Hoy se ha conocido que el recibo de la luz se reducirá un 6,7% en abril tal y como quedó establecido ayer en la subasta de la energía CESUR, que fija el precio de la electricidad cada tres meses. Esta bajada se debe a una reducción de la demanda y en una mayor presencia de energías renovables en el sistema eléctrico.
El precio de la electricidad se establece según la última tecnología que oferta en el pool. Para explicarlo de manera sencilla, las primeras en entrar son las renovables y la nuclear que ofertan a precio cero, luego las centrales de ciclo combinado y, por último, el carbón. Las renovables ofertan a cero debido a que su recurso es gratuito y la nuclear debido a que el coste de parar la central es más caro que seguir produciendo. A pesar de esto, en enero hubo periodos en los que la nuclear ofertó a 21 €/MWh, por el temor de que se pudiera satisfacer la demanda sólo con renovables y nuclear y terminarán, realmente, ingresando cero.
La bajada de la luz responde, por tanto, a que una mayor cantidad de demanda (en constante descenso paralelo al descenso de la actividad productiva) puede ser satisfecha con renovables, especialmente eólica e hidráulica. De esta manera, las renovables desplazan del pool a las térmicas y reducen el precio total al que se oferta la electricidad.
Por otro lado, los detractores de las renovables argumentarán que esta reducción del precio de la luz que paga la ciudadanía redundará en un incremento de la partida de las primas a las renovables. Es cierto. Las primas a las renovables son un incentivo para el desarrollo de esta tecnología que, como se está demostrando, ofrecen beneficios económicos y ambientales. Las primas establecen un precio fijo de retribución a las renovables independientemente del precio de la electricidad. Cuanto menor es el precio final de la electricidad, mayor es la distancia para alcanzar las primas. En este sentido, el hecho de que la electricidad sea más cara contribuye a que la partida a las primas sea menor.
Sin embargo, los beneficios de las renovables ya se están notando y, además de los ambientales, se traducen en un beneficio económico para la sociedad. Las renovables, además, expulsan a las energías contaminantes y caras del sistema. No es de extrañar la campaña de acoso que sufren las renovables por parte de las empresas que pueden ver amenazados sus ingentes beneficios basados en fósiles.
Por otra parte, las renovables contribuyen a la soberanía energética de todo el modelo, factor especialmente importante en un sistema como el español que debe importar el 80% de las materias primas energéticas. No tiene sentido, por tanto, seguir importando ingentes cantidades de gas, uranio o petróleo o apostar por técnicas como el fracking cuando existen recursos gratuitos como el sol y el viento.