OBJETIVOS DEL MILENIO: EL FRACASO DE LOS OBJETIVOS DE LA ONU, FOMENTA LA ENTRADA DE LAS GRANDES EMPRESAS
Multinacionales y cooperación al desarrollo se alían para conquistar nuevos mercados

A tan sólo cinco años de que los Objetivos del
Desarrollo del Milenio fracasen con su propósito de
reducir a la mitad la pobreza extrema en el planeta,
los líderes y organismos internacionales como las
Naciones Unidas abren sus puertas a las multinacionales
para que se sumen a la “lucha contra la pobreza”.
Un giro peligroso al que se ha sumado la cooperación
al desarrollo del Estado español con un
llamamiento a las alianzas público-privadas. La sociedad
civil pone en duda que las corporaciones
puedan conciliar la maximización de los beneficios
con la reducción de la pobreza.

- Cuando la solidaridad para a ser negocio

- Ejemplos de la apertura de nuevos mercados al capital privado

21/09/10 · 7:23
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“Tenemos que asociar al sector privado
en nuestras actuaciones”. Así lo
declaraba a la prensa en junio la secretaria
de Estado para Cooperación,
Soraya Rodríguez Ramos: “El sector
privado tiene en marcha proyectos
vinculados con la lucha contra la pobreza
importantes, sobre todo en
América Latina. Aunque el papel de
las empresas en la política de cooperación
está en una fase incipiente.
No tenemos proyectos conjuntos que
sean un referente”. Estas declaraciones
se enmarcan en un contexto de
recortes a la Ayuda Oficial al
Desarrollo (AOD) por parte del
Gobierno de Zapatero, 800 millones
de euros en total (300 durante este
año y 500 en 2011)
. Recortes que llegan
antes de que la comunidad internacional
repase el fracaso, y fije una
nueva agenda para la consecución
de los Objetivos de Desarrollo del
Milenio (ODM) entre el 20 al 22 de
septiembre en Washington. Estos
objetivos son el eje principal de actuación
de la cooperación al desarrollo
del Estado español. Una actuación
que se plasma cada cuatro años
en lo que se denomina Plan Director
de la Cooperación Española. Los
ODM son los mayores impulsores de
las alianzas público-privadas: “Son
esenciales para desencadenar el potencial
del sector privado, cumplir
los Objetivos del Milenio y mitigar la
pobreza”, como explicó la Comisión
sobre el Sector Privado y el Desarrollo
en el informe El Impulso del
Empresariado para el secretariado
general de las Naciones Unidas.

Los recortes en la ayuda y la imposibilidad
de lograr los ODM plantean
un giro en la cooperación al
desarrollo.
Pero, ¿a qué responde
este nuevo enfoque? “Deben abandonarse
los criterios paternalistas
que se han mantenido en los últimos
años, en los que se contemplaba la
cooperación al desarrollo como una
ayuda a fondo perdido, en vez de como
una oportunidad de negocio para
las empresas”. Así de claro lo ve
la presidenta de la Fundación
Entorno, Cristina García-Orcoyen,
una fundación que representa a un
consejo empresarial español y que
funciona como una organización
privada sin ánimo de lucro, “cuya
misión es trabajar con los líderes
empresariales abordando los retos
del desarrollo sostenible como oportunidades
de negocio”.

Otras relaciones con empresas

Hasta la fecha, la Ayuda Oficial al
Desarrollo ha estado marcada por
distintos factores. Por un lado por
una agenda política exterior que responde
a los intereses geoestratégicos
del Estado español en materia,
por ejemplo, de control de flujos migratorios.
Tal es el caso del plan REVA
en Senegal
. Otra de las patas de la política de
cooperación, en muchos casos, ha sido
apoyar a las empresas españolas.
Así lo demuestran casos como los
Créditos de Fondos de Ayuda al
Desarrollo (FAD)
, créditos que el estado
concede a determinados países
para ejecutar proyectos con la condición
de que éstos sean realizados por
empresas españolas y cuya cuantía
el país “ayudado” deberá devolver.

Las empresas ya estaban reconocidas
tímidamente como “agentes
de cooperación”. De hecho uno de
los mayores organismos de gestión
de la ayuda, la Agencia Española de
Cooperación para el Desarrollo
(AECID) destina un 5% de su presupuesto
a alianzas público-privadas.
Aunque el último documento
que recoge las directrices sobre la
ejecución del dinero, el III Plan
Director (2009-2012) menciona explícitamente
que las empresas tienen
un gran potencial para contribuir
a la generación de desarrollo
, a
través de la creación de riqueza sostenida
e inclusiva y el empleo digno.

