La construcción de grandes complejos hoteleros amenaza la soberanía
alimentaria de la población local limitando sus recursos.
Según afirma Greenpeace,
la presión urbanística sobre
la costa de México ha
hecho que se pierda un
65% de los bosques de
manglares. Estos ecosistemas
son muy ricos en nutrientes,
acogen a multitud
de especies y suponen una
reserva pesquera muy importante
para la población
local. Además, son barreras
naturales contra huracanes
y maremotos.
La UNESCO, en su informe El
agua, una responsabilidad
compartida, revela que el
tsunami que azotó las costas
de Sri Lanka en 2004
podría haber tenido menos
impacto si no se hubieran
destruido los manglares y
los arrecifes en parte por
culpa de la construcción.
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