SALUD // LOS GRANDES NIVELES DE POLUCIÓN SON ASIMILADOS POR NUESTRO CUERPO A TRAVÉS DE LA ALIMENTACIÓN
Riesgos invisibles en la comida

El mercurio en los grandes pescados y productos químicos como los
plaguicidas se introducen
en algún momento en la cadena alimentaria. A pesar que desde 2004 está en vigor el convenio de
Estocolmo para evitar los Contaminantes Orgánicos
Persistentes en nuestra dieta, la alimentación es uno
de los mayores causantes de contaminación en
nuestro cuerpo.

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26/04/11 · 14:30
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El ‘efecto cóctel’, es decir, la existencia
de varios contaminantes, aunque con niveles
permitidos, en cada alimento, es la mayor preocupación
de los especialistas.

“Generalmente, la producción de
verduras de hoja verde así como productos
animales como leche y huevos
son de mayor preocupación
sobre una posible contaminación”,
indicaba la Organización Mundial de
la Salud a principios de abril, después
de que la propietaria de Fukushima
vertiera miles de litros de agua
contaminada al mar. Estas recomendaciones
sirven realmente para cualquier
contaminante que esté presente
en la cadena alimentaria.

La contaminación por plutonio no
sólo llega a través de las fugas y accidentes
de centrales. Según la
Agencia para las Sustancias Tóxicas
y Registro de Enfermedades
(ATSDR, por sus siglas en inglés) de
EE UU, las pruebas de armas nucleares
son “la fuente de la mayor
parte de plutonio en el ambiente”
.
En el Estado español, la mayor fuga
de plutonio fue la desatada por las
bombas de Palomares (Almería), de
la que todavía quedan restos en los
alrededores. Un estudio de la
Universidad de Sevilla confirmó en
2010 la presencia de este metal en
sedimentos marinos del Mediterráneo.
“Nadie ha estudiado todavía
si ha penetrado en la cadena alimentaria”,
explica Eduard Rodríguez
Farré, investigador del Instituto de
Investigaciones Biomédicas de
Barcelona (CSIC-IDIBAPS). Estas radiaciones pueden causar
daños en el ADN de las células. Si las
lesiones no son demasiado importantes,
ese ADN se regenerará correctamente.
Pero una reparación
defectuosa puede facilitar la aparición
de un cáncer con posterioridad.

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La contaminación diaria

Más allá de los escapes radioactivos,
el Estado español no se muestra muy
transparente en cuanto a la contaminación
que llega a nuestros platos
desde el mar
. En marzo, la fundación
Oceana
denunció que el Gobierno
lleva cuatro años ocultando datos sobre
los niveles de mercurio presentes
en ciertas especies marinas. “Desde
hace años, se intenta que se incluya
al metilmercurio en la lista de
Contaminantes Orgánicos Persistentes
(COP)
, pero hay muchos intereses para evitarlo”, explica Farré.

Los COP son –según resume el
Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente
y Salud de CC OO
– sustancias
químicas que tienen una elevada permanencia
en el medioambiente al ser
resistentes a la degradación; son
bioacumulables, se incorporan en los
tejidos de los seres vivos y pueden
aumentar su concentración a través
de la cadena alimentaria, son altamente
tóxicos, y provocan graves
efectos sobre la salud humana y el
medioambiente; y tienen potencial
para trasportarse a larga distancia.

“La gente dice ‘qué bien vivimos,
cuánto bienestar’, pero nadie piensa
en el aumento de la infertilidad, del
asma infantil, del alzheimer, del cáncer,
diabetes... esto se debe al puñetero
modelo de desarrollo del que hemos
disfrutado. Esto no sale gratis”,
denunciaba en marzo Miquel Porta,
catedrático de salud pública del
Instituto Municipal de Investigación
Médica y la Facultad de Medicina de
la Universidad Autónoma de Barcelona)
en El Escarabajo Verde de La2.
Más allá de una postura alarmista,
Porta (coautor de Nuestra contaminación
interna. Concentraciones de
Compuestos Tóxicos Persistentes
(CTP) en la población española
) reclama
una sociedad que esté pendiente
de lo que come.

Es muy importante consumir
productos frescos y a poder ser ecológicos,

no repetir todos los días los
mismos alimentos y dedicar un
tiempo tranquilo a las comidas. En
estos momentos en los que la sensibilidad
a los alimentos crece sin parar,
es importante observar si algún
alimento nos da reacción. La reacción
puede ser flatulencia, malestar, contracción del esófago o estómago,
espasmos intestinales, somnolencia
y también bajada de ánimo u otros”,
explica a DIAGONAL Pilar Muñoz-
Calero, doctora y presidenta de la
Fundación Alborada.

La doctora Muñoz-Calero explica
los patrones de las nuevas enfermedades:
“Son multisistémicas (pueden
afectar a cualquier órgano o sistema
aunque la causa sea la misma), son
crónicas, pues el organismo que es
incapaz de eliminarlos o asimilarlos
los acumula en un intento de adaptación
hasta que se satura la capacidad
de acumular más sin exponerse a un
riesgo más grave de que afecte a órganos
o sistemas vitales. El intento
de adaptación a los tóxicos agota a
otros recursos y otras formas de
compensación del organismo”.

