En marzo, mientras tenía lugar la
junta de accionistas del BBVA,
un grupo de activistas de la plataforma
contra este banco consiguió
burlar el cordón policial y
arrojarse pintura roja por encima.
Por su parte, otro grupo de organizaciones
agrupadas en la campaña
BBVA sin Armas logró
tomar la palabra en la junta a
través de un accionista minoritario
acusando a la entidad de
financiar a compañías que producen
armas nucleares y las
exportaciones de armas a países
En marzo, mientras tenía lugar la
junta de accionistas del BBVA,
un grupo de activistas de la plataforma
contra este banco consiguió
burlar el cordón policial y
arrojarse pintura roja por encima.
Por su parte, otro grupo de organizaciones
agrupadas en la campaña
BBVA sin Armas logró
tomar la palabra en la junta a
través de un accionista minoritario
acusando a la entidad de
financiar a compañías que producen
armas nucleares y las
exportaciones de armas a países
que violan los derechos humanos.
A finales de junio del año
pasado, Justícia i Pau intervino
como cada año en la junta de
accionistas del Banco Santander
para reclamar que éste deje de
invertir y financiar industrias y
proyectos militares. BBVA y
Banco Santander son los principales
ejemplos de la relación de
entidades financieras españolas
en la industria de armamento,
aunque existen muchos más. Un
gran número de los bancos y
cajas que operan en el Estado
español mantienen estrechas
relaciones con la industria armamentística.
Como apunta el Centre
d’Estudis per a la Pau JM
Delàs, el apoyo financiero es uno
de los factores más importantes
para hacer viable una empresa
de armas. Muchas de esas operaciones
se hacen con Estados
que no siempre pagan sus deudas,
ya que en algunos casos
están contraídas por dictaduras
o gobiernos de dudosa representatividad
democrática y ofrecen
menores garantías financieras.
En estos casos es necesaria la
participación de entidades que
aseguren las exportaciones. En el
Estado español se encarga de
esto la Compañía Española de
Seguros y Créditos a la Exportación
(CESCE). La mitad de sus
acciones son públicas y el resto
están controladas por bancos
como BBVA, Santander, Banesto
o Sabadell.
Ante las acusaciones hechas
durante la junta de accionistas
del BBVA, su presidente negó la
afirmación de que financiaran la
fabricación de armas nucleares
(en referencia a EADS): “No nos
consta en absoluto que ese
cliente tenga ninguna conexión
con armamentos nucleares”. Sin
embargo, EADS sí que participa
en la producción de armas nucleares
a través de su filial
ASTRIUM, que fabrica el misil
nuclear M51, que forma parte de
la nueva generación de misiles
nucleares franceses lanzados
desde submarinos. Además, a
través de la compañía MBDA
fabrica el misil nuclear ASMPA,
utilizado por las fuerzas aéreas
francesas. Otras compañías
extranjeras con fuerte implantación
en el Estado, ING y AXA, han
sido denunciadas por su colaboración
con la producción de fósforo
blanco, un producto químico
que produce quemaduras profundas
cuando entra en contacto
con la piel, prohibido por varios
tratados internacionales que lo
consideran un arma de destrucción
masiva. Entre ING y AXA, tienen
37 millones de dólares invertidos
en las empresas Shaw
Enviromental y Teledyne Brown
Engineering, las principales
encargadas de la modernización
de la producción del fósforo
blanco para el ejército de EE UU.
Fósforo blanco de fabricación
estadounidense ha sido usado
en Iraq por el ejército de EE
UU y en Gaza y Líbano por el
ejército de Israel.
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