La quiebra del PSOE modifica el paisaje de la XII legislatura y abre un ciclo de redifinición ideológica en el partido. Así fue la semana que cambió a la socialdemocracia española

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“El PSOE necesitaba un ‘big bang’ y se ha producido”, dijo el secretario general del PSOE valenciano, Ximo Puig, tras la dimisión de Pedro Sánchez. Como el estado del universo en su origen, el ambiente en el partido era extremadamente caliente y denso. Pero en el caso del PSOE fue una explosión provocada. Una descomunal traca de cinco días retransmitida en directo por los medios de comunicación.
Lunes 26 de septiembre, 16.12h. Pedro Sánchez: “Es muy importante que el PSOE tenga una única voz, y no lo que ha ocurrido hasta ahora”. Para acabar con las discrepancias, el secretario general propone unas primarias y un Congreso. Sus objetivos: el aval de la militancia a su iniciativa de encabezar un gobierno y la reelección en el cargo. El anuncio colma la paciencia de los críticos con Sánchez, a quien exigen responsabilidades por los resultados electorales, y desata la peor crisis del PSOE desde 1979.
El historiador Juan Andrade encuentra paralelismos con el congreso de aquel año, en el que Felipe González dimitió temporalmente después de que las bases tumbaran su propuesta de abandonar el marxismo. “Aquella crisis fue leída por el poder como un cuestionamiento del modelo de Transición que se estaba desarrollando y percibida, por tanto, como una amenaza para su consolidación. La crisis interna de la semana pasada es a todas luces una manifestación de la crisis del régimen político que nació de aquella Transición, en tanto que afecta al partido que mejor contribuyó a darle forma”, explica a Diagonal.
Miércoles 28, 8:38h. Felipe González: “Me siento frustrado, como si me hubieran engañado”. El expresidente del Gobierno asegura en la Cadena Ser que Sánchez le prometió que el PSOE se abstendría y permitiría gobernar Rajoy. Andrade cree que, a pesar de su peso “fundamental” en el partido, la figura de González se ha debilitado. “Si volvemos a la comparación con 1979 es evidente. Entonces acometió la hazaña de conseguir que reclamaran su vuelta y le rindieran lealtad, presos de la culpa y de la necesidad de ser perdonados, quienes minutos antes le habían llevado a la dimisión al rechazar su propuesta de redefinición ideológica. Ahora tiene que tirar de aparato y baronías para disciplinar a los díscolos”. Horas después de las declaraciones de González, 17 miembros de la Comisión Ejecutiva dimitieron para forzar la destitución de Sánchez.
En opinión del diputado socialista José Andrés Torres Mora, a la ruptura le precedió un aislamiento paulatino de Sánchez dentro del PSOE. “Un problema de la dirección era que no había una comunicación fluida, y cuando la comunicación se corta, llega un momento en el que la organización no funciona. Y cuanta más gente se veía aislada de la explicación de las cosas, más gente se sentía ajena a las decisiones que se tomaban”, comenta para Diagonal.
Según su análisis, si Sánchez tenía un plan para formar un ejecutivo, debería haberlo presentado al partido y no convocar un congreso. “Ningún socialista se opondría a un gobierno alternativo al del Partido Popular, siempre que ese gobierno exista. No hay un enfrentamiento entre izquierda y derecha. Hay un enfrentamiento con un secretario general que en un momento determinado deja de liderar, no tiene una respuesta. Y la única respuesta que da es un fortalecimiento de su liderazgo, no una respuesta al problema político que tiene que afrontar el PSOE”, señala. Además, Torres Mora afirma que un gobierno de izquierdas es inviable porque su partido y Podemos no suman diputados suficientes.
Jueves 29, 10.33h. Verónica Pérez: “La única autoridad que existe en el PSOE es la presidenta del Comité Federal, que soy yo”. Los opositores ya no reconocen a Sánchez como secretario general y dan por disuelta la dirección del partido. “El momento en el que se decide el golpe es cuando, al plantear su gobierno alternativo, Pedro Sánchez pronuncia dos palabras malditas: ‘sin exclusiones’ y ‘sin líneas rojas’”, dice José Luis Úriz, exconcejal en Villaba (Navarra). Según este veterano militante, en “el golpe de partido” han confluido los intereses de la derecha, de dentro y de fuera del PSOE, y los de algunos dirigentes “vengativos”, como –indica–Tomás Gómez, Carme Chacón o Eduardo Madina.
Viernes 30, 9.23h. Josep Borrell: “Que yo sepa, el grupo Prisa no puede cesar todavía al secretario general del PSOE”. El exministro critica en la Cadena Ser el “comportamiento” del diario El País en contra de Sánchez, a quien en el editorial del jueves había llamado “insensato sin escrúpulos”.
Guillermo López, profesor de Periodismo en la Universitat de València, opina que “todo este proceso [la crisis del PSOE], y en realidad los últimos años, han mostrado la imparable pérdida de calidad, credibilidad e influencia” del diario. Sin embargo, López piensa que detrás de la línea de El País no hay una crítica política. “Aquí no había, ni por parte del periódico, ni de Sánchez, ni de sus críticos, ningún elemento ideológico que generase disputas sustanciales, sólo una lucha por el poder. Sánchez no era ‘la izquierda del partido’, salvo como opción estratégica, porque el ‘no’ a Rajoy era la única que le podía ofrecer la supervivencia”, reflexiona para Diagonal.
Sábado 1 de octubre, 21:07h. Pedro Sánchez: “Hoy más que nunca hay que estar orgulloso de militar en el PSOE. Así me he despedido del Comité Federal”. El secretario general dimite tras el rechazo a su propuesta. La votación se celebra después de 12 horas de reunión. Un encuentro caótico y tenso como no se recordaba y marcado por los abucheos que recibieron algunos dirigentes críticos con la dirección por parte de militantes y simpatizantes concentrados frente a la sede federal de la formación.
Una gestora dirigirá el PSOE hasta su próximo congreso. Antes del cónclave, el partido deberá enfrentarse al dilema que no resuelven los opositores a Sánchez: qué hacer en la investidura de Rajoy. Permitir un gobierno del PP o forzar nuevas elecciones son opciones que podrían agravar aún más la herida abierta en una organización con las constantes vitales seriamente tocadas.
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