El miedo colapsa la motivación para experimentar en nuestras vidas. El miedo a la libertad. Y nos arroja, paradójicamente, en los brazos de quienes no están a favor de nuestra libertad.
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Durante los últimos diez años, el tablero de las disputas sociales se fue ensanchando. Fueron las mareas en los lugares de trabajo, los 15M en muchas plazas, las huelgas y protestas en barrios y en sectores precarios, la defensa del derecho a vivir bajo un techo. Cierto, la consolidación de propuestas y de redes con capacidad de alterar estructuras políticas y económicas apenas despegó por sí misma. Pero sí encontró el aliento real y cotidiano de algunos municipalismos transformadores. Ahora, tras la resaca electoral de este 26 de junio, sabemos que tardará en despegar en escalas estatales.
En estas últimas elecciones, fuerzas como Unidos Podemos, han jugado su apuesta política en clave de un ansiado 'sorpasso' del PSOE. No soy ingenuo. La desactivación de las trabas que impone el Estado al desarrollo y propuestas de aquellas disputas sociales es un elemento importante en tiempos de urgencia. Aunque soy optimista, estoy informado, que dijera un poeta uruguayo. La explicación de la caída del millón de votos de una fuerza que se situaba a sí misma en la cresta de una (posible) gran ola tiene mucho que ver con el contexto trabado por las élites.
Por arriba, las estructuras de movilización de la derecha (organizaciones, medios de comunicación, presencia institucional) y el llamado “Brexit” han metido incertidumbre en las ya inciertas vidas de las gentes, al menos así lo han expuesto los telediarios una y otra vez. El miedo colapsa la motivación para experimentar en nuestras vidas. El miedo a la libertad. Y nos arroja, paradójicamente, en los brazos de quienes no están a favor de nuestra libertad.
Ahora, tras la resaca electoral de este 26 de junio, sabemos que tardará en despegar en escalas estatales
En cuanto a las explicaciones por abajo, los politólogos podrán aducir que Podemos aún no cuenta con una memoria intergeneracional, tampoco se ha establecido territorialmente para canalizar descontentos y ya no ofrece la imagen de “transversal” de sus inicios.
Por su parte, Izquierda Unida, dirán estos modelos, está aún por dotarse de nuevos aires para salir de la “vieja política”. Sí han aguantado el tipo, En Comú Podem o Podemos-Compromís, teniendo en cuenta además que detentan posiciones de gobierno y sufren un gran acoso mediático en sus territorios.
Pero quiero señalar aquí lo que me parecen explicaciones más internas. El nuevo ciclo político electoral que parece haber alcanzado techo en lo que se refiere a las posibilidades que pueden ofrecer la imagen, los discursos y las apuestas organizativas, tal y como han sido planteadas por Podemos o Unidos-Podemos. Creo que sus representantes han comenzado a parecerse a los políticos de siempre. Hablan de “la gente”, aunque no sean las gentes las que, de forma amplia y cotidiana, decidan y participen en la vida política de estas organizaciones. Proponen “ilusión”, aunque han reducido el tablero a intentar hacer valer encuestas y no a asentarse como antídoto social frente al miedo. Han experimentado menos de lo que las nuevas formas de disputa social sugerían. ¿Para qué participar en este proyecto (votando al menos) si las encuestas son las que mandan en las estrategias televisivas, en la contención discursiva para facilitar posibles aliados, en la formación de listas ajenas al protagonismo social y sus reivindicaciones directas?
La política del tablero de las encuestas ahoga la realidad de los procesos sociales. Desperdicia la experiencia de lo que tiene arraigo y entronca con capas populares. Nos dice que la política es la conquista de unas casillas para unas renovadas élites. La política, como disputa de imaginarios, formas de vida y atención de nuestras necesidades, necesita de miradas más amplias. Como escribía en Diagonal (8/7/2015) allí donde se ha practicado el gobierno de las muchas (política de articulaciones sociales y no de próceres, mujeres en primera línea, territorio y capilaridad social como lugar inmediato de la organización política, diversidad como riqueza y no como amenaza) estamos viendo la consolidación de otros resultados dentro y fuera de las instituciones.
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