25S: Elecciones en Galicia
Alberto Núñez Feijóo, el Atila de Ourense

El presidente de la Xunta ha encarnado un modelo de expolio con el que llega a las urnas el 25S.

, Es politólogo.
13/09/16 · 8:00
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Evolución electoral en Galicia.

En plena Guerra Civil española (que en Galiza no fue tal, si no mera represión de todo lo que olía a cultura y saber, democracia, republicanismo y galleguismo) se editaba desde Valencia una trilogía de álbumes en defensa de la República concebidos como denuncia internacional del genocidio fascista. Su autor era el multifacético y exiliado Alfonso Daniel Castelao. El segundo de ellos se titulaba Atila en Galicia, y sus estampas pasarán a la historia por recrear con concisión, y muy gráficamente, la tormenta de sangre que diezmó gravemente las organizaciones políticas, sindicales y en última estancia al conjunto de las clases populares del país.

La serie artística dibuja fielmente las consecuencias sociales de aquella enorme tragedia, y se hace pertinente siempre volver a ella para entender nuestro pasado y presente.

Gracias a la política comparada sabemos bien, especialmente por Latinoamérica, que en aquellos lugares pisados por la bota del liberalismo económico sin freno apenas crece la hierba. En ocasiones los resultados, en términos de igualdad y libertad, son casi equiparables a los que arroja un conflicto bélico. Tras la contraofensiva ante los Gobiernos que discutieron ese modelo, podemos prever el paisaje a medio plazo, casi sin miedo a equivocarnos: privatización de servicios públicos y recursos (que pasarán directa o indirectamente a manos extrajeras), aumento de la corrupción y el desempleo, aumento de las desigualdades y la deuda pública, dualidad en los sistemas educativo y sanitario, etc. lo vimos en Chile, Argentina, Bolivia o Ecuador. Es un patrón.

Lo saben bien los cientos de miles de gallegos que tuvieron que irse a vivir y a trabajar allí en el siglo XX. Sus nietos repiten hoy la jugada. En Galicia, como en Irlanda, es casi una plaga bíblica que adquiere trazas mitológicas. Algunos se hicieron de oro en las Américas. Los más escapaban de la miseria hacia la semi-esclavitud. Conocemos las recetas, y lo que conllevan.

Periferia en la periferia

La maquinaria capitalista, en su versión extrema, expulsa a cantidades ingentes de seres humanos de la posibilidad de una vida digna y limita las capacidades de pueblos enteros y millones de individuos. Salvo las de algunos pueblos e individuos. A Galiza le tocó la peor parte, por partida doble: por su histórica dependencia y condición periférica dentro de un Estado que es periferia europea.

Después del inicio de la crisis-estafa, allá por 2009, el candidato Núñez Feijóo se presentaba ante la opinión pública como un pionero en el Estado español: prometía coger el toro por los cuernos y sería Galiza el laboratorio principal new wave y la administración-ariete de la reconquista popular en pleno desmoronamiento del zapaterismo y su réplica bipartita (PSdeG-BNG), co-liderada por el tándem Touriño-Quintana.

Llamado a recuperar el poder para la derecha, si es que algún día dejó de tenerlo; bien es cierto que el PP de Valencia estaba todavía inmerso en su belle époque particular: en sus días de vino y rosas, rotondas, comisiones, trajes, bolsos y fastuosas obras y eventos por donde corría el dinero a espuertas. Para los de arriba, claro. Chocaba un poco, por tanto, pero en Galiza eso de la austeridad, el ahorro y el trabajo duro vende bien. Es el sentido común, que se explica por la memoria de todo un siglo XX de privaciones y sacrificios.

Aún así levantó la bandera de la austeridad y la incorporó con relumbrón al diccionario político spanish. Y la comenzó a poner en práctica con frialdad y precisión quirúrgica. Para los de abajo, por supuesto.

Por aquel entonces todavía se desconocían entre el gran público sus andanzas y vínculos directos con un reconocido contrabandista de las Rías Baixas cuando había sido alto cargo de la Consellería de Sanidade durante los gobiernos de Manuel Fraga. Como narra el periodista Nacho Carretero en Fariña, la cercanía entre la criminalidad organizada y el poder político había sido demasiado estrecha por aquel entonces y la posibilidad de haberse convertido en Sicilia estuvo más cerca de lo que se dice. Hoy la omertá se compra a través de subvenciones públicas para que la mayor parte de la prensa, medios públicos inclusive, cuente lo que el poder quiere contar.

Feijóo es todo un especialista, y no escatima en gastos. Juan Pueblo paga su propia desinformación. Ni siquiera cuestionan ya nunca la faraónica obra-mausoleo Cidade da Cultura, concebida por Peter Einsenman a mayor gloria del presidente eterno Fraga, que costó a las arcas públicas alrededor de 400 millones de euros hipotecando el presupuesto en Cultura a cada ejercicio. Un sinsentido desde cualquier punto de vista.

