TERRITORIOS LIBERADOS // SEGÚN LA ONG ENCARGADA DE ELIMINAR LAS MINAS, TARDARÁN MÁS DE 30 AÑOS EN LIMPIAR TODO
Un desierto minado para construir el futuro

Tras el alto el fuego de
1991, el Frente Polisario
controla la tercera parte
del Sáhara Occidental.
Un área desértica sin las
riquezas naturales que
gozan las zonas
ocupadas por Marruecos,
del otro lado del muro.

10/12/09 · 19:12
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A la franja de tierra que queda al
norte de Mauritania, al sur de Argelia
y al este del muro de 2.700 kilómetros
construido y custodiado
por el Reino de Marruecos, los saharauis
la llaman “tierra liberada”.
Un ejercicio de esperanza y optimismo.
A esta misma zona, los marroquíes
la llaman “tierra de nadie”,
y constituye para ellos la barrera
de choque ante posibles conflictos.
La ONU, en su eterna actitud de indiferencia,
la llama “zona no autónoma”
y disemina por este desierto
sedes de su misión especial (MINURSO)
que ni ve, ni oye, ni actúa.

Los territorios liberados, unos
90.000 kilómetros cuadrados, constituyen
aproximadamente un tercio
del suelo del Sáhara Occidental, los
otros dos tercios están al oeste del
muro, ocupados ilegalmente por Marruecos.
Es allí donde se encuentran
los recursos, la pesca y los fosfatos
principalmente. En la zona liberada
apenas hay nada que expoliar.

El muro no sólo es muro; además
de los 2.700 km de arena, hormigón
y alambradas, esta barrera está
minada en su totalidad. Unos
60.000 soldados marroquíes, armados
por el Estado español y Francia,
entre otros, lo custodian en los
puestos colocados cada cuatro kilómetros
y cuenta con un sistema de
radares para proteger su perímetro.

Aunque los mapas al uso lo sitúan
de principio a fin en territorio
saharaui, el muro corta en tres puntos
Mauritania, impidiendo así la
continuidad territorial de la zona liberada.
Esta ominosa obra de ingeniería
financiada principalmente
por EE UU e Israel puede verse en
las imágenes aéreas y en los mapas
trazados por Land Mine Action
(LMA)
, encargada de desminar estos
territorios.

La RASD ha clavado su bandera
en los principales centros de esta zona.
Según el informe del Secretariado
Nacional del Frente Polisario
para su XII Congreso, celebrado en
Tifariti en 2007, “se ha procurado
convertir los territorios liberados en
un escenario para la actividad política
e informativa escogiéndolos para
la celebración de eventos nacionales,
certámenes importantes y otras
actividades como la celebración de
los aniversarios de la proclamación
de la RASD, la conmemoración del
Día del Mártir, el aniversario de la
Intifada Saharaui y la organización
de seminarios de carácter político e
intelectual”.

El clima de esta zona y las condiciones
de la tierra son mucho mejores
que en la hammada, donde la temperatura
alcanza los 50º y no hay ni
agua ni posibilidades de cultivo. Los
yacimientos arqueológicos y rupestres
del llamado “neolítico sahariano”
muestran representaciones de jirafas,
avestruces y hasta pelícanos,
haciendo verosímil la idea de que este
desierto fue en su día una sabana.
Entre mina y mina aparecen acacias,
arbustos, pozos de agua subterráneos
y algunos inviernos se forman ríos
que rompen el paisaje. Esto ha provocado
que cada vez más familias se
den a la vida nómada.

Difícil repoblación

El último informe de 2005, citado por
la Conferencia Europea de Cooperación,
fijaba la población permanente
de los territorios liberados en
15.000 habitantes. Cuenta Ahmed
Fadel El Rubio, que “si llueve y es un
buen año en el que hay mucho pasto,
la gente viene de los campamentos y
se instala aquí. Hay algunos años en
que el desierto entero se llena de jaimas,
de cabras y de camellos, es algo
maravilloso. Pero eso también crea
problemas para las propias familias,
porque los niños que no se quedan
en Tinduf dejan de ir a la escuela”.

El plan “retorno” de los ‘90, establecido
desde la asamblea de la
RASD, impulsó la construcción de
tres colegios electorales en ciudades
del territorio liberado para celebrar
allí el ansiado referéndum. Una de
estas ciudades es Tifariti, capital de
los territorios liberados. Allí se construyó
el Barrio de la Solidaridad,
unas 400 viviendas aún sin ocupar, y
el hospital Navarra, uno de los pocos
de la zona. Cuenta también con algunas
construcciones que apenas sobrevivieron
al último bombardeo de
Marruecos, dos horas antes del alto
al fuego en 1991, y un colegio con
teatro y museo. Existe también un
proyecto de universidad, apoyado
por varias universidades extranjeras,
y un encuentro internacional de arte
que, bajo el nombre de ARTifariti, reúne
desde hace tres años a artistas
de diferentes países. Tifariti dista aún
mucho de ser una capital estatal, pero
su crecimiento y la vida que en ella
se concentra la convierten en símbolo
de esperanza para el Polisario y
punto de visibilización internacional
de la lucha por la autodeterminación
del pueblo saharaui.


30 años para limpiar de minas el Sáhara

Land Mine Action (LMA)
es la ONG que, en colaboración
con la RASD y la
MINURSO, trabaja desde
2006 en la recuperación
del territorio a través de
la localización y desactivación
de las minas y
artefactos sin detonar en
la zona liberada del Sáhara
Occidental. 18 valientes
divididos se juegan la
vida a diario con un
detector de metales y una
pala de jardinero. Cada
uno de estos saharauis
de LMA cobra 340 euros
al mes y aseguran que, al
ritmo que van, tardarán
unos 30 años en desminar
todo el territorio.

El gasto de la ayuda
internacional que reciben
los refugiados de la hammada
de Tindouf es sin
duda mucho mayor que
la inversión de LMA. Sin
embargo, la ayuda a los
territorios liberados es
mínima. Apostar por el
Frente Polisario como
soberano legítimo de
esta tierra supone un
enfrentamiento directo a
la política marroquí. No
obstante existen proyectos
de reconstrucción
en esta tierra, que
comienzan a hacerse
visibles, que molestan
profundamente al Reino
de Marruecos y que muy
lentamente devuelven la
vida a los territorios
liberados.

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