Dani Sánchez
Balcón de Pineta
[Pirineo Aragonés]
42º 40´46´´ Norte , 0º 4´145´´ Oeste, 2530 metros
En el valle hacía bastante calor. Nos lo tomamos con calma. Bebíamos cerveza y preparamos los macutos con tranquilidad en una increíble tarde de mayo. Organizábamos el material para subir la pared norte del Monte Perdido. Los piolets, los crampones, la ropa de abrigo, algo de comida y unas cervezas que dejaríamos escondidas bajo la nieve para la vuelta.
Nuestra idea era subir a dormir al refugio de Tucarroya y al amanecer encontrarnos con Peio en el espectacular balcón de Pineta. Desde ahí los tres escalar la pared norte. Sabíamos que la hora no era la mejor para subir algunas de las palas de nieve que teníamos por delante, pero las ganas pudieron con la prudencia.
De repente algo crujió. Nos miramos esperando alguna explicación del otro. Y al instante no hubo duda. Nuestros ojos se fueron un poco más para allá, hacia el lugar del que provenía el estruendo. Durante unos segundos solo escuchamos ruido. Después empezó a caer la nieve. Toneladas de nieve primavera se soltaban de la pared y las perdíamos de vista barranco abajo. Después el silencio y la risa nerviosa. Y acelerar para arriba pasando por un embudo de un aspecto muy similar al que se había venido abajo. A toda prisa. Hasta llegar al balcón de Pineta.
Arriba respiramos. Sonreímos y criticamos habernos puesto en marcha tan tarde, con la nieve tan pesada por el sol. Caminamos relajados hasta el refugio y el miedo escribió un mensaje a Peio: Mejor suspendemos lo de mañana. Gran avalancha en la subida. Hablamos.
Madrugamos para huir de un sitio que ya era seguro. Teníamos el susto dentro y preferimos volver al valle. A los arboles y los ríos. Bajamos muy rápido los tramos comprometidos y vimos como el alud de la tarde anterior había tapado parte del camino de subida. Y se había frenado a escasos metros de las tres cervezas escondidas para celebrar la ascensión. Las recogimos y nos fuimos para casa.