Repasamos la llegada de
la TDT con este autor de
numerosos libros desde
los años ‘80, sobre la
televisión digital y la
concentración de medios.
- Foto: David Fernández.
DIAGONAL: ¿Qué valoración realizas
del apagón analógico?
ENRIQUE BUSTAMANTE: Es curioso
que se haya hablado y promocionado
tanto la cobertura que ha
alcanzado, pero no de su penetración
y consumo. Es un reflejo de cómo
se ha abordado, simplemente,
con criterios técnicos y de negocio y
no con criterios sociales.
Incluso para la conexión no ha
habido ayuda a los colectivos con
mayores dificultades, unos cinco
millones de personas. Ha sido muy
difícil el acceso y el manejo para la
tercera edad y migrantes. En núcleos
rurales se ha necesitado conexión
por satélite, y esto no tiene nada
que ver con la digital terrestre.
Se ha prometido más calidad y
mejor televisión. Pero sólo se ha hecho
un reparto salomónico de canales
para todos los grupos privados:
32 canales nacionales, más otros
ochos autonómicos y unos mil locales.
Sin embargo, nadie ha hecho
un estudio de cómo el sector publicitario
puede absorber esta oferta.
D.: ¿Cuál es el resultado que ofrecen
estos nuevos canales?
E.B.: La TDT no ha tenido ningún
impacto en la industria de producción
española: la mayoría han rellenado
con programas viejos. Sin embargo,
sus compromisos a cambio
de la licencia eran ofrecer la mayoría
de la programación original y
novedosa en digital. Incluso lo han
hecho de forma tan descarada que
han suscrito acuerdos para emitir
programas viejos de Sony Entertainment,
Televisa, Eurosport...
Así, se ha traicionado la interactividad,
la diversidad o la apuesta por
productos independientes. El propio
Gobierno, bajo la presión de las
grandes cadenas privadas agrupadas
en UTECA ha permitido una legislación
proconcentración.
D.: En resumen, una televisión más
generalista y menos interactiva.
E.B.: El caso extremo son las regionales
y locales. En la práctica, éstas
han servido para conformar cadenas
nacionales con programación
ajena a estos territorios. Mientras
las cadenas privadas tienen licencias
por 15 años y prorrogables directamente,
existen cortapisas increíbles
para proyectos sin ánimo
de lucro. Éstas sólo tendrán permiso
para emitir cinco años y grandes
limitaciones presupuestarias. Las
emisoras locales y públicas deberían
servir para contrarrestar a los
grandes grupos. El nuevo modelo
de financiación de RTVE, con límites
draconianos a sus ingresos y su
programación, lo imposibilita. Todo
esto con tres canales nuevos y la exigencia
de emitir unos 8.000 minutos
anuales de producción propia.
D.: ¿Qué queda de aquel “Consejo
de Sabios” para RTVE?
E.B.: En 2005-2006 ganamos una
batalla importante en el Consejo al
impedir la privatización y sanear las
cuentas. Por su contra, realizaron
un ERE salvaje. Ahora quienes ganan
son los lobbies privados. Ese
modelo funcionaba, pero dos años
después todo cambió. No quiero hacer
un juicio de intenciones. Ha
coincidido el liderazgo de audiencia
de TVE con el intento de cortarle las
alas. Las crisis hacen que los gobiernos
necesiten apoyo mediático.
D.: Para la TDT y el servicio público,
Reino Unido es un ejemplo...
E.B.: Allí se aplicó el sistema free
view y la BBC ha logrado una importante
subvención de unos 600
millones de euros para liderar esta
transición. Además, su página web
es un auténtico referente audiovisual
en internet. Se ha fortalecido el
servicio público.
D.: Entonces, ¿queda sitio para las
alternativas en el Estado español?
E.B.: Puede haber sorpresas, por
qué no. El fracaso de Localia TV
muestra que no todo es viable. Ahí
habría un hueco para el servicio
público. Salvo en Catalunya y
Andalucía, se castiga a la local y colectiva
y, sin embargo, se premia a
gente sin proyectos previos como
Enrique Cerezo o Jiménez Losantos.
Un buen ejemplo es TeleK, que
durante mucho tiempo ha luchado
de forma admirable y ahora ha logrado
un cierto margen legal.
Internet tampoco es la solución,
porque el consumo masivo de televisión
está en las ondas. Además,
YouTube, por ejemplo, da un trato
especial para la emisión de grandes
productoras. Romper los oligopolios
no es tan fácil. Una cosa es que
millones de usuarios puedan elegir,
otra cosa es llegar a ellos. La mayoría
de lo que se ve en internet son
producciones que se emiten en televisión.
Los poderes establecidos
siempre tienden a perpetuarse.
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