EL PETRÓLEO SE ACABA Y LA INDUSTRIA DE AUTOMOCIÓN CONFÍA EN AUMENTAR EL PARQUE MÓVIL CON NUEVOS COCHES ELÉCTRI
La penúltima esperanza energética

El autor explica que la crisis del petróleo ha llevado a
buscar otras energías en la automoción, como el litio,
que no van a cubrir las expectativas.

08/12/10 · 8:00
Edición impresa
JPG - 83.5 KB
Foto: Doc Searls.

Los últimos reconocimientos
públicos, a contrapelo y a regañadientes,
de las grandes
agencias mundiales de la
energía, de que la era del petróleo
barato ha llegado a su fin, son una
forma abstrusa de decir que se está
llegando al cenit de la producción
mundial de este elemento, del que se
queman 4.000 millones de toneladas
anuales.

El petróleo, es además, el combustible
que carga sobre sus espaldas
con el 94% del transporte mundial y
para ello emplea el 53% de toda su
producción mundial en movilidad.
Así las cosas, no es de extrañar, que
ahora surjan de repente multitud de
propuestas alternativas al transporte

y hasta creyentes en las máquinas de
movimiento perpetuo con las que se
puedan violar impunemente las leyes
de la termodinámica.

Surgen, pues, como setas, inventores
del hidrógeno y del litio como
“fuentes de energía”, que serán capaces
de reemplazar a los combustibles
fósiles y, además, de no tener el
pecado original de ser sucios y contaminantes,
mientras prestan sus
servicios. Pero sucede que tanto el
hidrógeno como el litio son, en el mejor
de los casos, sólo vectores energéticos
o transportadores de energía,
evidentemente siempre con pérdidas.
El litio es simplemente un elemento
muy ligero de la naturaleza,
que se suele encontrar combinado.
Metal muy ligero y blando que se oxida
con mucha facilidad. Tiene muchos
usos, entre otros medicinales.

Dado su elevado potencial electroquímico
y calor específico, constituye
un ánodo adecuado para las
baterías eléctricas. Y es en este uso
donde se confunden las peras con
las manzanas. El litio es muy útil para
hacer baterías de alta capacidad

de almacenamiento de energía, pero
no es una fuente de energía en sí
mismo. Cuando alguien quiera plantearse
el reemplazo de los combustibles
fósiles y la energía que hoy
aportan a la sociedad, antes de mirar
a las baterías de litio ión debería
pensar en detalle de dónde va a salir
la electricidad que pueda alimentar
lo que ahora se alimenta con combustibles
fósiles, antes de mirar a los
coches eléctricos con veneración
más propia de un beato arrobado
que de una visión científica.

Y puestos a hablar de los coches
eléctricos impulsados por la energía
que se pueda acumular en sus baterías
de litio
, según las tecnologías existentes
de almacenamiento, estas baterías
distan mucho, tanto en su concepción
actual como en sus límites
termodinámicos, de poder ofrecer alguna
vez una equivalencia en densidad
(peso y volumen por energía
contenida) y versatilidad como la que
ofrecen los derivados del petróleo.
Esto tiene unas implicaciones de
gran calado, en muchos sentidos:
mucho peor relación carga útil/tara
(ya de por sí bastante ridícula en la
vaca sagrada de Occidente, en la
que un ser autotransportable de 79
kilos emplea 1.200 kilos para hacer
cosas en su mayoría prescindibles
y rutinarias).

También, exigiría una red de
electrolineras que posiblemente
tuviese que triplicar la red actual
de gasolineras mundial (cercana
al millón de estaciones de servicio).
Hay que decir también que,
con las reservas probadas de litio
en todo el mundo, que son unos
13 millones de toneladas, resulta
que apenas dispondríamos de litio
suficiente para completar una o
dos dotaciones de baterías para
estos 850-900 millones de vehículos
privados, que hoy se mueven
con motores de combustión interna,
dando por supuesto que se
acompasa sin problemas el aumento
de la producción minera
actual mundial , partiendo de las
escasas 25.000 toneladas anuales
que hoy se producen.

