SEGÚN EL FORO DEL AGUA, EN 2025 MÁS DEL 60% DE LA POBLACIÓN MUNDIAL NO TENDRÁ ACCESO A AGUA LIMPIA
Oro azul, el mercado global del agua

La extracción del agua dulce es un negocio redondo para las multinacionales. Las aguas envasadas están sustituyendo, en todo el mundo, a las políticas necesarias para garantizar el acceso a esta necesidad básica.

30/12/09 · 0:00
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Las instituciones globales lo han dejado claro: el agua es cada vez más escasa, insuficiente para satisfacer la necesidad inmediata de la población mundial y tan valiosa que por su control se producirán las guerras del futuro inmediato. En el III Foro Mundial del Agua, celebrado en Kyoto (Japón) en 2003, se apuntó que dos tercios de la población no tendrán agua limpia en 2025. “Incluso en lugares donde aparentemente hay agua suficiente, los pobres tienen dificultades para acceder a ella”, reconoce el Consejo para el Acceso al Agua y a Recursos Sanitarios de la ONU. Hoy día más de mil millones de personas no tienen un acceso garantizado al agua, indica este mismo Consejo. Como denunciaron Maude Barlow y Tony Clarke, autores del libro de referencia Oro azul, organismos como el Banco Mundial y la ONU han impuesto una polémica definición que explica los problemas de acceso de millones de personas en el mundo. Para estos dos organismos el agua es una necesidad humana, no un derecho.

Hace ya más de diez años, Gustav
 Leven, exconsejero delegado de Perrier,
 expresaba su asombro por la
perfección del negocio del agua: “Me
 chocó, que todo lo que uno tenía que
 hacer era recoger el agua del suelo y
 después venderla a un precio superior
 del vino, la leche o, incluso, del
 petróleo”. Yayo Herrero, de Ecologistas
 en Acción
, ha explicado que
“una de las mayores trampas que nos
 ha dejado la modernidad es hablar
 de producción cuando se habla de
los recursos naturales. No se producen
minerales, ni petróleo: se extraen.
 En el caso del agua ocurre lo
mismo”. Cuando entran en juego las
grandes empresas, apuntan Barlow
 y Clarke, “acaparan paquetes enteros
 de derechos sobre el agua, agotan
los recursos hídricos de una zona
 y se van a otro lugar”. Pablo Chamorro,
de Greenpeace, explica que los
grandes propietarios están comprando
latifundios para lo que será la guerra
del agua: “Se están apropiando
de los recursos naturales para cuando
el agua escasee aún más”.

La gallina de los huevos de oro

Dentro de este proceso, que pasa por la adquisición o el usufructo de vastas áreas, en la ciudad de Cochabamba (Bolivia), se obtuvo una modesta victoria contra la privatización. En el año 2000, International Water Ltd., filial de la estadounidense Bechtel, tomó posesión de la red pública de agua, y los precios se incrementaron un 35%. En las protestas murieron seis personas, hasta que el Gobierno anuló la ley de 1999 que autorizaba la privatización. Cochabamba se quedó con el control de su agua, aunque también con las deudas de International Water. Pero la tendencia general la marcó la Organización Mundial del Comercio, en el marco de su Acuerdo sobre el Comercio de Servicios, que promovió la privatización del abastecimiento de aguas. Un negocio que, según sus cálculos, proporciona ingresos extras de cerca de un millón de euros cada año. Después de aquello, el Banco Mundial impuso en sus préstamos que el prestatario debía mostrarse dispuesto a “tratar el agua como un producto más del suelo y el
subsuelo”, para favorecer una privatización de la que, además de las embotelladoras, sacan tajada multinacionales como Suez y Vivendi.

En el último ciclo de la economía,
el agua se ha convertido en una
atracción para los inversionistas.
Un 11% de la gestión del agua dulce
es particular, lo que genera
200.000 millones de euros anuales
en todo el mundo. La compañía suiza
Pictet, que ha creado una división
especializada, estima que en
2015 se habrá privatizado el 16%
del suministro global.

La incidencia de esta mercantilización
se palpa en países como Indonesia,
donde, según la Organización
Mundial de la Salud, sólo un 15% de
los hogares están conectados a la red
de agua potable. En México, diez millones
de personas no tienen acceso
a agua pública de calidad. La solución
para muchos es el agua que se
embotella cerca de sus hogares: Indonesia
es, tras China, la mayor consumidora
de envasada de Asia, y
México el tercero del mundo per cápita,
sólo por detrás de Italia y Emiratos
Árabes Unidos.

Una clave del éxito global del agua
embotellada es que las principales
multinacionales del sector (Nestlé,
Danone, Coca Cola y Pepsi) se han
expandido en mercados como China
o India a través de aguas preparadas
como Aqua, Nestlé Pure Life, Dasani
o Aquafina. Las marcas preparadas,
es decir, aguas del grifo tratadas con
aditivos, suponen el 59% a nivel
mundial. El otro 41% que se envasa
es agua mineral o de manantial, las
preferidas en Europa, donde se encuentran
seis de los diez países con
más consumo por habitante.

