La tensión entre institución y contrapoder, entre el partido y lo social movilizado, se extiende a casi todas las ciudades del cambio.

El gran meme para llegar al gran asalto institucional se empieza a forjar en 2012: romper el techo de cristal que los movimientos sociales encontraban en la consecución de sus demandas. Hasta junio de 2015, esos espacios no habían tenido que afrontar la cuestión del poder desde el poder. “Pensábamos que romperíamos un techo de cristal entrando en las instituciones y nos hemos encontrado un techo de hormigón”, dice Vicky López, de Ganemos Córdoba.
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Parece que el siguiente desafío para el movimiento reside en reforzar ese afuera de la institución
Por eso, Pablo Carmona, concejal de Ahora Madrid, advierte de que “no se puede entender como un ejercicio de traición el trasladar el debate o las labores de gobierno a la calle”.Una de las estrategias propuestas para la articulación de un contrapoder es aquella vinculada a superar los límites encontrados durante este año ante posibles procesos de remunicipalización de servicios, una vía para equilibrar las relaciones de poder entre empresas y los municipios que apenas se ha explorado en los ayuntamientos del cambio. Como señala Luz Quintero, miembro de la CUP de Valls: “Si queremos articular un proceso de politización con la remunicipalización, tenemos que afrontar la desobediencia a la ley”. Iago Martínez, miembro de Marea Atlántica, profundizaba en el tema de la remunicipalización al señalar que “el municipalismo necesita establecer alianzas a una escala mayor”.
El afuera
Parece que el siguiente desafío para el movimiento reside en reforzar y construir ese afuera de la institución Reforzar y potenciar espacios de autogobierno y apoyo resulta imprescindible para el cambio, tal y como destaca Curro Machuca: “El reconocimiento de los espacios sociales como agentes necesarios para superar la dicotomía institución movimiento” y “el derecho a la ciudad, a lo urbano no entendido como un espacio de derechos, de meras demandas a articular desde la institución, sino como un espacio de agencia, de proactividad, de intervención para los colectivos, personas y agentes que habitan las ciudades”, una coordinación independiente de cualquier lógica del gobernismo.
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