Más de la mitad de las reservas
probadas se encuentran en los salares
de pocos países latinoamericanos
andinos
. Si se toman como buenos
los datos de otros optimistas, las
reservas podrían llegar a unos 26 millones
de toneladas, y si se quiere,
uno puede soñar con que Afganistán
tenga todavía algunos millones de
toneladas más, aunque esa noticia la
dan los invasores del país y carece de
la fiabilidad científica necesaria.

Problemas de abastecimiento

Todo ello daría para unas pocas
dotaciones de una teórica flota
mundial de vehículos, considerando
que las baterías duran unos
2.000 ciclos de carga y descarga,
en el mejor de los casos (unos 5-7
años) y luego hay que tirarlas o reciclarlas,
por supuesto utilizando
ingentes cantidades de energía.
Todavía quedarían por resolver los
problemas motrices de unos 200
millones de vehículos de combustión
interna que existen hoy y que
muy difícilmente podrían operar
de forma eléctrica, por sus potencias
y sus autonomías (la flota de
camiones, autobuses, maquinaria
de obras públicas y minera, por no
mencionar la flota mercante y pesquera
mundial y la aviación civil,
aparte de los ejércitos).

Todo eso, suponiendo además,
que la flota mundial no crece de 2010
a 2030 y suponiendo que los demás
usos del litio, entre los que destacan
las baterías para toda la industria
electrónica avanzada y otras aplicaciones
(por ejemplo, como combustible
para la teórica energía de fusión
de la que saldría el tritio), hace ver
que hay un problema claro de abastecimiento
para la producción mundial.
Sólo falta decir que la existencia
de minas de litio significativas está
en manos de muy pocos países, que
se verían enormemente tentados a
escalar los precios hasta niveles insufribles
para la viabilidad de este
proyecto. O que sufrirían (si es que
no están sufriendo ya) la codicia de
los buscadores del Santo Grial de
la energía infinita.


EL MITO RIFKIN DE LA ACUMULACIÓN DE ENERGÍA RENOVABLE EN BATERÍAS

El gran gurú del negocio
verde, contratado por el
Gobierno de Zapatero, entre
otros muchos gobiernos ávidos
de generadores de buenas
noticias, Jeremy Rifkin,
anuncia sonriente y confiado
el advenimiento de un mundo
en que cada ciudadano tendrá
su almacenito de energía
en casa o en el garaje, en
forma de batería de alta capacidad.
Con ellos, asegura, se
podrá estabilizar el suministro
eléctrico que las modernas
renovables (las energías eólica
y solar) no ofrecen, porque
generan energía cuando Eolo
y Ra quieren y no cuando los
ciudadanos lo necesitan y
desestabilizan las redes nacionales
cuando alcanzan determinados
porcentajes. Así
pues, los detentadores de
baterías podrían tomar la
energía excedentaria de estos
sistemas cuando no hay tanto
consumo y soltarla en horas
pico. El ciudadano convertido
en gestor de energía. Este
hombre, no ha calculado que
eso podría llegar a duplicar el
número de ciclos de carga y
descarga y por tanto, a reducir
a la mitad la vida de estas
baterías, ya muy costosas.


UNA
VISIÓN
GENERALISTA

Cuando se estudian los sistemas
energéticos, hay una tendencia a
analizar los árboles y luego presuponer
el bosque. Si de coches o
baterías o aerogeneradores se
trata, se habla de uno y así todo
el mundo imagina que si se
puede hacer con uno, se podrá
hacer con mil millones. Pocos se
atreven a hacer análisis comenzando
por la visión general, para
ver si se puede alcanzar una solución
global con una propuesta
individual. En un mundo que consume
tanta energía y que desborda
límites planetarios, se recomienda
un enfoque generalista
para evitar hacerse falsas ideas.

Más artículos relacionados en este número:

- [El coche eléctrico desata la fiebre del litio->12939]
- [Galicia pelea por una planta de baterías de litio->12942]
- [EE UU dice que Afganistán tiene la mayor reserva de litio->12943]
- [El plan Movele financia los coches de batería de litio->12944]
- [Una futura necesidad de litio: los reactores de fusión->12941]

+A Agrandar texto
+A Disminuir texto
Licencia

comentarios

0

Foto: Doc Searls.
Foto: Doc Searls.
separador

Tienda El Salto