"ANÁLISIS // ""MICHAEL COLLINS"" Y LA CREACIÓN DE FICCIONES"
La República del 99%

Contra la huida hacia adelante del capitalismo y la reacción automática a todos y cada uno de sus ataques, el autor apuesta por ignorar al poder y crear nuevas reglas.

, editor de Acuarela Libros e investigador independiente
08/05/12 · 12:30
Edición impresa

"¡Más madera, es la guerra!” El
tren de los Hermanos Marx es
hoy la imagen más exacta del
capitalismo. Desbocado, en
fuga hacia adelante, desmantelándose
a sí mismo para seguir alimentando
el fogón de la máquina.
Derechos, garantías, vidas, riquezas,
recursos, cuidados, vínculos,
el edificio entero de la civilización
social moderna. La loca carrera
del capitalismo amenaza con devorarlo
todo.
No hay ningún plan
de conjunto ni a largo plazo: sólo
echar toda la madera necesaria
para que la máquina siga funcionando.
El capitalismo se ha vuelto
completamente punk: “no future”.

Algo muy profundo se ha roto.
Hacemos como si nada, pero lo sabemos.
La sensación generalizada
es: “todo se ha vuelto posible”. Que
la UE saque a España del euro, un
corralito o una insurrección.
Cualquier cosa. Pero nos aferramos 
a la posibilidad más remota:
que las cosas sigan igual,
que volvamos
a la “normalidad”. El capitalismo
improvisa, pero también
los movimientos que se le oponen.
No hay brújula que valga, los mapas
que tenemos se nos caen de las
manos, no sabemos dónde vamos.
Parece como si sólo nos quedara ir
siguiendo los acontecimientos del
día: ayer lo del Rey, hoy lo de
Repsol, mañana ya veremos. The
time is out of joint
.

Protestar parece inútil. Los griegos
han hecho ya más de diez
huelgas generales sin lograr aminorar
ni un ápice la velocidad absurda
de la locomotora, ni disminuir
su terrible poder de devastación.
Es como si los poderes hubieran
desconectado de la sociedad
y no hubiese modo de
afectarlos. Da miedo. El tiempo de 
destrucción del capitalismo se ha
acelerado por mil desde 2008.
Se
come en segundos logros que exigieron
décadas de trabajo y luchas.
Y no sabemos cómo se para.

Si todo se hunde, participemos
al menos en el hundimiento. Un
amigo de Barcelona me comenta
que la tolerancia hacia la violencia
callejera durante la última huelga
general fue masiva: “tú recortas,
yo quemo”. Una respuesta legítima.
¿Qué es quemar un contenedor
en comparación con millones
de vidas quemadas?
Más madera,
es la guerra: recortes, represión,
mentiras. Lo normal, lo obvio es la
rabia, el odio, la violencia. Legítima
pero inútil. Cabezazos contra
la pared, cada vez más furiosos,
ciegos y desesperados. Pero la pared
no cede.

Ellos ponen los temas.
Ellos ponen los tiempos.
Ellos ponen los escenarios.
Nosotros reaccionamos.

¿Alguien por ahí ha visto
Michael Collins? La película, sobre
la vida del líder revolucionario
irlandés, arranca en el Levantamiento
de Pascua de 1916. El IRA
toma un edificio administrativo,
pero los ingleses les barren. No es
la primera vez: según las reglas de
la guerra convencional, el IRA lleva
siempre las de perder. Dentro
de la organización hay quien piensa
que el continuo “sacrificio de
sangre” ayuda al nacimiento de la
nación irlandesa: la represión
provocará adhesiones a la causa y
nuevos levantamientos. Cuanto
peor mejor.

Michael Collins no piensa ni desea
nada de esto. En la cárcel, reflexiona
y propone un giro estratégico
radical: “desde ahora actuaremos 
como si la República Irlandesa 
fuese una realidad.
Combatiremos
al Imperio Británico
ignorándolo. No seguiremos sus
reglas, inventaremos las nuestras”.
Así dio comienzo una guerra
de guerrillas histórica que volvió
locos durante años a los ingleses
y les obligó finalmente a negociar
el primer tratado de paz e independencia
con los irlandeses.

Lo que Collins decide es dejar de
dar cabezazos contra la pared. No
quiere simplemente tener razón, ni
sacrificar a nadie en nombre de un
futuro mejor. Quiere vivir y ganar.
Y eso significa: crear realidad.
El 
verdadero contraataque es crear
nueva realidad. Para ello propone 
paradójicamente una ficción: hagamos
“como si” la República 
Irlandesa fuese un hecho.

Las ficciones son cosas serias. 
Los revolucionarios franceses del
siglo XVIII decidieron “hacer como
si ”ya no fuesen más súbditos del
Antiguo Régimen, sino ciudadanos
capaces de pensar y redactar una
Constitución. Los proletarios del siglo
XIX decidieron “hacer como si”
no fuesen las mulas de carga que la
realidad les obligaba a ser, sino personas
iguales a las demás, capaces
de leer, escribir, hablar y autoorganizarse.
La ficción es una fuerza
material desde el momento en que
creemos en ella y nos organizamos
en consecuencia.

Ya no indignarse, reaccionar o
demandar, sino actuar como si la
República del 99% fuese una realidad, 
combatir al poder ignorándolo, 
no seguir sus reglas, sino inventar
las nuestras.
¿Qué podría 
significar esto?

Imagino primero en todas las plazas
una declaración masiva de ruptura
con la realidad podrida de la 
monarquía, la economía y la política. 
Un gesto sereno, tranquilo: “estáis 
despedidos, nos despedimos”. 
Nuestro Juramento del Juego de 
Pelota. Luego tendríamos que sacar
todas las consecuencias prácticas 
posibles de un imposible: la 
República del 99% es una realidad, 
¿qué resulta de ello? Poner nosotros 
los tiempos, los temas y los escenarios. 

Hacerlos existir y respetar y 
durar y crecer. Habitar ya otro país: 
real y ficticio, visible e invisible, intermitente 
y continuo.

La mejor manera de defender algo 
es reinventarlo todo.

No para ti y los tuyos, sino para 
el 99% (seguimos todos en el mismo 
tren). Nuestra venganza es ser 
felices.

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comentarios

2

  • |
    anónima
    |
    17/05/2012 - 11:56pm
    En mi opinión, el secreto principal del gobierno consiste en debilitar el espíritu público, hasta el punto de desinteresarlo por completo de las ideas y los principios con los que se hacen las revoluciones. En todos los tiempos, los pueblos al igual que las personas se han contentado con palabras. Casi invariablemente les basta con las apariencias; no piden nada más. Pero, antes de esta anestesia, es preciso aturdirla, sumirla en la incertidumbre mediante asombrosas contradicciones, obrar en las gentes-esclavos incesantes distorsiones, desconcertarla mediante toda suerte de movimientos diversos, extraviarla en sus propias vías. Uno de los grandes secretos del momento consiste en saber adueñarse de los prejuicios y pasiones populares a fin de provocar una confusión por diversificación que haga imposible el entendimiento entre gente que habla la misma lengua y tiene los mismos intereses de supervivencia. Con esto hay que tener gran cuidado, por que lo están haciendo y estamos picando. Sy@
  • |
    anónima
    |
    08/05/2012 - 3:00pm
    Este #12M15M http://tomalaplaza.net/ Acampada en Sol ¡Tod@s somos un@!
  • Asamblea en Sol (Foto: Olmo Calvo)
    separador

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