¿Y por qué este viaje? Pues porque Alberto Núñez Feijóo, el Austero, deja a su paso, cual Atila, un balance de gestión totalmente antitético al que pinta la tele-realidad: más allá de haber malvendido a capital extranjero (¡venezolano!) buena parte del ahorro de los gallegos en la operación de las caixas, haber intentado infructuosamente poner a plena disposición de multinacionales de la extracción del oro y la megaminería contaminante comarcas enteras del territorio, o haber disparado la deuda pública, los resultados son elocuentes: la población ha descendido, la media de edad­­­­ ha aumentado en un año, el saldo migratorio ha pasado a negativo, la tasa de desempleo descendió únicamente tres puntos porcentuales pero la de actividad cayó dos, la población ocupada en el sector primario descendió de 80.000 a 68.000 personas, en el industrial descendió otras 10.000, permaneció invariable el contingente de desempleados de larga duración o aumentó el diferencial con las pensiones medias del Estado.


También han aumentado los hogares que llegan a final de mes con dificultad o mucha dificultad (55,63%), bajando los ingresos medios y los gastos por cada familia. Por no hablar de más indicadores. Como los referentes a Educación y, muy especialmente, a Sanidad. O también de lo referente a planificación y gestión forestal, al sector lácteo o naval. El balance es objetivamente malo, y todavía lo es más si tenemos en cuenta el periodo de dos legislaturas, salvando los muebles en turismo y exportaciones. La apisonadora ordoliberal, mediante su disciplinado ejecutor Feijóo, haciendo de las suyas en el bonsai atlántico.

No hablaremos de los intentos de acallar y desactivar conflictos latentes en diferentes sectores, como pescadores y ganaderos alzados contra sus políticas y las de la UE, mediante limosnas de última hora. O en servicios sociales, con el sangrante caso de una “ayuda” de diez euros al mes a un dependiente lucense. Ni tampoco hay tiempo de pararse en los casos de corrupción que infectan al conjunto de administraciones, especialmente la local, desde su llegada a la Xunta.

Decía el político Xosé Manuel Beiras que la suya era “una auténtica brigada de demolición, etnocidio, ecocidio y socialicidio que se dedica a vender caramelos tóxicos envueltos en papeles de colores”. Permanece y se acrecenta el mito, que no es mito, de una sociedad envejecida y sometida a las reglas del clientelismo y las nuevas formas de caciquismo que devalúan la vitalidad democrática.

Frente a esta gota malaya existe otra Galiza que resiste, se auto-organiza (las mayores movilizaciones sindicales del Estado se producen aquí) y plantea alternativas a través de fórmulas políticas innovadoras. El 25S sabremos cuál de las dos gana en el escenario electoral, siempre limitante para entender la complejidad de la realidad física y política de un país tan contradictorio pero objetivamente sometido hoy, como pocos, a las reglas de la ofensiva antidemocrática que recorren el continente. Aunque ya se sabe: porque cinco o seis pacientes hayan fallecido esperando a recibir un tratamiento médico a tiempo, tampoco hay porque alarmarse. Procuren no difamar: eso no ocurre. Tampoco lo del narco. Como si de una escena de Men in Black se tratase: olvídenlo todo.

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comentarios

1

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    Gondi
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    14/09/2016 - 3:36pm
    Buen y certero articulo sobre un lamentable personaje - otro mas de procedencia gallega - que ha aportado su incompetencia, corrupción, caciquismo ,a una región o comunidad autónoma o zona de España o pais (como se quiera denominar) ya, de por si,depauperada historicamente. Lamentablemente, Galicia, suele votar al PP, y siempre con mayorias absolutas. El.."yo soy de Fraga de toda la vida" es tan real como paleto y se lo escuché pronunciar hace unos dias a una señora de aspecto, maneras y habla de clara procedencia humilde (quizás trabajadora..no lo sé). Ese es el principal problema gallego...miles de votantes (casi todos entre los prejubilados y jubilados de todas las edades. Sobre todo en aldeas, pueblos, villas y ciudades pequeñas , aún con muchos votos en las principales ciudades, igualmente. Casi todos de humilde procedencia (trabajadores, amas de casa, parados,etc) que votan a " Fraga de toda la vida" o ,desde su fallecimiento, a su sucesor, sea quien sea, pero que pertenezca al Partido). La otra frase que define al votante pepero es esa incongruente frase o refrán. "mas vale malo conocido, que bueno por conocer", que personalmente, opino como una de las mayores aberraciones existentes. Asi nos va en esta esquina del mundo. Una población inculta, desconfiada (se que generalizar no es justo, pero a la vista de los resultados electorales,y mi visión personal donde vivo, asi opino) en la que un 67%!!! no conoce, ni de oídas, al candidato de Mareas a la presidencia de la Xunta que no es otro que Luis Villares. En resumen que ya sabemos quien va a volver a ser el presidente de la Xunta, con mayoria absoluta, para seguir campando a sus anchas. Que horror.
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