“Si podemos…” (sic)

Un error tipográfico como metáfora de los límites de las confluencias en Euskal Herria.

, Libertario
07/06/16 · 19:21
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A hora hace un año, un cartel aparecía pegado profusamente junto al colegio electoral de mi barrio. Lo firmaba una candidatura municipal que durante aquellos días de vísperas había cruzado por nuestras calles en coche con megafonía, pidiendo el voto para los suyos, y causando el desconcierto entre los pocos que prestábamos atención a sus voces. Gritaba que eran de Ganemos y que les votáramos, además de otros lemas que resonaban con ecos televisivos. Resultó ser efectivamente una candidatura-exprés surgida de los desencuentros que caracterizaron el proceso de ‘confluencia’ que por imitación se había puesto en marcha en Bilbao para los comicios. Un hábil uso de los eslóganes publicitados por los media, un nombre con resonancia a las tendencias del momento y la súbita y copiosa aparición en los días anteriores a la votación de su propaganda, les aseguró dos sillones en el Consistorio.

La lista oficial de la pretendida ‘confluencia’, que había cometido el error publicitario de presentarse bajo un nombre alegórico en euskera –lo que mareó a sus potenciales electores, aturullados tras una década de ilegalizaciones y de los bailes de siglas consiguientes–, acabó sacando otros dos. La suma de los votos de ambos (15%) ‘sorpasaba’ al 14% de la izquierda abertzale, que quedó con otros cuatro. En fin, que en mi ciudad siguieron ganando por mayoría relativa la derecha de siempre, que, con una ayudita de sus habituales aliados de izquierdas, han seguido realizando sus políticas de costumbre.

Durante aquella carrera electoral por los votos de quienes se ­veían reflejados en un proceso de toma de control popular de los municipios que quizá se producía en otras latitudes –o así aseguraban los medios–, la garantía de éxito era hacer calco. Así, en aquellos carteles que surgieron por ensalmo a escasos metros de las urnas, se pretendía frecuentar también las consignas en boga, y de este modo la de “Si podemos” [sic] que rezaba bajo la foto de unos perfectos desconocidos, les garantizó su pedacito de pastel. Pero más allá de que las prisas promocionales pudieran ser las responsables últimas de que su ‘si’ condicional, apareciera en lugar del ‘sí’ de afirmación del yes-we-can de la colonia, la probable errata se convierte en un indicador del tono que ha marcado la gestión de las ‘otras’ alcaldías.

Habida cuenta que este tipo de iniciativas se han dado en municipios que por sus dimensiones materiales incapacitan de facto el acuñado “cambio”, en los territorios vascos la única ciudad en la que finalmente se ha producido el relevo ha sido en la capital navarra. Lugar que repetía las características objetivas del resto: ciudad en la que la derecha española predadora ejercía desde varias legislaturas el mando municipal con un descaro que no se correspondía con los intereses de la mayoría sociológica que la habitaba.

El resultado, también el esperado: una exigua mayoría relativa que gobierna con mano leve, atenazada por la presión de los media locales de la derecha, la debilidad de sus equilibrios internos y la bisoñez institucional. Nada que no pueda percibirse en otros lares.

Así, después de un año, aparte de la ausencia de los modales despóticos de la derecha y de su uso arbitrario e interesado para sus propias empresas de los recursos públicos –lo que ciertamente no es poco–, el ambiente que se respira en estos nuevos consistorios es el del “si podemos” de la impostura bilbaína. Si algo puede reclamarse a estos nuevos gestores es que, si bien se desenvuelven en un medio material que les imposibilita para llevar a cabo un cambio sustancial del mismo, su gesto esté acorde con las dimensiones del cambio de relaciones que preconizan. Por encima de las propias fragilidades sería de recibo que estos ejerzan con un estilo suficientemente firme en sus lógicas como para no arredrarse en público cuando surge el conflicto.

Un conflicto que estalla en las afueras de la institución y que recauda no una orfandad en muchos casos buscada, sino en demasiados otros, su beligerancia.

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