“Muchos doctores recomiendan
una dieta sana asumiendo que el paciente
sabe cuál debe ser ésta. En general
se manda una dieta que evite
sal, azúcar o grasas saturadas sobre
todo, eso está bien pero es insuficiente.
La primera regla debería ser
evitar aditivos, conservantes y colorantes

que hacen daño a las personas
sensibles y también a las que no
lo son tanto”, amplía Muñoz-Calero.

Según el último informe de la
Autoridad Europea de la Seguridad
Alimentaria (EFSA, por sus siglas
en inglés), casi el 50% de las frutas y
verduras convencionales en el mercado
europeo contienen restos de
uno o de varios plaguicidas
. “Peor
aún” –mantiene Claude Aubert en el
libro Otra alimentación es posible

“se constata que la proporción de
alimentos que contienen más de dos
residuos está en aumento constante
desde hace varios años. La explicación
es sencilla: para evitar rebasar
el límite máximo de residuos”, se
utilizan varios plaguicidas a niveles
permitidos. Esto se denomina “efecto
cóctel” y “no hay ninguna normativa
que regule esta suma, ni se conocen
muy bien sus consecuencias”,
reconoce Farré.

El convenio de Estocolmo, que está
en vigor desde 2004, es el instrumento
legal más importante a nivel
global, ya que exige la eliminación
total del planeta de plaguicidas que
presentan características de COP.
De hecho, estableció la prohibición
de la fabricación y el uso de nueve
conjuntos de plaguicidas clorados y
procedimientos para la identificación
de nuevos COP que se pueden
agregar a la lista inicial que establece
el Convenio. En 2010, se añadieron
otros nueve más. Donde más se
acumulan estos contaminantes “es
en las grasas: leche, mantequilla,
carne, etc. El principal problema está
cuando se han utilizado grasas en
los piensos de animales y luego pasa
a nosotros”, mantiene Farré.

La postura oficial de la Agencia
Española de Seguridad Alimentaria
y Nutrición (AESAN)
es asegurar que todos los alimentos del mercado
cumplen la legislación y su consumo
es seguro. Aunque este periódico ha
intentado ponerse en contacto con la
AESAN, ningún responsable ha contestado
a nuestras preguntas.
Más allá de lo que se utilice como
plaguicidas, los COP también pueden
llegar de una forma indirecta.
Por ejemplo, “se utilizan muchos
plaguicidas para limpiar parques o
cunetas de carreteras. Esto afecta
sobre todo al ganado, que come
productos contaminados. Si utilizas
un organismo peligroso hay unos
plazos de espera en los que no debes
ingerir ese alimento. Lo ideal sería
que no se utilizaran, pero si se utilizan
que sigan los protocolos”, denuncia
a DIAGONAL María Andrés,
de Ecologistas en Acción.

Rastros durante años

El DDT fue prohibido a nivel internacional
en 1969. En España se ejecutó
su prohibición en 1986. Sin embargo,
hasta la decáda del 2000 se
ha utilizado para producir otros plaguicidas
tanto en Aragón como en
Catalunya, explica Nicolás Olea,
catedrático de Medicina Interna de
la Universidad de Granada. En esta
ciudad se presentó un informe en
2009, que indica que el DDT sigue
presente en el 96% de las placentas
de mujeres que dan a luz en la localidad
andaluza. Sus principales consecuencias
son malformaciones urogenitales
en los bebés y menor peso
en su nacimiento.

Los COP persisten durante años,
por ejemplo, “debajo del aeropuerto
de Bilbao hay un vertedero de lindano.
También hay otro en Sabiñanigo
(Huesca)”, denuncia Farré, quien
afirma que cuando se pregunta por
su peligrosidad todos sus responsables
lo niegan. Según un estudio de
2009 de la Universidad Pierre y
Marie Curie, la exposición al lindano
y al DDT duplican el riesgo de contraer
Parkinson en agricultores.

El descontrol de estos componentes
no es algo del pasado.
Según Farré, “el queso de mozzarella
del sur de Italia es uno de los
alimentos más contaminados, porque
en Napoles la mafia lleva años
quemando residuos ilegalmente”.
Mucho más conocido se han hecho
las dioxinas, que a inicios de 2011
obligaron a cerrar en Alemania
4.700 granjas, ya que usaban piensos
contaminados.

EMBARAZADAS Y NEONATOS

La mayoría de los contaminantes incrementa sus riesgos tanto en las mujeres embarazadas, como en los recién nacidos. Por ejemplo, la Agencia de Protección del Medio Ambiente de EE UU (EPA, por sus siglas en inglés) lanza desde su web unas recomendaciones específicas para mujeres en edad fértil y niños, instándoles a no comer carne de tiburón, pez espada o
caballa, por ser peces que contienen altas cantidades en mercurio.
Además, limita a 340 gramos semanales la ingesta de pescados y mariscos como gambas, atún enlatado claro, salmón, gado y pez gato; reduciendo
a 170 gramos la ingesta de atún blanco (albacora), que tiene más mercurio que el enlatado.

En España, el 64% de los bebés que nacen tienen niveles demasiado altos de mercurio, según un estudio de 2011 de la Universidad de Valencia.

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