Las medidas impuestas para el rescate de Grecia
por organismos como el FMI, el Banco Mundial y
la Unión Europea han soliviantado a miles de personas
de este país mediterráneo. Las protestas, que
tuvieron su punto culminante en la huelga general
del 5 de mayo, pretendían evitar que el Parlamento
heleno aprobase unas medidas destinadas a salvaguardar
los beneficios de la industria financiera local
e internacional. Pero el rodillo liberal no tuvo
problemas para imponer sus medidas, programadas
para experimentar en Grecia una regresión de
derechos que se expande por toda Europa.
“¿Cómo va a poder vivir un jubilado
con una pensión de entre 500 o 600
euros?”, fue la pregunta que el secretario
general del sindicato de los funcionarios
públicos formuló al primer
ministro, y líder del Movimiento
Socialista Panhelénico (PASOK),
George Papandreou. “Eso pregúnteselo
a la delegación de la ‘troica’
[Unión Europea, Banco Central
Europeo y Fondo Monetario Internacional],
ellos le dirán”, fue la respuesta
de éste. ¿Fue un ejercicio de cinismo
o de sinceridad?
Grecia tiene la mayor deuda pública
en la zona del euro, ligeramente
más alta que la de Italia. Tanto en el
interior del país como en el extranjero,
principalmente en Alemania, la
propaganda oficial atribuye este hecho
al tamaño del sector público y
sostiene que durante muchos años
los ciudadanos han vivido por encima
de sus posibilidades. Muchos medios
añaden que el problema es que
los griegos “son unos vagos”. Pero, a
pesar de la propaganda, el gasto público
está en el 46%, es decir por debajo
del promedio europeo. Y de este
porcentaje, el 10% se destina a los
gastos militares. En cuanto a la clase
trabajadora, es una de las que más
horas semanales trabaja en Europa.
Al servicio del capital
La caída de los ingresos ha sido la
que ha provocado el aumento de la
deuda con respecto al Producto Interior
Bruto. Esta caída es consecuencia,
en parte, de la crisis financiera
internacional y del aumento de la balanza
de pagos, en un escenario de
evaluación continua del euro y de
unificación monetaria de economías
muy distintas entre sí.
Pero por otra parte, y principalmente,
se debe a una política impositiva
que favorece claramente al capital:
los impuestos a las empresas, que
en 1981 se situaban en un 45%, han
pasado a suponer el 25% en 2009, y
la promesa es bajarlos al 15% en los
próximos años. A esto se debe añadir
la pérdida de recaudación fiscal
causada por el peso de la economía
informal (un 40% del PIB); la falta de
voluntad para recaudar los 28.000
millones de euros que empresas y
particulares deben al Estado; la práctica
exención de impuestos de la que
goza la Iglesia (el mayor propietario
de inmuebles del país); el despilfarro
que supusieron los Juegos Olímpicos
de Atenas de 2004, que supuso un
coste a las arcas del Estado de aproximadamente
20.000 millones de euros;
la descomunal corrupción, etc.
De todo eso, y del aumento del PIB
del 45% en el periodo entre 1997 y
2007, el principal beneficiario ha sido
el capital griego, que tiene unos
índices de ganancia del 56%, frente
al 36% en Europa. La consecuencia
de todo eso, es que el país
presenta actualmente la mayor desigualdad de rentas en la eurozona.
Esta situación ha sido aprovechada
y agravada por la especulación de
los mercados, que han tenido una
oportunidad con la deuda pública
griega para obtener unos beneficios
enormes en un corto espacio de tiempo.
En este sentido, es revelador el papel
de los famosos Credit Default
Swaps. Se trata de un producto bancario
que venden los bancos –principalmente
Deutsche Bank y Goldman
Sachs– a quienes quieren asegurarse
contra la bancarrota de un país.
Sin embargo, no hace falta poseer
bonos griegos para comprar este seguro:
lo puede hacer cualquiera. De
esta manera, se ha convertido en una
verdadera apuesta. Es sencillo ilustrar
cómo funcionan estos bonos: si
alguien compra un seguro por el incendio
del coche de su vecino, hará
todo lo posible para que ese coche se
incendie.
