¿Por qué, tras más de
40 años ignorando su
existencia, de pronto las
administraciones
públicas tienen tanto
interés en “solucionar” el
problema de la Cañada
Real Galiana?
Desde hace más de dos
años, la Comunidad de
Madrid vigila la Cañada
mediante patrullas de
agentes forestales, para evitar que se
produzcan nuevas ocupaciones de la
vía pecuaria en el marco del Plan de
Reforzamiento para la Vigilancia de
la Cañada Real Galiana. Además, el
Ayuntamiento de Madrid ha llevado
a cabo numerosos derribos de viviendas,
aduciendo que se encontraban
vacías, con el objetivo de impedir
que el asentamiento siga consolidándose.
Actualmente está listo para
debatirse en la Asamblea un proyecto
de ley presentado por la Comunidad
de Madrid que pretende
dar solución a los problemas existentes
desafectando un tramo de la
Cañada para convertirla en un bien
patrimonial de la Comunidad.
- COMO UNA LÍNEA DE COSTA. El PAU de El Cañaveral alcanza, como puede verse en la foto, los límites de la Cañada Real Galiana.
¿Por qué este repentino interés?
Este lugar, hasta ahora invisible para
los poderes públicos, ha pasado
en poco tiempo a estar situado en
el centro del mapa. No parece que
hayan sido los graves problemas
que sufren los habitantes de la
Cañada los que han hecho que las
administraciones públicas se preocupen
por lo que allí está pasando,
puesto que era una situación de sobra
conocida y consolidada.
Parece, por el contrario, que si la
Cañada interesa ahora es porque
hasta ella ha llegado, en forma de
PAU de El Cañaveral, el “desarrollo”
de la ciudad, la máquina inmobiliaria,
“la niña mimada” de nuestras
administraciones públicas. El conflicto
parece claro: ¿quién va a querer
pagar 400.000 euros por un piso
a estrenar con vistas hacia las chabolas
de La Cañada? La geometría
pulcra y homogénea de este PAU,
impresa en el territorio a golpe de
excavadora, ha llegado hasta el territorio
orgánico y sedimentado de la
Cañada. Dos formas de “hacer ciudad”
tan opuestas como aparentemente
incompatibles: la ciudad que
surge de la necesidad frente a la ciudad
como negocio especulativo.
Así pues, más allá de disquisiciones
sobre la titularidad de la vía pecuaria,
lo que se plantea es un debate
sobre lo que entendemos por
“derecho a la ciudad”, pues existe
un problema de injusticia social
que no parece acaparar el suficiente
interés: una población en riesgo
de exclusión que ha sido ignorada
por las administraciones públicas
durante décadas y que ahora ve
amenazado un bien básico como es
la vivienda. Ésa y no otra debería
ser la cuestión central del debate:
¿Quién tiene derecho a habitar la
ciudad? ¿Cómo se adquiere ese derecho?
¿Quién lo otorga?
Este conflicto pone de manifiesto,
de manera especialmente clara,
los distintos imaginarios manejados
a la hora de pensar la gestión
del territorio y la importancia que
en ellos se otorga al régimen de
propiedad del suelo. Entre generar
un espacio de oportunidad para
que la iniciativa privada desarrolle
el tejido auto-construido y lo formalice,
o que las administraciones
públicas se encarguen de su protección
y tutelaje como parte de la
red de espacios libres (más o menos
protegidos), debería existir la
opción de desarrollar un proceso
que incorpore a los habitantes que
han generado ese territorio –durante
40 años– y gestionar de forma colectiva
el acceso a unos recursos
que, como la Cañada, son comunes.
Pensar cuáles pueden ser esos
recursos comunes en el modelo actual
de producción metropolitana
podría ser una de las bases del proceso
de construcción de una ciudad
más justa. Tarea que no es ni
breve (seguro que más de dos
años) ni de un solo Gobierno.
CRONOLOGÍA DE LA CAÑADA
1273, FUNDACIÓN
Alfonso X El Sabio funda el Honrado Consejo
de la Mesta de Pastores. Para evitar conflictos
entre los agricultores y los ganaderos en el
tránsito de los rebaños, el Rey constituye la
red de cañadas en todo su reino. Las nueve
más importantes se llamarán Cañadas Reales.
1836, ABOLIDA LA MESTA
El Consejo de la Mesta es abolido.
Llega la industria. Comienza un siglo
y medio de limbo para la gestión de
las Cañadas, hasta la llegada del
Instituto para la Conservación de la
Naturaleza (ICONA) en 1971.
1958-1968, REDUCCIÓN DEL TAMAÑO
Parte de la Cañada Real Galiana se declara innecesaria por el
escaso tránsito ganadero. Con la Orden Ministerial del Boletín
Oficial del 31 de enero 1958 se reduce de 75,22 a 37,61 metros
de ancho en la parte de Vallecas. Seguirán las órdenes ministeriales
de abril de 1964 para Coslada (reducción a 20 metros de
ancho) y de junio de 1968 para Rivas (reducción a 14 metros).
1960, LAS HUERTAS
Llegan los primeros asentamientos
de campesinos que
ocupan los terrenos de la
Cañada para hacer huertas. A
veces edifican pequeñas construcciones
para los aperos.
1974, DESAFECTACIÓN
El ICONA autoriza las huertas
en Coslada y desafecta parte
de la Cañada. Algunos vecinos
consiguen por primera vez
comprar los terrenos y legalizar
su situación.
1974-1985, ASOCIACIONES
Los vecinos se organizan en asociaciones
por sectores. La Cañada Real
Galiana ya está casi totalmente ocupada.
Las huertas han dejado paso
a las viviendas. Comienza la edificación
de las grandes urbanizaciones.
1986-2004, UN “PROBLEMA SOCIAL”
Se expropian casas (obras del AVE, la M-45 y la M-
50) con indemnizaciones de hasta cien millones de
pesetas. En 1998 las Cañadas pasan a la
Comunidad. En este periodo mueren cinco niños atropellados
por camiones que se dirigen al vertedero. El
Defensor de Menor denuncia la situación sanitaria.
2005-2009, DERRIBOS
El cierre de Las Barranquillas convierte
la Cañada en un supermercado
de la droga. Se producen
derribos de casas de sin papeles.
En octubre de 2008 los vecinos
se manifiestan contra los derribos.
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