Algunos de los grandes pescados más consumidos tienen elevados niveles de mercurio, una situación
que el Gobierno oculta desde hace cuatro años.
Durante 2010 en Europa se produjeron
77 notificaciones por contenido
de mercurio en pescados. Estos avisos,
emitidos por el sistema de la UE
de alerta rápida para piensos y alimentos
(RASFF, en sus siglas en inglés),
muestran que el mercurio es el
principal metal pesado presente en
las especies acuáticas.
Basándose en estos datos, Ecologistas
en Acción denuncia que 44
casos de superación de mercurio en
pescado se dieron en España. Por
ejemplo, los filetes de pez espada alcanzaron
valores de hasta 4,06
mg/ppm, cifra que cuadriplica lo permitido.
De hecho, la fundación Oceana
denunciaba en marzo que el Gobierno
oculta desde hace cuatro años
datos sobre los niveles de mercurio
presentes en ciertas especies como
el pez espada, el marrajo o la tintorera.
La organización internacional de
conservación marina sospecha que
la ocultación de datos es un indicio
de la gravedad de los mismos.
“La legislación establece un límite
de mercurio de 0,5 mg/ppm en alimentos,
y, en pescados grandes lo
tuvieron que subir a 1 mg/ppm, porque,
si no, no se podía vender nada”,
explica a DIAGONAL Leticia Baselga,
coordinadora en España de la
Campaña Internacional Mercurio
Cero, que reúne a más de 75 organizaciones
para trabajar en la reducción
de niveles de mercurio. “El mercurio
es un compuesto volatil que
viaja hasta los mares, en donde se
convierte en metilmercurio, compuesto
asimilable por la fauna marina.
Los peces depredadores, de gran
tamaño y de vida longeva, como el
tiburón, el atún, el mero o el pez espada
son los que más mercurio acumulan”,
relata Baselga, quien alerta
que España es de los principales consumidores
de pescado, con una media
de 40 kilos al año por persona.
“Cuando está unido a la materia
orgánica disuelta, como plantas o
materia animal podrida, la luz solar
descompone el metilmercurio con
más facilidad. Sin embargo, en el
agua marina, el metilmercurio permanece
estrechamente unido al cloruro,
donde la luz solar no puede degradarlo
tan fácilmente”, reconocía
en 2010 un estudio de la Universidad
Duke (EE UU).
- Olmo Calvo
La procedencia del mercurio
Aparte de las cantidades procedentes
de fuentes naturales como las emisiones
volcánicas, este metal pesado es
emitido por industrias como las centrales
térmicas y, principalmente, por
las plantas de cloro-alcalí, también
conocidas como plantas de cloro-sosa.
Tal y como documenta
Ecologistas en Acción en su informe
Contaminación causada por el mercurio
de la industria del cloro, estas
plantas, las principales consumidoras
de mercurio en España, utilizan una
tecnología para obtener cloro mediante
celdas de mercurio que califican
como “obsoleta, inventada en el
siglo XIX y superada desde hace
años por el proceso de membrana,
de producción limpia y que consume
un 30% menos de energía”.
Sin embargo, el 14 de marzo la
Comisión Europea decidía prolongar
el uso de mercurio en estas plantas
hasta 2020, pese a que la Directiva
de Prevención y Control Integrados
de la Contaminación establecía 2007
como fecha límite para que estas
plantas se reconvirtieran hacia “mejores
técnicas disponibles” y, por tanto,
utilizaran una tecnología libre de
células de mercurio. “Resulta inadmisible
que la única medida que aplica
la UE ante el incumplimiento flagrante
de una directiva sea doblegarse
ante los intereses de la industria y
retrasar los plazos de su aplicación”,
declaraba Xavier Pastor, director ejecutivo
de Oceana Europa. Oceana recuerda
que esta decisión alarga el
uso de una tecnología desfasada
“que implica el vertido de mercurio
al mar y la bioacumulación de este
en las especies marinas”.
Mercurio Cero, después de realizar
muestreos en los alrededores de
las plantas de cloro alcalí de España,
Italia, República Checa, Francia y
Alemania, denuncia que en España
las ocho instalaciones que utilizan
mercurio emiten cantidades de este
metal pesado muy superiores a los
niveles marcados por la OMS de 200
ng/m3. “Lo más preocupante está en
la planta de Flix (Tarragona), donde
detectamos niveles de hasta 27.000
ng/m3”, aseguran.
PROBLEMAS EN LA SALUD
Los efectos del mercurio
son ampliamente
reconocidos por la
comunidad internacional.
La propia Comisión
Europea adoptó
una estrategia contra
el mercurio en 2005.
En ella reconocen que
dicho metal es altamente
tóxico para los
seres humanos y para
los ecosistemas. Así,
aseveran que altas
dosis pueden ser fatales
para el humano, e
incluso pequeñas dosis
pueden generar serios
problemas neuronales,
cardiovasculares y para
los sistemas reproductivo
e inmunológico.
“El mercurio es un neurodepresor
que es muy
perjudicial para la
etapa de desarrollo del
cerebro que se da
desde el estado
embrionario hasta los
15 años. En esta etapa
puede provocar deficiencias
cerebrales”,
informa Baselga, quien
alerta principalmente a
las mujeres embarazadas
y en edad fértil,
pues pueden transmitir
los niveles de mercurio
a su descendencia por
la vía placentaria.
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