El primer caso de alianza público
privada de la AECID hay que
buscarlo en 2007, cuando firmó una
documento con la multinacional
ACS para trabajar en el “desarrollo de la región de América Latina”.
En esta línea, el pasado mes de julio
se rubricó una Declaración de
Intenciones entre cuatro ONG (Solidaridad
Internacional, Entreculturas-
Fé y Alegría, la Fundación
Ecología y Desarrollo y Ayuda en
Acción) y tres empresas privadas
(Telefónica Internacional, BBVA y
grupo Santillana)
. El objetivo es trabajar
en Perú para “intervenir en un
proceso de desarrollo integral en la
provincia de Acobamba, en la región
andina de Huancavelica de ese país”.

La paradoja de estas alianzas es
que, en numerosos casos, estas grandes
corporaciones son las causantes
de grandes desastres medioambientales
y destrucción del tejido social
en muchos de los países en los que
operan. En Perú, por ejemplo, según
el informe de Greenpeace Los nuevos
conquistadores. Mutinacionales
españolas en América latina
, el
BBVA está vinculado a través de un
préstamo de cien millones de dólares
a una de las mayores explotaciones
mineras de oro que opera a cielo
abierto de Latinoamérica. Es la mina
de Yanacocha, cuya explotación ha
provocado “degradación y contaminación
de las fuentes de agua, además
de un incremento de la pobreza,
ya que numerosas familias tuvieron
que trasladarse a la ciudad sin disponer
de medios de subsistencia ni haber
recibido compensaciones”, denuncia
el informe.

Pero, ¿cómo benefician realmente
estas alianzas público-privadas a las
multinacionales?

Para Jesús Carrión, del Observatorio
de la Deuda y la Globalización,
la respuesta es simple. “Hay 4.000
millones de personas esperando un
nuevo mercado, entonces la lógica
de estos proyectos es clara, centremos
nuestros negocios en los pobres,
necesitamos nuevos consumidores
y consumidoras, gente a quien
darle créditos
”.

El terreno para estas alianzas se
está abonando con multitud de estudios
de carácter oficial. Según la
revista Harvard Bussines Review,
“estos consumidores de bajos ingresos,
la mayor parte de la población
mundial, constituyen la base de la
pirámide económica”. Según la publicación
de Prahalad, C. K. & Hart
S.L, La fortuna en la base de la pirámide,
“es el momento para que las
corporaciones multinacionales consideren
las perspectivas del capitalismo
inclusivo en sus estrategias
de globalización. Si las corporaciones
multinacionales van a continuar
creciendo en el siglo XXI tienen que
ampliar la base de su economía y
deberían jugar un papel más activo
en la reducción de la brecha entre
los ricos y los pobres”.

Y mientras algunas ONG y el
Estado español se suben al carro de
las alianzas público-privadas, las
críticas por parte de la sociedad civil
se multiplican. El documento del
grupo suizo Inforesources
¿Desarrollo rural a través de
Alianzas Público-Privadas (APP)?

señala que es casi imposible conciliar
en un mismo proyecto los intereses
del sector privado de rentabilidad
y maximización de las ganancias
con los objetivos gubernamentales
de reducción de la pobreza y
desarrollo sostenible. Además existe
la posibilidad de que los fondos
gubernamentales sean utilizados
para subsidiar intereses privados;
es posible que las alianzas constituyan
un problema en el sector de
servicios básicos e infraestructura
(agua, energía, salud), ya que pueden
dar lugar a la liquidación de las
empresas estatales de servicios públicos
básicos, desatendiéndose las
necesidades de la población de menores
recursos.

Pero las críticas no parecen haber
calado en el Gobierno de Zapatero.
DIAGONAL ha tenido acceso a un
borrador sobre el nuevo plan sectorial
de cooperación elaborado por la
Dirección General de Planificación y
Evaluación de Políticas de Desarrollo.
El documento, que está ahora en
proceso de consulta por la sociedad
civil, servirá para marcar las nuevas
políticas de ayuda a partir de 2012
desde consignas como la siguiente:

“Son muchas y valiosas las capacidades
y experiencias que la empresa
española puede transferir a los países
en desarrollo, en general, y a sus
sectores privados, en particular”. El
documento continúa con la apuesta
por “una incorporación más decidida
del sector privado, en especial de
la empresa privada española, como
agente de desarrollo en los países socios
de la cooperación española”
.
Mientras el nuevo plan sectorial está
en la mesa de negociaciones, el camino
se allana de muchas otras maneras
con publicaciones como la de
Fernando Casado Cañeque, colaborador
de la Fundación Carolina y
presidente del Laboratorio de la Base
de la Pirámide. “Las APP, que conjugan
objetivos estratégicos de la administración
pública con intereses
concretos de empresas privadas, han
sido un factor fundamental en el crecimiento
económico mundial. Parece
razonable indicar que la ayuda no
podrá, por sí sola, generar el cambio
suficiente para erradicar la pobreza”,
afirma Casado.

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