Zaragoza en Común había perdido estas elecciones –y quizá mucho más– semanas antes de que empezara la campaña.

Al final de la película El misterio de God’s Pocket el personaje del columnista local se lleva una paliza tras escribir sobre lo que él mismo llama las complicaciones de una muerte adicional. El desastroso resultado electoral obtenido por la coalición Unidos Podemos en Zaragoza este 26J tiene para Zaragoza en Común los tintes tragicómicos de esa segunda muerte: el cadáver saliendo despedido del camión en el que estaba oculto y rodando por la calle a la vista de todos. Como dice en la película el personaje de Philip Seymour Hoffman, no es nada de lo que avergonzarse.
En Zaragoza, como en la película, todo empieza con un asesinato cuya causa y ejecutor se ocultan. Zaragoza en Común había perdido estas elecciones –y quizá mucho más– semanas antes de que empezara la campaña. Esta última, la campaña, al igual que la trama de la película, ha consistido en poco más que en batallar con un cuerpo inerte que ha terminado siendo arrastrado por el suelo a los ojos de todo el mundo.
Si algo ponen de relieve los resultados electorales del 26J es el fracaso de toda una serie de hipótesis políticas que son, en último término, las que han salido derrotadas de la contienda que acaba de tener lugar. Conviene analizarlas sin paños calientes. Porque no es probable que los promotores de tales hipótesis reconozcan sus errores. Menos aún que asuman las responsabilidades políticas del fracaso. Echarán balones fuera. Hay que devolvérselos.
Más de un responsable dirá ahora de manera interesada –de hecho, ya lo están diciendo– que la pérdida de votos en Zaragoza se debe a la erosión derivada de la posición de gobierno en el Ayuntamiento, como si Unidos Podemos hubiera podido obtener mejores resultados si no hubiera tenido que cargar con el lastre que supuestamente implicaba la inclusión de Zaragoza en Común.
Muy al contrario, los pésimos resultados se deben al lugar subordinado al que tanto Izquierda Unida Aragón como Podemos Madrid han condenado a la hasta hoy única hipótesis política que había demostrado ser capaz de ganar al PSOE en una contienda electoral en Zaragoza. Izquierda Unida Aragón, encarnada en la figura de Álvaro Sanz, y Podemos Madrid, encarnado en la figura de Íñigo Errejón, se habían encargado de darle un buen golpe en la nuca a Zaragoza en Común antes incluso de que empezara la campaña. Se aseguraban así ser los únicos en disputar la hegemonía de la izquierda con el PSOE. A la vista de los resultados, se aseguraron también de obtener una clara derrota electoral y política.
La primera muerte de Zaragoza en Común –y, por tanto, de la única hipótesis que hasta el día de hoy se ha demostrado ganadora– tiene lugar en el proceso de negociaciones para la constitución de la candidatura Unidos Podemos. Para hacernos una idea: el día que en Zaragoza en Común se vota si apostar por intentar tener representación en el Congreso de los Diputados, los miembros de Izquierda Unida en ZeC, cargos electos incluidos, así como el sector más errejonista de Podemos dentro de ZeC, votan en contra. A pesar de ello la apuesta sale adelante con los votos de los no adscritos a esos partidos y se mandata a un equipo negociador para pactar la inclusión de ZeC en las listas de Unidos Podemos al Congreso.
Sin embargo, las negociaciones resultarán un fiasco. Podemos Madrid ha decidido ya de antemano no permitir que ZeC tenga ninguna relevancia en el proceso. Por su parte, Izquierda Unida Aragón hace todo lo posible por evitar la emergencia de una agrupación política que pueda hacerle sombra al chiringuito que tiene montado a la izquierda del PSOE. De hecho, el negociador de IU, Álvaro Sanz, no se digna siquiera a reunirse con el equipo negociador de ZeC. El ninguneo es constante y sin solución de continuidad. El resultado de las negociaciones es conocido. ZeC no podrá presentarse al Congreso por la circunscripción de la provincia de Zaragoza y tendrá que conformarse con un candidato al Senado.
Lo peor y más desastroso
Con ZeC fuera de juego antes incluso de que empezase la campaña, condenada al ostracismo en su papel de mera comparsa, las hipótesis que de forma más clara y contundente se han demostrado luego fallidas no son otras que las representadas por el tándem autodenominado Unidos Podemos, que ha reunido lo peor y más desastroso de Podemos y de Izquierda Unida, lo peor de la nueva y de la vieja política juntas.
1. Lo peor de la vieja política. Unidos Podemos es el fruto de un pacto “por arriba” que ha dejado fuera a todos aquellos que, de una forma u otra, exceden a los partidos políticos constituidos. Por ello mismo, ha sido incapaz de convocar al voto a quienes no se encuentran directamente bajo el área de influencia de dichos partidos. La coalición de partidos, algo así como una Izquierda Unida Reloaded, se ha revelado nefasta. El contraste con las lógicas que llevaron al éxito de un municipalismo capaz de generar una confluencia de personas y movimientos diferentes desde abajo y al margen de los partidos es indiscutible.
2. Lo peor de la nueva política. Unidos Podemos se erige siguiendo la hipótesis errejonista de la máquina de guerra electoral que minusvalora la importancia de las movilización de la ciudadanía y organiza la apuesta electoral como comando mediático, vaciando de contenido político el discurso y compitiendo con el PSOE tan sólo en moderación y, a veces, ni eso. Manos tendidas, sonrisas y corazones multicolores que eluden el marco de conflicto social sobre el cual ha de levantarse un proceso de cambio. De nuevo, el contraste con la apuesta política de un municipalismo democrático, cargado de radicalidad política y asentado sobre la realidad material de los conflictos, es absoluto.
Así, los resultados electorales, a pesar de que suponen un obvio refuerzo tanto del Partido Popular como del Partido Socialista, al mostrar la incapacidad del podemismo errejonista y de Izquierda Unida para competir y ganar electoralmente, abren una oportunidad que parecía estar cerrándose. Frente a la vía muerta de los partidos, nos obligan a retornar a la hipótesis de construcción de organizaciones ciudadanas autónomas, caracterizadas por movilización social desde abajo y por la profundización democrática.
Vienen tiempos oscuros. Europa se rompe. El austericidio retornará junto con al bastón de mando de la Troika. La paz social de la que venimos disfrutando desde hace poco más de un año –y que tenía como objetivo estabilizar el país para que nada cambiase– está a punto de quebrarse. Sólo la construcción de un sujeto político radicalmente democrático será capaz de integrar y potenciar a todas esas poblaciones que se verán afectadas por el nuevo ciclo de desposesión que se nos viene encima. Ninguna organización partidaria, por muchos liberados que tenga y por muy hipermilitantes que sean sus miembros, podrá responder a los retos que se nos presentan delante.
Zaragoza en Común tuvo en origen la pretensión de ser el vector de autooganización que superase la lógica sectaria de los partidos. Ahora vemos su cuerpo inerte tirado en medio de la calle. No importa si recogemos ese cuerpo y le intentamos dar vida de nuevo o si optamos por otro cuerpo con nuevos nombres y apellidos. En cualquier caso, ya pasado el tiempo de la excepción electoral que no dejaba pensar ni hacer nada nuevo, es el momento de apostar por la construcción de esa entidad que sea capaz de reiniciar el proceso constituyente y democratizador con que enfrentarnos al capitalismo.
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