Recuerdos de la solidaridad asturiana con Chiapas
Hace un año, en el solsticio de invierno, e 21 de diciembre del 2012, en horas de la madrugada, decenas de miles de indígenas zapatistas se movilizaron y tomaron pacíficamente y en silencio, 5 cabeceras municipales en el suroriental estado mexicano de Chiapas. Hace 20 años hicieron lo mismo, pero con armas. ¿Qué ha pasado en estos 20 años en las Comunidades Indígenas de Chiapas, como para que de centenares de visitantes, brigadistas, observadores internacionales y gente solidaria, se haya pasado al mismo desinterés aparente que muestran los medios de comunicación, que tanto contribuyeron a lanzar las figuras populares del neozapatismo?. Algunos podrán valorar-nos a las gentes europeas como veleidosas y veletas, si se analizan estas y otras experiencias. Lo cierto es que, se quiera o no, las propuestas zapatistas siguen mereciendo la máxima atención, si de optar a experiencias y hechos de transformación, que tenga en cuenta la Sabiduría indígena se trata, pues el zapatista es un movimiento emblemático que resume en sí mismo las universales aspiraciones de la humanidad.
En Asturies, aquella efervescencia que se hizo eco del zapatismo chiapaneco, que llenaba los locales de los curas en San Isidoro dos, o el de Comisiones de la calle Asturias 19, o que perduró años en el Arcu La Vieya, tuvo etapas diversas, casi siempre alimentadas por las buenas intenciones y por el número de imágenes emitidas en las teles.. Pero también, de forma organizada, se consiguieron atender y acompañar varias propuestas provenientes de la Selva Lacandona, como los Encuentros Intergálacticos, por la Humanidad contra el Neoliberalismo, las consultas zapatistas en los chigres de la semana negra, el mural colectivo gigante en los muros del Conceyu de Ayer, o una de las primeras “Comisiones Internacionales Civiles” para verificar la situación de los pobladores, las Comunidades, los presos, los desplazados por la guerra, los obispos o los candidatos a gobernador, como el admirado cuate don Amado Avendaño..
Ninguna extrañeza, en ese clima, causa revisar las buenas etapas de esa solidaridad, que se visualizaba en entrevistas con el Obispo de Oviedo, en conciertos llenos hasta la bandera en el Jovellanos, o a media entrada en el Campoamor o en el teatro de Langreo (o con manifestaciones exitosas como la que a primeros de año protestaba de forma inmediata por la masacre de Acteal...) o con varias ocupaciones del Consulado mexicano en Xixón. Paelladas Zapatistas, charlas y películas, mesas en los mercados y rastros, cuentacuentos en las calles, venta de materiales, aniversarios recordados cada primeros de año, exposiciones en las universidades, trenzado de la estrella intergláctica, y hasta un caballo con su subcomandante a cuestas que interrumpía a los tranquilos intelectuales
contertulios de la Semana Negra, donde ese mismo año se recogerían más de cuatro mil firmas, que una delegación de vehículos desplazó hasta Madrid, donde se hizo una sentada en la Embajada hasta que los funcionarios se hicieron presentes para recoger las susodichas firmas, con los calificativos oportunos al traidor presidente Zedillo.
“Chiapas no es cuartel, fuera ejercito de él..”y otras consignas de mejor rima, fueron coreadas en cientos de actos, sin que se conformara después (¿por suerte?) ninguna continuidad específica entre las ONG´s asturianas, como demostró una de las consultas de la plataforma, que evidenció que casi ninguna de ellas tenía trabajo que mostrar con las Comunidades Zapatistas. Tuvo el acierto la Plataforma Asturiana de no limitar su interés a Chiapas, y abarcar modestamente otras latitudes, favoreciendo giras de representantes sobre todo de Oaxaca, lo que permitió enlazar siquiera parcialmente con las sublevaciones populares que allí se produjeron algún tiempo después.
Desde la Plataforma se enviaron cantidades significativas, y nunca hubo déficit en sus cuentas: todas las “inversiones”, en camisetas, en libros de cuentos de la Selva, en pins zapatudos, fueron beneficiosas, así como las fiestas, las celebraciones,las chocolatadas zapatistas y las giras de visitantes, gracias a la buena gestión colectiva de los pequeños recursos. De esa misma hornada diversa de la Plataforma Asturiana, cuando ésta empezaba a decaer en las respuestas a las convocatorias, salió un número siete (mágico, según los relatos indígenas) de activistas, que por mera casualidad, y habiéndose establecido un vacío en uno de los colectivos, se comprometió con él, para darle continuidad y fortaleza, bajo el apellido de Pachakuti, para desde allí seguir procurando acompañamiento a las demandas, derechos y propuestas de Vida del movimiento Indígena. O se hizo extensiva la Solidaridad Internacionalista, esta vez desde el COSAL, para con las presas, presos y ejidatarios de Atenco, proponiendo y consiguiendo el Premio DDHH del Ayto de Siero, junto con otras complicidades asturianas, que han seguido dando Vida e inercia a las buenas ondas de la Plataforma Asturiana de Solidaridad con Chiapas, Oaxaca, México... para hacer fuerte nuestra resistencia, nuestra digna rabia y rebeldía frente a los malos gobiernos.