Madrid. De hecho, es incluso adelantado por Ciudadanos en Barajas, Chamartín, Chamberí y Retiro. En cuanto a IU, que decir, los líos internos de IUCM y el empuje de Ahora Madrid la han borrado del mapa como fuerza política en la alcaldía y la comunidad.
Si bien la participación se ha mantenido en valores más o menos normales para lo que vienen siendo las elecciones en España, apenas ha aumentado un punto porcentual en Madrid, no parece descabellado pensar que el voto de la derecha ha tendido a abstenerse más esta vez por el descontento con el PP, mientras que por el contrario, la izquierda se ha movilizado más para votar a Ahora Madrid, pues se observa que el aumento de la participación es mayor en los distritos en los que el PP pierde más votos, gana Ahora Madrid y el PSOE no cae con tanta fuerza.
El voto de Ahora Madrid es un voto transversal, pero que se concentra claramente en las zonas de menor renta de la ciudad; la mitad sur de Madrid ha desplazado en gran medida al PSOE como alternativa política, impulsando a esta nueva formación que no habría podido alcanzar los resultados electorales logrados para la Alcaldía sin el mencionado enraizamiento en los barrios obreros.
Parece claro que, en estos distritos, Ahora Madrid se ha visto como una opción si no de gobierno, sí como la herramienta idónea para la expulsión del PP de las instituciones. Aquí, sin duda, la novedad y la sorpresa política han jugado un papel, dando lugar a un efecto similar al generado por Podemos en sus inicios.
El PSOE
Como decíamos arriba, Ahora Madrid ha conseguido lograr el ansiado sorpasso al PSOE convirtiéndose en fuerza hegemónica de la izquierda en la capital. Habría mucho que analizar sobre este fenómeno: el “peculiar” carácter de Antonio Carmona, candidato socialista en la capital, o el que no contase con un apoyo decidido de su propio partido, cómo la campaña de Aguirre para movilizar al bunker acabó por conseguir movilizar aún más a la izquierda, el fenómeno fan en torno a Manuela Carmena[1], etc. A nosotros nos gustaría comentar como uno de los puntos clave el que apenas una semana antes de las elecciones, El País anunciase en portada el empate técnico entre Carmena y Aguirre. Se ha hablado mucho del carácter performativo de las encuestas, de su capacidad para influir en el voto, y, sin querer darle la principal importancia, desde luego en este caso ha sido posiblemente el empujón final a la candidata, al traspasar el voto útil del PSOE a Ahora Madrid.
Sin embargo, Ahora Madrid no tiene la fuerza para gobernar en solitario y por tanto, depende del PSOE, por mucho que este quede en una clara posición de subalternidad. Visto en perspectiva y dado que el resultado en Madrid era claramente inesperable un mes o dos antes de las elecciones, la única opción realista para “ganar” era algún tipo de acuerdo con el PSOE. Por supuesto no vamos a dejar pasar la oportunidad de señalar la tremenda contradicción de gobernar gracias al PSOE para todos aquellos que han repetido aquello de “la misma mierda es” o para los que señalan que el PSOE es, en realidad, el principal garante del “régimen del 78”. Sin embargo lo que más nos interesa en este caso es la situación que genera esa dependencia respecto al PSOE y cómo se gestionará. En este sentido, las elecciones generales de Noviembre marcan un punto de inflexión. Probablemente, el PSOE no tenga mucho margen de maniobra antes de Noviembre. Por un lado, tiene al PP azuzándole por la derecha por pactar con “extremistas” y “radicales”. Por otro lado, tiene que mostrar que realmente es algo diferente del PP para recuperar a sus votantes que se han pasado a los nuevos partidos. Aunque podría jugar la carta de la ingobernabilidad (cuando uno habla del PSOE ya no sabe muy bien que pensar) quizás es más probable que intenté dejar todo en un “sí pero no” hasta las generales, pero ¿qué pasará después?
Ahora bien, lo mismo puede decirse de Podemos, que actualmente está inmerso en un debate sobre qué es lo que realmente significa ocupar la centralidad del tablero (que gracioso es cuando ni ellos mismos saben muy bien qué significan sus metáforas).
No parece muy probable que las tendencias más “moderadas” de Podemos (a nosotros nos gusta llamarla fracción Bescansa-Errejón, por eso de recuperar el lenguaje de las intrigas palaciegas de los viejos Partidos Comunistas) estén por la labor de poner en práctica las medidas más “radicales” del programa de Ahora Madrid antes de las generales, arriesgándose a que Ciudadanos les coma terreno por el lado del (re)cambio. Va a ser curioso ver como los pactos postelectorales y las medidas de gobierno, por un lado, y el debate estratégico de Podemos se influyen mutuamente de aquí a Noviembre.
Resumiendo, parece evidente que la gobernabilidad de Madrid y, sobre todo, el margen de maniobra de Ahora Madrid para imponer sus medidas más “radicales” van a depender completamente del resultado de las generales. Nosotros nos vamos a mojar y pensamos que, hasta entonces, la cosa se va a quedar en una calma chicha, regada de muchas declaraciones de intenciones y gestos simbólicos y sacudida quizás de vez en cuando por alguna medida cosmética que otra. Dejamos por tanto, esta cuestión abierta para ver cómo se desarrolla en el medio plazo.
En la segunda parte de estas notas de valoración post-electoral trataremos uno de los temas que más nos ha interesado desde el principio de @equilibrismos: la justificación del Asalto Institucional por la posibilidad de utilizar las instituciones para generar movilización social.
[1] Más allá de los memes, otro de los grandes activos de Carmena ha sido pertenecer a la generación que “hizo”la transición, de manera que la Nueva Política se veía culminada por una candidata capaz de conectar con aquellos sectores afines al correlato de la transición incólume, tradicionalmente vinculados al PSOE. Este hecho cargado de significado, unido a la proyección cuasipublicitaria de una Manuela jovial, cercana y humilde a pesar de su estatus high class, conforman un capital simbólico que en gran medida es responsable de estos resultados electorales.