El investigador del Pacific Institute
de California y autor del informe The
World’s Water
, Peter Gleich, considera
probable que la disponibilidad
de la envasada como alternativa al
agua limpia y segura municipal frene
“las presiones internacionales para
proporcionar agua segura a todos los
seres humanos”. Más elocuente es el
presidente ejecutivo de Suez, Gérard
Mestrallet cuando asegura que el
agua “es un producto que normalmente
debería ser gratuito, y nuestro
oficio es venderlo”. Para Mestrallet
se trata de “un producto eficiente”,
ya que nadie puede prescindir de él
por mucho que se encarezca. Y así
ha sido. En 1970, se consumían mil
millones de litros en todo el mundo;
40 años después, la cifra sobrepasa
los 190.000 millones de litros. Como
indica el Earth Policy Institute, el
agua envasada es entre 250 y 10.000
veces más cara que la del grifo, a pesar
de que la FAO reconoce que no
es mejor que el agua de red.

La clase alta bebe mineral

El consumidor tipo de agua embotellada, que en Occidente es urbano y de clase alta y media-alta, cambia completamente en otras zonas. Como refieren Marlon y Clarke, en Perú, los pobres pagan hasta tres dólares por metro cúbico de un agua que puede estar contaminada, “en cambio los más ricos pagan 30 centavos por m3 de un agua que ha sido sometida a procesos de descontaminación y que los interesados reciben a través de los grifos en sus casas”. El agua de mala calidad y distribuida a precios abusivos en camiones cisterna es, asimismo, un foco de epidemias e intoxicaciones. Para la ONU, el 80% de todas las enfermedades en los países del tercer mundo se origina a raíz del consumo de agua en mal estado.

Además, el agua envasada supone
un gasto energético palpable. Se estima
que cada año se dedican 1,5 millones
de barriles de petróleo a la fabricación
de envases. Para embotellar
un litro de agua se gastan entre
cinco y siete litros de agua, sin incluir
el transporte y el gasto en almacenaje.
 Según el Container Recycling
Institute, el 86% de las botellas de
agua de plástico utilizadas en EE UU,
líder mundial de consumo en términos
absolutos, acaban en la basura.
Otras fuentes indican que cada segundo
se tiran 1.500 envases que
nunca son reciclados.

Mientras los vertederos del mundo
rebosan de toneladas de plástico,
en algunos restaurantes está en boga
presentar aguas, en envases de vidrio,
de los glaciares y yacimientos
más vírgenes y mineralizados del
 planeta; líquidos que pueden llegar a
costar hasta 50 euros la botella.

Desalar el mar, destruir el medio ambiente

La desalinización de agua marina es una de las soluciones por la que apuestan numerosos territorios con problemas en la gestión del agua como Australia, Oriente Medio, China o India. Así lo confirma Jamie Pittok, director del programa mundial para agua dulce de WWF, en un informe publicado en 2007. “Desalinizar el mares una forma cara y de gran coste energético para conseguir el agua”. Además, este proceso agrava el cambio climático por la emisión de gases y la destrucciónde las costas.Según WWF, el Estado español es el país con “mayor capacidad de desalinización del mundo occidental” aunque ésta no es la mejor solución para garantizar el suministro de agua. Sostienen que el problema real del agua en España está más vinculado a expectativas poco realistas y a una pobregestión del agua.

Los efectos desconocidos de los envases

El PET es un tipo de plástico usado en los envases de agua. Está elaborado con derivados del petróleo, por lo que es sintético y no biodegradable.Los efectos sobre la salud de este tipo de envases aún se desconocen. Según José Juan Rodríguez Jerez, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, “se suponía que el plástico no tiene riesgo para la salud; sin embargo, es evidente que el agua de las botellas de plástico termina adquiriendo el sabor del material”. Es lo que se conoce como la migración: el desprendimiento de sustancias que pasan del envase “al alimento”. “El problema radica en que la migración es mayor cuanto mayor es la exposición a la temperatura elevada y se potencia en presencia de la luz”. El docente añade el ejemplo de las botellas que se rellenan después de su uso: “Con el envejecimiento del material esa transferencia se acentúa aún más”.

Comunidades y metrópolis que defienden el agua pública

Bundanoon, en Nueva Gales delSur (Australia), ha decidido prohibir las botellas de agua. Una embotelladora planeaba extraer agua de una reserva subterránea, pero los ciudadanos no lo permitieron. El gobierno de la provincia ha ordenado que no se compre más agua embotellada con dinero público.

París ha remunicipalizado la gestión del agua, lo que supondrá 30 millones de euros de ahorro. Hasta ahora, con la gestión privada, las tarifas habían subido un 2,5% cada año. “No hay nada que nos impida proteger un servicio público [...] sólo hace falta voluntad política”, declaró la presidenta de Eau de Paris.

Desde 2007, comprar botellas de agua queda fuera del presupuesto para la ciudad de San Francisco, algo que ya ocurre en Los Ángeles desde 1987.También en 2007 Nueva York lanzó una campaña publicitaria a favor del consumo del agua del grifo, lo que generó protestas por parte de las multinacionales.

Dos victorias por los recursos

En Kerala y Rajhstan (India) el robo de agua por parte de Coca Cola y Pepsi dejó a los habitantes de 50 aldeas sin el agua de 260 pozos, a lo que se sumaron los vertidos tóxicos que las empresas realizaban en los ríos de la zona, hasta que un grupo de mujeres se encadenó alrededor de las fábricas y logró implantar un veto a los productos de la empresa en la zona. En Brasil, gracias a las presiones de un movimiento ciudadano, Nestlé suspendió en 2006 su producción en el parque natural de Sao Lourenço después de que la empresa chocolatera succionara y mineralizara los manantiales de esa zona, hasta el punto de secar uno, para embotellar el agua Pure Life.

Tags relacionados: Naciones Unidas (ONU) Número 116
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