La enésima “santa alianza”
En el contexto de la crisis actual del
capitalismo y con el pretexto de la
deuda pública, se ha creado por lo
tanto una alianza entre el capital local
e internacional. Lo que se pretende
es profundizar el proceso
neoliberal, que las luchas de la clase
trabajadora habían frenado en
gran parte, en una escala jamás vista
en un país occidental. Y para eso,
el Gobierno socialdemócrata griego
utiliza el FMI como cobertura ideológica,
un mal que se nos impone
desde fuera, al que no podemos reaccionar.
Por supuesto, las medidas
impuestas no apuntan al aumento
de los ingresos mediante un sistema
de recaudación fiscal más progresivo,
ni a una mejora de la eficiencia
del Estado para enfrentar la
evasión fiscal o para recaudar todo
lo debido. Ni siquiera a la disminución
de los gastos militares. De hecho,
como denuncia el eurodiputado
francés Daniel Cohn-Bendit, en
algunos casos la ayuda está condicionada
a la compra de más armamento.
Lo que se exige a Grecia, el cuarto
país más pobre de Europa, es privatizar
todo lo que queda en manos
del Estado, recortar los gastos en
los ya desmantelados sectores de la
salud y la educación y rebajar los
sueldos de las capas más débiles. Y
es revelador que los asalariados que
se verán menos afectados por los
ajustes de la ‘troika’ formada por
UE, Banco Mundial y FMI son los
de los cuerpos de seguridad.
Sobra decir que los gobiernos que
prestarán dinero a Grecia se beneficiarán
de los intereses, que se han fijado
entre el 5 y el 6%. Alemania tendrá
en tres años beneficios por más
de 900 millones y el Estado español
es pera obtener varios cientos de millones,
como expuso el vicepresidente
del Gobierno, Manuel Chaves.
Para concluir, con este préstamo
no se pretende reactivar la economía
griega, sino garantizar que el
Estado siga pagando a sus acreedores,
al menos durante unos años. Y,
de paso, aplicar un proceso que llevará
a la mayor transferencia de riqueza
hacia las rentas más altas
después de la Segunda Guerra
Mundial. Es obvio que en este momento
Grecia sirve de laboratorio,
a nivel europeo, en el que se estudian
los límites de la tolerancia económica
y social de la clase trabajadora.
De su respuesta dependerán
muchas cosas.
OCHO MESES DE GOBIERNO SOCIALISTA
Por ILIAS ZIOGAS
OCTUBRE DE 2009
Tras cinco años de Gobierno de Nueva Democracia, los 'socialistas' del PASOK regresaron al poder, ya que Papandreou, su líder, se oponía con fuerza a las medidas de austeridad que proponía la derecha: «Hay dinero», insistía.
ENERO DE 2010
La presión de los mercados financieros y la UE para que en Grecia se adoptaran medidas restrictivas, alcanzaba elevados niveles. El 2 de febrero, se conocía que los salarios del sector público se congelarían. Desde entonces, los anuncios de medidas «urgentes y especiales» no han cesado.
24 DE FEBRERO 2010
Primera huelga general. «No vamos a pagar su crisis», fue el grito que unió a 25.000 personas en Atenas. Tras la jornada de lucha, los sindicatos afines al PASOK se vieron obligados a convocar nuevas protestas.
3 DE MARZO 2010
Se conocieron nuevas medidas fiscales: la reducción de 10% de los salarios públicos y se añadió el aumento del IVA y de otros impuestos indirectos (gasolina, tabaco, bebidas alcohólicas).
11 DE MARZO 2010
Segunda huelga general. Más de 50.000 manifestantes recorrieron Atenas y decenas de miles más las calles de otras ciudades. Días antes, 10.000 personas intentaron impedir la aprobación de las nuevas medidas económicas.
23 DE ABRIL DE 2010
Panadreou anunció que Grecia, a causa de la altísimas tasas de interés, no podía pedir más préstamos a los mercados financieros, y que iba a recurrir al «rescate» ya preparado por la UE y el FMI.
2 DE MAYO DE 2010
Se dieron a conocer los detalles del plan de ajuste que acompañaba al 'rescate'. Entre otros, graves reducciones en los salarios públicos y todas las pensiones, una nueva subida de impuestos indirectos, flexibilización del mercado laboral o la reforma del sistema de pensiones.
5 DE MAYO DE 2010
Tercera huelga general. Un día antes de la aprobación en el Parlamento del plan de ajuste, 200.000 personas recorrieron las calles de Atenas contra las medidas impuestas por el FMI y la UE.
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