Catalunya
Procés y propaganda

Si entendemos el Procés como lenguaje, como palabras, como propaganda, ¿sigue siendo un corpus eléctrico y efectivo en Catalunya?

10/09/16 · 8:00

En la última sesión de investidura, ERC le dio un tute al lenguaje. En dos intervenciones brillantes –Joan Tardà y Gabriel Rufián–, a través de las palabras y los marcos que son usuales en Catalunya desde que empezó la cosa Procés gubernamental –2012–, simplemente lo pusieron todo del revés. Fueron, de hecho, el único grupo que pudo describir la crisis de Régimen, la corrupción, la regresión democrática, con efectividad y juego de piernas.

Ese lenguaje efectivo y efectista, por otra parte, en Catalunya ha significado todo lo contrario. Ha sido el lenguaje que ha posibilitado un crisis de Régimen más llevadera, una corrupción menos perceptible y penalizable, y una regresión democrática similar a la acaecida en Madrid, Guadalajara o Lepe. Este lenguaje, brillante en Madrid, ¿sigue siendo efectivo en Barcelona? Si entendemos el Procés como lenguaje, como palabras, como propaganda, ¿sigue siendo un corpus eléctrico y efectivo en Catalunya? Tras cuatro años de palabras, y ninguna política efectiva en la cosa Procés, ¿cómo va la cosa Procés?

Esta mañana a primera hora, parece que no va muy bien. Los inscritos a las manifestaciones del 11S –este año serán varias, tal vez, precisamente, para evitar una sola y debilitada–, son sensiblemente menos que en otras convocatorias y en estas fechas. La cosa debe de estar pocha, a tenor de la información interna de la Assemblea Nacional Catalana, la organizadora del evento, que ha expedido a sus usuarios instrucciones para paliar y mitigar, comunicativamente, el bajo aforo en los autobuses que transportan a los manifestantes a los manifestódromos. Es posible que, no obstante, la cosa al final no sea para tanto. Como me dijo una periodista, el independentista catalán es como un pokémon. Si le dan fecha y hora, aparece en el punto señalado con todas las banderas y camisetas que hagan falta. En todo caso, el nerviosismo antes de este 11S es un indicativo de que las cosas no van como deberían de ir a estas alturas de partido.

El arca perdida

Sobre el partido. El Procés está en su segunda parte. Recordemos que la primera terminó sin resultado alguno. La propuesta de un referéndum, defendida por parte de la sociedad, fue aceptada por un Govern que, mientras tiraba adelante la austeridad y el sálvese el que pueda, transformó el referéndum en una consulta –las consultas, a diferencia de los referéndums, no existen– y, posteriormente, en un acto simbólico. Es decir, propagandístico. No hubo resultados políticos ni trascendencia, salvo la de saber que el Govern Català, en el trance de gestionar un tema que significa, de por sí, la ruptura, nunca practicaría la desobediencia. Es decir, la ruptura. Esta segunda parte, como recordarán, tuvo un inicio accidentado. Mas salió del terreno de juego a cambio de que la CUP entrara en él hasta las cejas.

En esta nueva emisión del Procés tampoco ha habido consecuencias, leyes o avances al respecto. El último 9N, verbigracia, el Parlament emitió una resolución que hubiera sido la pera si hubiera sido un texto legal. Pero era una resolución. En ella, no obstante, se fijaba la Hoja de Ruta –vocablo propagandístico emitido por la ANC, sin validez, salvo la propagandística; de hecho, desde 2012, hemos tenido tantas hojas de ruta que se podría editar una Guía Campsa–. En esta ocasión, la cosa finalizaría con la emisión de tres leyes rupturistas. No se han emitido.

Lo que se conoce de la Ley de Hacienda es que no es rupturista, sino la asunción de competencias fijadas en el Estatut. Lo que iba a ser la monda era la Llei de Procés Constituent, que se presentó antes de verano en el Parlament. Como siempre, bajo el formato chorra de resolución. En la exposición que se hizo en el Parlament de cómo sería la Transición hacia la desconexión –otro concepto propagandístico, inexistente en ningún proceso de autodeterminación–, se percibió un texto patillero, rapidillo, emitido para consumo interno antes que con voluntad de establecer ley o jurisprudencia.

Ejemplo pamearynoechargota: se establecía que Catalunya, esa entidad en el trance de desconectarse, no obedecería a ninguna instancia o tribunal. Se supone que español. Pero como que no se dijo por escrito, se aludía también, pongamos, al Tribunal de Derechos Humanos o la ONU. Vamos, que Catalunya entraría dentro de la cosmovisión Erdogán, si no entrara, me temo, en la del bricolaje y vuelo sin motor legislativo.

La resolución inocua volvió a despertar el interés del egregio Tribunal Constitucional, esa joya postdemocrática. Quizás su respuesta puede ser la única consecuencia política de toda esta nada. Es posible, de hecho, que acabe inhabilitando y llevando a juicio penal a la presi del Parlament. Si bien también es posible que el trámite que puede culminar en ello se dilate en el tiempo, de manera que dure más que el Procés.

Porque ésa es otra. El Procés, en esta ocasión, iba a durar 18 meses, y culminaría con un nuevo Estado. Ahora durará, más o menos 18 meses, pero acabará “a las puertas de un Estado”, concepto propagandístico que no se sabe lo que significa. Igual alude a Irún, que está, literalmente, a las puertas de Francia. Ni idea.

Bueno. Lo que se presentó como la última campaña electoral, elecciones y legislatura autonomista, pinta que no será la última. El grueso de sus energías no se han ido en avanzar en la línea vendida, sino en formar gobierno, votar presupuestos y, una vez derrotados, montar una cuestión de confianza –será el 27S–. En esa hoguera, usual en un gobierno precario, en un Régimen que se tambalea, se ha ido también el grueso de la propaganda y la gestión del marco Catalunya, emitida por Govern, partidos, medios públicos y concertados y la ANC, esa AVT catalana, siempre dispuesta a ayudar a su gobierno favorito.

Sí, la parroquia está cansada de este viaje épico al punto de partida. O no. En ocasiones –me temo–, el neoindependentismo catalán, esa cosa consistente, una vez al año, en vestirse de pokémon, con la camiseta de la ANC y chorrocientas banderas, para ser captado por las cámaras, se parece, salvando las distancias –concretamente, 180 grados–, al votante PP, otro mamífero que no necesita pruebas ni movimientos.

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comentarios

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    Almadecantaru
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    10/09/2016 - 10:51am
    Neng, aparca la apisonadora, sisplau! A esto le llamo "fotre-li pel broc gros": cuando no van de nuestro palo, no son palabras: es propaganda, y no son ciudadanos: son Pokémons!!! Qué facil, y qué bien se siente uno, hoygan!!
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    Ànima de Càntir
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    10/09/2016 - 10:45am
    Condescendiente es poco. Me dan ganas de coger tó el merchandising indepe después de dos años de no ir al 11S y volver a retratarme con la suegra y la estelada. Si somos mayoritariamente de izquierdas es porque somos críticos y modernos, si somos mayoritariamente indepes es porque somos pokemons aborregados. Y la ANC... Esa AVT. Envidia cochina. Quedarse en España? para que te gobiernen estos nacionaldecimonónicos almenos la mitad del tiempo? Que t'has begut l'enteniment???
  • Joan Tardá, de ERC, durante su intervención en la sesión de investidura. / Esquerra Republicana de Catalunya
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