Crónica
Unidos Podemos conoció a la verdadera España

Crónica desde el Museo Reina Sofía, punto de encuentro de los fieles a la coalición de izquierda para seguir la jornada electoral.

27/06/16 · 12:12
Dos mujeres en un balcón cercano a la sede del PP en Madrid. / Álvaro Minguito

A eso de las 21,30, todo el mundo en la plaza del Museo Reina Sofía reía, actualizaba su cuenta de Twitter y esperaba los primeros resultados electorales. 15 minutos después, todo el mundo buscaba explicaciones al parco resultado de Unidos Podemos, que apenas superaba los 65 escaños. “El escrutinio es aún bajo” decían en la pantalla gigante. “Aún faltan los escaños de las grandes ciudades”, se podía leer en las redes sociales. La paciencia no se lleva bien con el votante de Podemos, que quiere el mundo a sus pies, pero pusieron paciencia. 
 

El cielo no se iba a conquistar con pactos, se iba a conquistar por asalto

 
A las 22,30, minutos antes de que Iñigo Errejón saliese en el teatro Goya a dar la cara, poco quedaba de ese espíritu de las sonrisas en campaña. Poco hambre quedaba en los estómagos, poca sed de victoria en la plaza. Los vietnamitas que reparten cerveza por todo el centro de Madrid también estaban allí, pero el consumo fue bajando según aumentaba el porcentaje de voto resuelto.Los únicos momentos de euforia llegaban cuando la televisión conectaba con la plaza. ¿Y el sorpasso que nos prometieron? El murmullo fue el tono de la tarde. Las noches de verano en Madrid reconcilian al nativo con su tierra tras meses de frío tortuoso, pero las derrotas con calor sientan mucho peor. Allí estaba el votante de Unidos Podemos, sin poder celebrar un triunfo con la temperatura perfecta para ello. 

Ferreras hacía prácticamente oficial la victoria del PP y el aguante del PSOE. Las bromas se mezclaban con la tristeza. “¡Qué se mueran los viejos!” decían algunos intentando levantar sonrisas ajenas. ¿Otros cuatro años así? Se decían unos a otros con tono más pesimista. “Yo quiero un futuro contigo”, le decía una chica a su chico, ambos cabizbajos. La agencia de noticias Reuters y una televisión alemana se movían entre el gentío buscando primeros planos de frustración. Se les acabaría la batería. 
 
El escrutino andaba por el 80% y se celebraban como goles en la Eurocopa los escaños que hacían a la coalición llegar a los 70, a los 71, por momentos a los 72. Pero el sueño se quedó ahí. Unidos Podemos no tuvo su España-Malta. ¿El voto por correo cuenta ya? ¿El voto de los inmigrantes se ha sumado ya? Costaba asimilar la realidad. Hasta el más incrédulo se había creído que como poco, el segundo puesto estaba garantizado. 

Pablo Iglesias llegó a la plaza pasadas las 00,30. Ya era lunes, al día siguiente muchos tenían que trabajar. Ni Pablo, ni Iñigo, ni muchos abajo pudieron contener las lágrimas. Sonó la Internacional y los puños se alzaron. Se dijo que Madrid será la tumba del fascismo, pero no sonó tan creíble como en la marcha del 31 de enero. Iglesias insistió en que hace dos años no existían y que ahora tiene 71 escaños para presionar por donde quieran. Pero el votante de Podemos no se conforma con eso. El cielo no se iba a conquistar con pactos, se iba a conquistar por asalto. 
 
Ayer por la noche, Unidos Podemos dejó de sumar victorias y sumó su primera derrota. Por primera vez, su electorado salió decepcionado, disminuyó y se fue triste a la cama. Unidos Podemos ayer descubrió que España es de centro-derecha y que todo lo que suena a comunista acaba penalizado. Unidos Podemos ayer pinchaba a La Raíz con sus canciones cargadas de rabia y de ganas, pero sus votantes se sintieron en una canción de Love of Lesbian. Se les escapaban Los días no vividos. 

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