ANÁLISIS: LENGUAJE Y BATALLA CULTURAL
Jugar en casa (lingüísticamente)

El autor repasa la actividad de los últimos tiempos de las organizaciones de izquierdas y su reflejo en el dominio de la derecha del panorama mediático.

, Periodista
02/04/12 · 10:46
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Últimas tendencias de la izquierda
para esta temporada.
UK: en el norte de
Inglaterra, algunos cachos
del Labor Party apuestan por la
federación de ciudades. La cosa consiste
en la creación de nuevos gobiernos
no estatales y voluntarios.
Curioso. Alemania: el SPD, un partido
que en periodos de oposición tiende
a ponerse interesante, sigue sin
ponerse interesante. Por su parte,
Oskar Lafontaine (Die Linke) emite
en solitario propuestas para corregir
la brutalidad de la crisis. Ningún partido
de izquierdas en Europa parece
ser interlocutor del pack Lafontaine /
Die Linke. El pack Lafontaine / Die
Linke, Islandia y el carrete filipino
son, en fin, propuestas exóticas que
nadie acaba de conocer personalmente.
Portugal: asombro –o ni siquiera
eso– ante nuevos y mejores
casos de corrupción en el Partido
Socialista. Grecia: el Partido Socialista
no se encuentra, epistemológicamente,
el culo con ambas manos
y, en lo que es una metáfora, es la derecha
quién abandera el enfrentamiento
contra los chupatintas de
West Point / laUE. Francia: Hollande
puede ganar a Sarkozy, si bien, cuando
uno escucha aHollande, no se sabe
muy bien para qué. España: el
15M prosigue con su programa sin
programa –el 15M, visto así, se parece
a un partido, si bien los partidos
no señalan esa tendencia–, y con sus
actuaciones para transformar la realidad,
difíciles de cuantificar en cuanto,
por aquí abajo, la realidad, como
la Pantoja, jamás habla de sí misma
en serio
. Algunas zonas de la izquierda
parlamentaria le imitan el lenguaje,
de lo que se deduce que el 15M no
es un lenguaje. El PSOE, por su parte,
ignora absolutamente ese lenguaje
y en general, cualquier propuesta
del movimiento. Lo que puede indicar que
el PSOE es el partido que mejor
ha entendido el 15M y su castaña:
someter a crisis de representatividad
a los partidos. Bueno.

Todo esto, ¿es
mucho? ¿es poco? Ni idea. En todo
caso, la izquierda, esa cosa transformadora,
hay días enteros en que se
parece al concepto Mesías tal y como
lo formulaba el rabino de Vilna,
un tipo que defendía que se sabe que
no ha venido el Mesías porque, si vas
a la ventana y miras a la calle ves que
todo está tranquilo, ves que, en efecto,
el Mesías no ha venido.

La calle desde la ventana

Por su parte, la derecha va sobrada.
A saber: se basta a sí misma para
ofrecer diversas lecturas de la realidad
–exemplum: los gobiernos UK y
España se distancian de Alemania de
vez en cuando–. Ella solita crea los
problemas y, por el mismo precio, las
soluciones –verbigracia: fija déficits
inflexibles y luego, zas, los flexibiliza.
El carácter cachas de la derecha se
percibe en su plenitud si se observa
que todo el vocabulario de la crisis y
de sus soluciones proviene, precisamente,
de la derecha. Una victoria
lingüística por KO, que no sucedió en
la crisis del ‘29
. Curiosamente, todo
ese vocabulario proviene de las escuelas
financieras, un invento formulado
como defensa de los ejecutivos
en aquella crisis lejana, cuando los
usuarios de la realidad se planteaban
suprimir del mundo laboral los cargos
directivos, una idea, snif, que brilla
por su ausencia en esta crisis.

El dominio de la derecha es tan
atroz que la derecha europea que mejor domina
el lenguaje, parece no emplearse
a fondo en su disciplina favorita.
Salvo el PP de la Comunidad
Autónoma Madrileña –un producto
absolutamente lingüístico, incluso
debajo del agua–, el PP no ve necesidad
de emplearse a fondo en la formulación
de ‘palabros’. La sensación
es que la industria comunicativa de
nuestra derecha está tan confiada
conl as palabras que dominan el mercado
–como, por ejemplo, la palabra
mercado –, que sus únicos esfuerzos
se centran en entretenimientos, como
el spot de Loewe
, o la violencia
estructural de Gallardón. La sensación
es que la derecha juega en casa.
Como nunca desde hace generaciones.
Será divertido verla trabajar con
el vocabulario que hemos creado desde
hace un año, con el que hemos
dibujado esa nueva derecha.
Posiblemente la guerra lingüística
empiece después del 29M
. Será la señal
de que el 29M ha sido un éxito.
Es decir, no ha sido una huelga, sino
un acto de resistencia civil ante el monopolio
de la realidad y su léxico.

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