La media del PP baja en Catalunya y la Comunidad Autónoma Vasca. El remedio ha sido intentar captar el voto xenófobo.

Vitoria y Badalona han establecido paralelismos en los últimos años más allá de la afición por el baloncesto que comparten.
Tanto la capital vasca como la tercera población catalana son ciudades en las que el PP obtiene resultados muy por encima del resto de municipios importantes de sus respectivas comunidades. En las dos, los conservadores gobernaron en la legislatura pasada y en las dos fueron desalojados de la alcaldía en mayo de 2015, gracias a una alianza en su contra de la práctica totalidad de la oposición, pese a sus victorias holgadas.
Hay una última cuestión que une Vitoria y Badalona. En ambas ciudades, durante la pasada legislatura, la inmigración centró buena parte del debate político municipal. Y en los dos casos puede achacarse a la influencia de los gobiernos municipales del PP.
En Badalona, Xavier García Albiol convirtió en central la cuestión migratoria ya en la campaña de 2011, cuando problematizó la presencia de badaloneses de origen extranjero, sobre todo centrado en los rumanos de etnia gitana de los barrios de Sant Roc y La Salut.
Albiol conquistó la alcaldía de Badalona con un discurso abiertamente agresivo contra las personas migrantes, a quienes achacaba los supuestos problemas de seguridad pública
Albiol conquistó la alcaldía de Badalona con un discurso abiertamente agresivo contra las personas migrantes, a quienes achacaba los supuestos problemas de seguridad pública. Ya como alcalde, el actual líder del PP catalán promovió políticas xenófobas bajo el eslogan "primero los de casa", copiado de Plataforma Per Catalunya, partido de ultraderecha que por entonces se hacía fuerte en algunas poblaciones catalanas.
Albiol intentó retirar a los inmigrantes de la posibilidad de acceder a subsidios municipales, sacó del padrón a extranjeros y paralizó la construcción de una mezquita.
El exalcalde de Vitoria, Javier Maroto, fue más sutil pero igualmente efectivo en la promoción del discurso racista. Desde su llegada a la alcaldía comenzó lanzando mensajes criminalizadores contra los extranjeros, pero fue a partir de la segunda mitad de su mandato cuando puso al Ayuntamiento a perseguir los supuestos fraudes que cometía este colectivo en el cobro de ayudas. En el caso de la capital vasca, el colectivo a batir por parte del PP fue el magrebí.
El ejemplo de estas dos ciudades sirve para mostrar el recurso del que el PP se ha valido para cohesionar a su electorado en dos de sus plazas más complicadas. Los alcaldes han querido mostrarse como "la voz de la calle", expresión que han usado tanto Maroto como Albiol, siendo ésta una voz intolerante, que mezcla inseguridad y fraude en las prestaciones sociales con la inmigración más pobre.
Caída y baluartización
Tanto en Euskadi como en Catalunya, el PP da muestras de haber sufrido un importante retroceso electoral en el actual ciclo político. En las pasadas generales, el PP perdió seis puntos respecto a su marca habitual en Euskadi, que solía rondar en torno al 17%. La caída fue más fuerte en las municipales de 2015, donde no llegó al 10% en una plaza en la que solía rondar el 15%.
El PP muestra una trayectoria similar en Catalunya. El 11% obtenido por Rajoy el pasado 20D es el peor resultado desde 1989. En el escenario catalán, el voto del PP se mantiene fuerte en algunos reductos, principalemente Badalona y Castelldefels. Sólo en estas dos ciudades los populares obtuvieron el 15% de sus votos en toda Catalunya. La pujanza de Ciutadans hasta convertirse en el principal partido de la oposición ha desplazado a la formación que había atesorado hasta entonces el voto españolista de derechas, que en ocasiones había alcanzado porcentajes cercanos al 25% en algunas comarcas.
La pérdida de fuelle en Euskadi, sin embargo, no puede achacarse a la llegada de un partido que le pise el electorado. Sí a un cierto auge de la derecha durante la crisis, encarnada por el PNV, que a su vez se ha mostrado más tibio que en anteriores etapas sobre la cuestión nacional bajo la batuta de Íñigo Urkullu. La entrada de Podemos en la política vasca también ha contribuido a arrinconar al PP al desplazar al PSOE hacia la derecha.
El PP en Catalunya y Euskadi comparte, por tanto, al menos dos tendencias: descenso general en los territorios y una acusada baluartización en zonas muy reducidas donde, a diferencia del resto del territorio, se consolida. Son los lugares en los que el PP ha desplegado con más efectividad los discursos xenófobos como refugio a una complicada situación electoral general.
El éxito del discurso xenófobo del exalcalde de Badalona consiguió que en las elecciones municipales de 2015 el PP catalán ensayara la misma estrategia en muchas otras ciudades catalanas. Las zonas con más presencia migratoria, como Barcelona, L’Hospitalet o Sant Adrià, fueron inundadas en la campaña del pasado mayo de octavillas xenófobas con el logo del PP, en las que podían encontrarse referencias al velo musulmán, a la seguridad, a "bazares y kebabs" o al cobro de ayudas.
Pese a que perdió la alcaldía, los buenos resultados de Albiol fueron premiados por el partido convirtiéndole en líder autonómico. En esta nueva posición, Albiol ha moderado algo su tono habitual respecto a la cuestión migratoria, pero su llegada también ha hecho que en todo el PP catalán la migración se convierta en una cuestión central.
En cambio, este contagio racista no se produjo en Castelldefels, ciudad donde el PP también gobernó entre 2011 y 2015 y en la que el porcentaje de inmigración es mucho mayor que en Badalona. La razón es simple. Mientras que en Badalona la población migrante proviene principalmente de lugares como Pakistán, Marruecos, China o Ecuador, en Castelldefels el inmigrante más común es el italiano, el francés o el alemán, pertenecientes a estratos económicos medios o altos.
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