La crisis arrecia y se recrudece la situación para las personas inmigrantes, acorraladas por la falta de trabajo, las enormes dificultades para regularizar su situación y el acoso al que se ven sometidas en la calle por la policía. Mientras que desde el Gobierno se niega tal hostigamiento, ciudadanos y profesionales de la información denuncian prácticas como los controles masivos de documentación con criterios raciales.Vigilar a los vigilantes es legal pero supone arrestos, multas y detenciones. Además del caso del fotógrafo de este periódico, Edu León, desgranamos otros de los que acontecen a un lado y otro de la cámara.
- Foto: Olmo Calvo.
“Es la tercera vez que me paráis esta
semana, esto no hay quien lo aguante”,
se queja con cansancio un adolescente
negro en un locutorio en el
madrileño barrio de Lavapiés, junto
con dos colegas a los que la policía
acaba de pedir la documentación.
Estaban haciendo fotocopias para el
próximo examen en el instituto. Se
trata de una escena cotidiana en un
creciente número de barrios y ciudades
dentro de la fortaleza de los países
más ricos y que se replica, incluso,
en algunos de los países menos
pobres de entre los empobrecidos.
El Comité para la Eliminación de
la Discriminación Racial de la ONU
ha denunciado a España, en una audiencia
celebrada el 23 de febrero
en Ginebra, por la detención de inmigrantes
según perfiles racistas.
Destacan que “la policía se maneja
con circulares racistas para detener
a inmigrantes indocumentados” y
que “sindicatos de policía han revelado
que deben cumplir con una
cierta cantidad de detenciones”.
El acoso al inmigrante con sistemáticos
controles de identidad basados
en criterios raciales constituye
una de las ‘performances’ públicas
con las que el poder mantiene posiciones
ante la crisis: da seguridad a
unos, a aquellos que se sienten ahora
más amenazados que nunca, atemorizando
a otros. Buena gestión del
miedo de todos. Organizaciones de
inmigrantes enmarcan estas redadas
en una estrategia de creciente “racismo
institucional”, junto con otros hechos,
como la denegación arbitraria
de tarjetas de residencia o las trabas
administrativas para empadronarse.
Son ilusiones
No obstante, el ministro que mejor
ha entendido que la política se hace
en las ruedas de prensa, Alfredo
Pérez Rubalcaba, insiste en su tesis:
“No hay redadas, las prohíbe la
Constitución”. El responsable de
Interior afirmó en la presentación
del balance de la lucha contra la inmigración
ilegal, a finales de enero,
que los 3.321 extranjeros expulsados
en 2010 por estar en situación
irregular fueron localizados en “operativos
antiterroristas o en controles
de alcoholemia”.
La Asociación Española
para el Derecho Internacional
de los Derechos Humanos (AEDIDH),
ante lo que calificó como “falta
de transparencia del Gobierno en
la publicación de datos oficiales”, investigó
en la Memoria de la Fiscalía
General del Estado de 2009 y desveló
que ese año fueron expulsadas
8.935 personas de las 16.590 que
fueron detenidas y que entraron a
los Centros de Internamiento de
Extranjeros (CIES). “La privación
del derecho a la libertad de las personas
no estuvo justificada entonces
en la mitad de los casos”,
denuncia AEDIDH.
Al tiempo que organismos internacionales
vigilan la labor de los gobernantes,
en la calle cada vez más
ciudadanos y profesionales de la información
velan también por el buen
desempeño de la labor de los funcionarios
de las fuerzas de seguridad
del Estado. Su trabajo se puede observar,
fotografiar y grabar dentro
de la legislación vigente. La sociedad
de la vigilancia puede volverse contra
sus promotores.
Nahia y Cristina, dos vecinas de
Bilbao, se pararon a observar la detención
de un inmigrante en la noche
del 23 de diciembre de 2009 y las
detuvieron hasta las cuatro de la madrugada.
Más de un año después, la
Audiencia de Bizkaia reabre el caso
por posible arresto ilegal. “Se trata
de terror machista policial. Hacemos
un llamamiento a la ciudadanía para
que denuncien estas prácticas abusivas
y no se acostumbren a vivir con
ellas, y a los responsables municipales
para que cesen de sus puestos a
estos maltratadores uniformados o,
en caso contrario, dimitan”, señalan.
Rossío Rodríguez Lizarazu, además
de mirar, sacó su móvil y grabó
a los policías que estaban ejecutando
un control de identidad.
“Acababa de ver en la tele a Rubalcaba
diciendo que las redadas no
existían, estaba tratando de documentar
lo contrario”, cuenta a DIAGONAL.
Boliviana y en situación
irregular, acabó detenida y le denegaron
los papeles que estaba tramitando.
Vea aquí su relato
Derecho a informar
Además de la libertad de expresión
de este ‘periodismo ciudadano’, muchos
profesionales reclaman libertad
de prensa, derecho a informar.
Edu León, coordinador de fotografía
de este periódico, enfrenta ahora su
cuarto juicio en menos de un año,
por documentar, junto con Olmo
Calvo y David Fernández (también
de DIAGONAL), los controles de
identidad a inmigrantes. Las repetidas
detenciones de León, alguna de
las cuales es mencionada en el informe
sobre libertad de prensa 2010 de
Reporteros Sin Fronteras, han provocado
la solidaridad de decenas de
compañeros. Muchos de ellos se han
convertido en protagonistas involuntarios
de noticias paralelas a las realidades
que querían fotografiar.
La freelance Alicia Mesonero fue
denunciada y llevada a juicio por fotografiar
una redada; acabó pagando
una multa de unos 100 euros, bajo
amenaza de arresto. A finales del pasado
enero absolvieron a José Alfonso
(ABC) en un juicio por fotografiar
a dos policías. Pedro Armestre
(AFP PHOTO) pasó un día y medio,
entre el 15 y el 16 de febrero, en una
celda a tres grados por hacer fotos
en la última acción de Greenpeace
en la central nuclear de Cofrentes
(Valencia).
Jesús Feria (La Razón),
Josep Lluis Sellart (El País), Walter
Astrada (La Nación, France Press),
Guillem Valle (ADN), José Colón
(Público) y Martín Carrasco (EFE)
han sido agredidos y/o detenidos por
la policía mientras trabajaban. Albert
Garcia (La Directa) llevó a juicio a
Mossos d’Esquadra por acoso y continuas
amenazas a finales de 2010.
Son sólo una muestra.
COBERTURAS DE RIESGO
¿IDENTIFICARSE POR INFORMAR?
La Federación de Asociaciones
de Periodistas de España
(FAPE) y el Ministerio del
Interior ultiman, desde hace
meses, un convenio para identificar
a periodistas gráficos en
coberturas con la intervención
de las fuerzas de seguridad del
Estado.
La Asociación de la
Prensa de Madrid, la
Asociación Nacional de
Informadores Gráficos de
Prensa y TV, y la Delegación del
Gobierno de Madrid negocian
por su parte un acuerdo por el
que se garantizará la seguridad
sólo a aquellas personas identificadas
ante la policía con un
peto y el DNI.
En Cataluña s e
identifican con un brazalete
naranja, lo que ha mejorado la
situación, aunque no ha acabado
con los incidentes entre
reporteros gráficos y policía, y
tampoco protege a quienes
practiquen un ‘periodismo ciudadano’
en auge.
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